El gobierno de Alberto Fernández asumió su mandato con la idea de que el acuerdo que había firmado Mauricio Macri con el FMI en 2019 “no servía para nada”, “estaba mal hecho” y había que barajar otra vez. El ex presidente planteó esa hipótesis en una reunión con el staff del Fondo ni bien ganó las PASO de ese año por 15 puntos.
Rápidamente la llevó a cabo. Fernández terminó imponiéndose en las elecciones generales y asumiendo como presidente. Su ministro de Economía, Martín Guzmán, negoció con el FMI una línea de trabajo con el organismo que consistiría en hacer un nuevo programa en vez de tomar acciones y medidas para revitalizar el anterior y obtener los desembolsos que podían estar a tiro. Nada de eso. Eligió borrón y cuenta nueva. Además, decidió que mejor era primero reestructurar la deuda con los bonistas privados y luego firmar con el organismo que, tras idas y vueltas, llegó dos años después.
Javier Milei no sigue el ejemplo de Fernández. Mantendría en principio el acuerdo que hizo Guzmán, lo dejará correr hasta que finalice (septiembre de este año es el último desembolso) y una vez que expire recién ahí lo reemplazará por uno nuevo porque Argentina no tiene la plata para cancelar de un plumazo la deuda con el FMI que tomó en 2018 (US$ 54.000 millones) y necesitará varios años más de relación con el organismo.
Originariamente, la idea del ministro de Economía de Macri que negoció el primer programa, Nicolás Dujovne, era que el stand by agreement durara 36 meses y fuera reemplazado por uno de más largo aliento, de diez años, llamado de Facilidades Extendidas (Extended Fund Facilities, en inglés), que brindaran al país del paraguas para llevar adelante las reformas estructurales que tanto se vienen postergando en Argentina.
Pero esa hoja de ruta se cortó con la derrota de Macri en 2019 y los planes de Fernández-Guzmán. Aunque irónicamente, dos años más tarde, el gobierno del Frente de Todos terminó firmando un acuerdo como el que buscaba Dujovne aunque de menos plazo.
El programa actual está caído, “descarrilado” fue la expresión que el FMI utilizó en agosto del año pasado, y ahora el Gobierno buscará ponerlo on track a través de una combinación de waivers, prior actions y guiños políticos del Poder Ejecutivo (ownership) del propio Milei. Además, el Gobierno debería evitar decisiones que vayan en contra de las metas, como hizo Sergio Massa dando moratorias o pisando el precio del dólar e incentivando las importaciones que redundaron en una de las mayores caídas de las reservas argentinas de los últimos tiempos (sí, en 2023).
Falta mucho y para los argentinos de a pie la prioridad es hoy el bolsillo y el dato de inflación de diciembre que se conocerá en unos días, pero una pregunta es qué hará Milei con el FMI una vez que se termine el actual programa en septiembre. Puede sonar lejano pero también despejar ese horizonte puede ayudar a anclar expectativas ya que el mercado no estará dispuesto a poner plata en la Argentina hasta no ver resultados concretos. Y más si a Milei se le dificulta llevar adelante las reservas a través de un DNU o Ley Ómnibus.
El ex funcionario del Tesoro, Mark Sobel, sostiene que Milei hace mal en sostener el programa de Guzmán y debería negociar uno nuevo. Según Reuters, la número uno del FMI, Kristalina Georgieva, podría ofrecer a la Argentina un programa que se llama Resilience and Sustainability Trust en inglés. Aunque para ello Milei debería refrendar objetivos que tienen que ver con el cambio climático, una agenda que el FMI persigue hace rato y que el libertario desconoció a lo largo de su campaña. Quizá La Libertad Avanza baje otra bandera.