Los corazones latían agitados. La euforia se sentía en el aire. Las gargantas estaban preparadas. “Muñeeeeeecooo, Muñeeeecooo”, tronó desde los cuatro laterales del estadio cuando los hinchas vieron a su líder asomar la cabeza por el túnel. A las 20.25, Marcelo Gallardo volvió a pisar el Monumental como técnico de River. Y a sentir una felicidad enorme.
Al escuchar la ovación que llegaba desde todas las tribunas, el Muñeco levantó sus brazos y abrió el corazón para saludar a sus fieles. Vestido de saco (con el escudo de River), suéter (con una camisa blanca debajo) y pantalón negro, después de pasar por el banco de suplentes, fue a saludar a su colega Frank Kudelka. Y, ya de nuevo en su lugar, desde el momento en el que Fernando Echenique hizo sonar el silbato, se quedó parado y vivió el partido que su equipo jugó ante Huracán con intensidad.
Se movió de un lado a otro y dio muchas indicaciones. Y pegó un salto cuando Claudio Echeverri marcó el gol. Justo el Diablito, al que tantas ganas tenías de dirigir ya que venía siguiendo de cerca su crecimiento en Inferiores. Y encima lo juntó con Franco Mastantuono. Para dejar en claro que su tacto y paladar futbolístico siguen intactos. Como para que el equipo empiece a recuperar la identidad.
“Miren miren que locura, miren, miren que emoción, ese es el Muñeco Gallardo que volvió a River para ser campeón”, entonaron, eufóricas las 85 mil almas que coparon el Monumental para ver el regreso del hombre de la estatua, que se puso de nuevo el sacó de técnico. Y siguió con un cántico para la competencia que más le gusta al Muñeco: “Quiero la Libertadoreeees…Yo te quiero Millonario, yo te quiero de verdad…”.
Uno año y nueve meses después de haber dirigido su último partido en este estadio, cuando los hinchas le brindaron una emotivo y nostálgica despedida, ahora tocaba el momento de darle de nuevo la bienvenida. No fue un adiós aquella noche del 16 de octubre de 2022, sino un hasta luego.
“Nunca me voy a ir de River porque River es mi vida”, había dicho en aquel entonces. Y a los pocos meses estuvo de vuelta para ver la inauguración de su estatua, esa mole de bronce que está sobre la Avenida Figueroa Alcorta, a pocos metros del ingreso al club y cerquita de la de Angel Labruna, el otro gran ídolo de la institución.
En un abrir y cerrar de ojos, el oriundo de Merlo está otra vez comandado al equipo desde el banco de suplentes. Tal vez más rápido de lo que los hinchas y hasta él mismo imaginaron. Sucede que, como dijo el propio Muñeco, nunca se fue.
El 10 de agosto de 2024 quedará señalado como el día del regreso de Gallardo. Para dar inicio a su segundo capítulo como entrenador del club. Así, el Muñeco cumplió con su calendario pesonal, que marca que nunca estuvo más de cuatro años fuera de Núñez y si se hace una línea de tiempo de sus 48 años, se observa que la mitad de su vida la pasó en River.
Primero, como un chico de las Inferiores (entre 1988 y 1993), después como futbolista profesional (tuvo tres etapas: 1993-99; 2003-2006 y 2009-2010) y luego como entrenador (2014-2022 y ahora desde agosto de 2024).
En Núñez, desde el regreso de Gallardo se respiran aires nuevos. Hay otro aura. En la semana revolucionó el club. Con su presentación oficial, cargada de emotividad e ilusión. Con el furor por conseguir una entrada. Con el ingreso de cinco mil socios nuevos en un puñado de días. La llegada del Muñeco renovó las energías. Y en las tribunas también se sintió.
Pero esto es fútbol y Gallardo pasó de la euforia al gesto serio a medida que Huracán comenzó a pisar con mayor firmeza sobre el verde césped del Monumental. Llegó el empate de Echeverría y un segundo tiempo favorable al Globo que dejó claro que el nuevo DT tendrá que trabajar bastante para ajustar piezas.
A pesar del empate y la decepción de no poder cortarle puntos al equipo de Kudelka, el público despidió con aplausos a River, recordando que el gran objetivo se inicia este miércoles con los choques ante Talleres en los octavos de la Libertadores. Ese certamen en que el DT hizo bandera una frase: «Que la gente crea».
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