viernes, 20 septiembre, 2024
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Una periodista intersex cuenta su historia de mutilación genital para normalizarla: Soy Candelaria y Esteban

“Ese que fui. Expediente de una rebelión corporal” es un libro revelador y conmovedor en el que Candelaria Schamun expone las crueldades de los tratamientos y cirugías por haber nacido con una diversidad corporal que no es una enfermedad ni implicaba riesgos para su salud.

Mariana Mactas

Candelaria Schamun, autora de

Candelaria Schamun, autora de «Ese que fui». (Foto: Alejandra López)

Nació una madrugada de octubre de 1981, en La Plata, por parto natural. Un bebé inscripto como Esteban, bautizado un mes más tarde y no mucho después diagnosticado con hiperplasia suprarrenal congénita perdedora de sal. Una revelación que implicará tratamientos, medicaciones y una serie de intervenciones. Cirugías para corregir una genitalidad diferente, anómala. Pues en ese bebé sin testículos descendidos, como se anotó en su primera historia clínica, lo que parecía un pene era en realidad un clítoris de mayor tamaño de lo habitual. Esteban es en realidad una nena, María Candelaria. Con ese diagnóstico empieza un largo y tortuoso camino hacia esa “normalidad” médica. Un camino de cirugías dolorosas con consecuencias irreversibles para las que nadie le pide opinión, aunque continuarán hasta sus 17 años.

Hace unos meses, con 41 y una carrera como periodista especializada en policiales, Candelaria presentó Ese que fui. Expediente de una rebelión corporal. Un libro emotivo, revelador y conmovedor que es a la vez una especie de autobiografía, una memoria de una tortura corporal y una crónica escrita con las herramientas del oficio y la investigación periodística de un padecimiento que pudo relatarse desde la sanación en primera persona. El ánimo es ayudar a otros y cambiar las cruentas reglas de juego para las personas intersexuales.

Candelaria Schamun, fotografiada por Alejandra López

Candelaria Schamun, fotografiada por Alejandra LópezPor: ALEJANDRA LOPEZ

Intersex es como se llama. Una diversidad de cuerpos como el suyo no es una enfermedad. Según la ONU, el 1.7% de la población global nace con rasgos intersexuales, una cifra comparable a la cantidad de personas pelirrojas (Candelaria tiene el cabello de ese color) que habitan el mundo. Un rasgo distintivo que puede manifestarse en los genitales, las gónadas, las hormonas o los cromosomas. Hay tipificados más de cuarenta tipos de variaciones intersex que equivocadamente se abordan como patologías.

“Le pude poner una palabra entre 2018 y 2019, leyendo textos de Mauro Cabral y por primera vez me sentí reflejada en otras historias —dice Schanum—. Tuve una infancia feliz, muy hermosa, pero en la parte médica, de mucha soledad, de no poder hablar con otros. Y no encontrarse en otras persona es devastador, es sentirse como un elefante rosa, algo inédito. Hay una parte en la que la genitalidad sigue siendo tabú, imaginate lo que fue en mi crianza. Encontrarme en otras historias me reveló esa identidad que hasta ese monento no conocía ni sabía que existiera. Fue en 2019, en el Encuentro Nacional de Mujeres y Disidencias en La Plata donde se hizo un taller de intersexualidad en el que por primera vez en mi vida pude hablar delante de muchísimas personas y contar mi historia. Me encontré hablando frente a miradas de amor que me estaban escuchando, acompañando. Fue una sensación de reparación extraordinaria. En nuestros casos, es muy complicado desnudarse frente a otras miradas. Me animé a descubrir y contar mi historia para que otros pudieran sentirse reflejados”.

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“Habito un cuerpo que fue bautizado con el nombre de Esteban, el del primer mártir del catolicismo. Soy Candelaria. Soy Esteban. Soy ambos”, escribe Candelaria en su libro, que es también el descubrimiento de una identidad doble. La suya como persona intersexual y la del que no fue, borrado de los registros a pedido de sus padres y recuperado de los expedientes por ella como periodista de investigación.

“La búsqueda de la identidad es una tarea casi maratónica pero muy gratificante —dice—. Me basé de todos los artilugios que había aprendido en el periodismo policial para hacer este texto. Aprender a encontrar esos detalles que a veces con el ojo un poco más entrenado no se nos pasan por alto. Por ejemplo mirar fotos y encontrar situaciones que nos llaman la atención y de ahí encontrar una historia. O saber leer un expediente, o llegar a ese documento. Luego, cómo abordar. Porque este libro está compuesto de muchísimas entrevistas y nosotros como periodistas estamos acostumbrados a entrevistar a un tercero pero ahora entrevisté para que me contaran mi propia historia. Tampoco escribir en primera persona es común, al menos en el periodismo que yo hago. Fue todo un proceso entender que la historia era la mía y que era mi propia vida la que tenía que contar. Eso también es algo que me costó muchísimo asumir. No estamos acostumbrados a exponernos. Puse el artilugio del periodismo al servicio de conocer mi propia identidad y llegar a la verdad”.

Una periodista intersex cuenta su historia de mutilación genital para normalizarla: “Soy Candelaria y Esteban”

Candelaria cuenta el otro proceso, mucho más largo, que la llevó a poder contar su historia. Empezó, dice, a los 23 o 24 años, cuando en talleres de escritura aparecía siempre este libro y la idea de poder escribirlo. El trabajo psicoanalítico la ayudó a entender lo que le había pasado, a tomar coraje para meterse, en sus palabras, en las profundidades que nos constituyen como personas. El coraje se transmite en la lectura de su libro con una voz que, sin necesidad de levantar el dedo acusador, se anima a contar las largas intervenciones en su vagina, para abrir un canal vaginal que le permitiera ser penetrada por un hombre o sus dificultades para tener orgasmos y vivir la sexualidad gozosa.

