La primavera no termina de llegar a París y, por ahora, la lluvia es la protagonista de Roland Garros. Y con el agua y la extrema humedad el polvo de ladrillo de Bois de Boulogne es distinto. Ni mejor ni peor: sólo diferente.
Cambiaron las condiciones porque las canchas son más lentas y las pelotas son más pesadas y se agrandan con el uso. Los que más fuerte le pegan esperan ansiosos el cambio de las mismas que se da cada siete games (el primero) y cada nueve.
De todos modos, para los jugadores que tienen mucha potencia no es especialmente negativa la situación porque tienen más margen para golpear al máximo mientras para el resto hay una obligación de tener más paciencia, cambiar velocidades y ser muy inteligentes desde lo táctico.
Con tanta humedad es difícil mover la pelota y generar tiros ganadores. Ello provoca también un mayor riesgo de lesiones articulares aunque nadie sufrió hasta ahora con molestias de ese tipo, por ejemplo.
El punto importante y para destacar es que los grandes candidatos al título -Novak Djokovic, Jannik Sinner, Carlos Alcaraz, Alexander Zverev, Daniil Medvedev por un lado e Iga Swiatek, Aryna Sabalenka y Coco Gauff por el otro- jugaron hasta ahora bajo techo y ello también es diferente.
Allí la pelota es más rápida en comparación a cuando se juega al aire libre y con sol y los que rinden mejor en canchas rápidas indudablemente se sintieron más cómodos hasta ahora.
El pronóstico dice que recién el miércoles mejorará el clima en París. Cuando llegue ese día de cuartos de final sólo quedarán en el camino los mejores. Y no habrá habido lugar para las sorpresas.