Durante mucho tiempo lo escribí en tercera persona, bajo el seudónimo de Vera. No me podía apropiar de mi propia historia. Por vergüenza, por miedo a ser excluida o a no poder soportar la mirada del otro. Gracias al apoyo del análisis y de mi pareja, me animé a concluir esta historia en primera persona, con mi nombre y apellido y seguir para adelante. Esto es el resultado de muchos años de investigación, de poder asumirme con todo lo que había pasado. Muchos años de silencio fueron expuestos en este texto. Lo escribí pensando en mis sobrinos, para que tengan una vida mucho más libre en la que no haya secretos. Me emocioné muchísimo cuando supe que mi sobrina eligió el texto para el colegio. Lo hice pensando en ayudar a otros y en ayudarme a salir de esa tumba en la que por tantos años fuimos condenados. Me parece extraordinario que las infancias o los chicos que vienen detrás nuestro puedan tener una historia de una persona intersex adulta que expone que todo lo que le han hecho en su infancia, creyendo que era lo mejor, era un sinsentido. Intervenciones irreversibles que causan un daño infinito”.

Para Schamun, el contexto de la ebullición del feminismo, las conquistas trans, la Educación Sexual Integral en los colegios fueron impulsos para contar su historia. “Celebré mucho la ESI porque muchos niños iban a dejar de sentir ese desamparo que sentimos muchas personas intersex en las infancias. Que no haya más opresión desde la infancia hasta la adultez. Y veo con mucha preocupación el avance hacia la destrucción de todas esas políticas públicas que nos ayudaron a tantos y tantas infancias y adultos a poder salir de ese encierro”.

CANDELARIA SCHAMUN ABR 2023, periodista, autora Penguin

CANDELARIA SCHAMUN ABR 2023, periodista, autora PenguinPor: ALEJANDRA LOPEZ

Tu libro no transmite bronca ni siquiera hacia tus padres ni hacia los médicos aún cuando es también un relato de sucesivos padecimientos a los que te sometieron. ¿Cómo definís el rol de la medicina frente a un caso como el tuyo? ¿Cambió en algo? ¿Cómo debería tratarse a una persona intersexual?

—Hubo un largo proceso de trabajo con la escritura, y fueron cambiando varios textos que sí estaban llenos de bronca. La mirada de la medicina sobre los cuerpos en general es esteticista. Demasiado cruel desde los cuerpos que tienen que ser totalmente perfectos, en todo sentido. Y esa mirada cruel sigue existiendo, siguen interviniendo niños y niñas que nacen con características diferentes. Niños intersexuales que siguen siendo mutilados. Sí hay un avance, pero siguen modificando genitales que no son hegemónicamente perfectos como dicen los libros de medicina. Y siguen asustando a las familias para que intervengan a estos niños urgente, cuando son cirugías, casi en su totalidad, estéticas que no modifican la salud de esa persona. En mi caso, las cirugías fueron mutilantes. Ninguna de las cirugías que me hicieron a mí revestían una urgencia médica ni había una urgencia fisiológica. Me gustaría que este libro invite a poder sentarnos a hablar con los médicos. No creo que sean enemigos. Creo que tienen una formación que en algunas situaciones es demasiado cruel. También hay una corriente de médicos que quiere cambiar esas maneras de ver al ser humano por lo que apuesto a que en un futuro esto sea un mal recuerdo. Me encantaría que este libro llegue a la facultades de medicina y de psicología porque creo que es la voz de una persona adulta que cuenta cómo arruinaron su infancia y parte de su adultez en pos de esta hegemonía que tienen que ser los cuerpos. Esas cirugías nos dejan daños irreparables de por vida.

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Schamun suma un comentario final que es una información importante para la charla. Lo hace, ya no en primera persona, sino en la segunda del plural. “Nosotros como intersex no decidimos sobre nuestros cuerpos. Fue la medicina la que asustó a nuestros padres. La interexualidad no tiene nada que ver con la identidad de género. Hay personas intersexuales heterosexuales, bisexuales, gay, lesbianas. Muchas veces se confunden y la verdad es que nuestros cuerpos fueron totalmente vulnerados sin nuestro consentimiento. Si se hacen encuestas de personas intersex adultas la gran mayoría diría que no hubiésemos decidido que nuestros cuerpos hubieran sido mutilados, porque las consecuencias son muy dolorosas e irreversibles. Desde los movimientos intersex pedimos que se dejen de mutilar niños y niñas en pos de esta ‘normalidad’ médica. Queremos la independencia, el respeto de nuestros cuerpos y también que los padres y madres, tíos y abuelos entiendan que quizás la mejor decisión, si esa persona no reviste ninguna urgencia, es no hacer nada, y que continúe ese cuerpo tal cual fue nacido y concebido. En Argentina hay movimientos intersexuales que están trabajando muchísimo para que en un futuro esto sean situaciones que ya nadie tenga que padecer. Que no haya más mutilaciones de personas nacidas. La ley de Educación Sexual Integral es vital para que los chicos nazcan con estas libertades. Sabiendo que hay cuerpos diferentes que también son hermosos”.

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