miércoles, 23 octubre, 2024
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Marcelo Gallardo y sus cuatro errores clave en la derrota de River contra Atlético Mineiro, que lo dejó contra las cuerdas en la Copa Libertadores

La noche fue muy larga en el hotel Ouro Minas, donde River se alojó en Belo Horizonte. Las miradas cabizbajas y las caras preocupadas marcaban que el golpe en el Arena do Galo fue durísimo. Y más allá de las caricias en modo de aliento que recibieron de los hinchas que todavía daban vueltas por el lobby del establecimiento, el dolor era indisimulable. No solo por la goleada de Atlético Mineiro, sino también porque la sensación que quedó en el ambiente es que el conjunto Millonario no dio la talla en un partido crucial, como lo es una semifinal de Copa Libertadores.

El equipo, a diferencia de otras veces, no estuvo presente. No compitió. Dejó a gamba a los hinchas. Y se volvió -después del mediodía de este miércoles- a Buenos Aires con una estruendosa derrota y con la misión de ir por una épica remontada en el Monumental, el martes.

River también se llevó de Brasil en las valijas una muestra de realidad. Sonaron las alertas que se venían detectando en el torneo local, donde, con todos sus titulares, sacó dos puntos de nueve en los últimos tres partidos e hizo apenas un gol. Y en la Copa Libertadores se venía evidenciando que le costaba arrancar. No le sobró nada para eliminar a Talleres, más allá de haberle ganado los dos partidos y dejó en el camino con lo justo a Colo-Colo.

Cuando llegó la prueba de fuego, entonces, el equipo flaqueó. Y se pueden encontrar varias razones. La primera surge desde la cabeza. Esta vez lo que planificó Gallardo no resultó. Y tampoco logró corregirlo durante los 90 minutos. Tuvo errores que no suele cometer.

Marcelo Gallardo y un gesto que lo dice todo: River quedó con un pie y medio afuera de la Libertadores. Foto: Marcelo Carroll.

El planteo inicial fue tal vez lógico ya que se imaginaba y se preveía una línea de cinco defensores, dado el contexto y el estilo de jugar de Atlético Mineiro, buscando explotar las bandas.

El problema para River fue que los de Gabriel Milito jugaron de otra manera. Ante el mal estado del campo de juego, apostaron a saltear líneas, partir el mediocampo y tirar pelotazos a los tanques de arriba, que jugaron prácticamente mano a mano con los tres marcadores centrales. Para ello, hizo retroceder a Scarpa y Arana para que Bustos y Enzo Díaz salieran lejos.

A partir de allí, no hubo una buena lectura desde el banco de River. No se cambió el rumbo en el entretiempo y los cambios fueron figurita por figurita. El sistema táctico quedó igual y el equipo lo terminó padeciendo.

Gallardo, lejos de excusarse, fue autocrítico. “No salió nada de lo que intentamos desarrollar en la previa del partido. Cuando no fluye, es difícil hacer un análisis. Nada fluyó ni se manifestó de lo que habíamos pensando. Sufrimos en todas las líneas y no fuimos el equipo duro que queríamos ser, el rival lo vio y lo aprovechó. Es una enseñanza para todos», admitió el Muñeco.

En cuanto a la elección de los futbolistas para el once inicial también hubo algo que hizo ruido: la inclusión de Nicolás Fonseca. El técnico lo explicó: “Queríamos jugar mano a mano por afuera con los extremos de ellos. Por dentro jugaban con tres puntas y queríamos tomar hombre, con Fonseca libre para que pudiera tener la posibilidad de hacer 2-1. El hombre de más en el medio no fluyó y con pelotazos largos nos complicaron. Hubo desacoples”.

River cerró la noche aplaudiendo a los cuatro mil hinchas que viajaron hasta Belo Horizonte. Foto: EFE/ Joao Guilherme.

¿Era el indicado Fonseca para esa función, dado que no tiene orden y poco quite? El uruguayo no estuvo a la altura pero el problema del volante central en River ya es crónico, viene de arrastre desde la salida de Enzo Pérez y excede a Gallardo. Ni el uruguayo, ni Rodrigo Villagra, ni Matías Kranevitter (sorpresivamente no jugó ante Mineiro) pudieron afianzarse.

Si bien Gallardo intentó corregir el armado del plantel con la llegada de defensores de jerarquía, ya que la defensa era muy endeble, no tuvo tiempo de hacerlo con el mediocampo o no encontró los jugadores adecuados en un mercado de pases que ya estaba avanzado cuando él asumió su segundo ciclo, el 5 de agosto. Desde ese momento, pasaron 80 días y el equipo, más allá de algunos partidos donde mostró una buena presencia y fisonomía, todavía no pudo asimilar sus conceptos, no tiene un funcionamiento aceitado ni encontrar el juego que él pretende.

El armado de una mitad de la cancha con Simón, Fonseca y un Nacho Fernández en declive expone lo que River perdió en el último tiempo en ese sector, ya sin Enzo Pérez y Nicolás De La Cruz, dos figuras y referentes. River termina jugando con una mitad de cancha liviana en Brasil por una semifinal de Libertadores, en una instancia y ante un rival en el que se necesita más rigor físico y tenencia de pelota.

Caras largas en el regreso de River tras la derrota con el Mineiro. Foto: Marcelo Carroll.

Otra tema: River no pudo contar con Marcos Acuña, quien venía con dolor, probó en el calentamiento previo y la tendinitis en el isquiotibial izquierdo no lo dejó jugar. Si bien ya tenía el alta médica, ¿por qué se lo arriesgó el viernes ante Vélez?

Hay también, por otro lado, una gran cuota de responsabilidad de los jugadores. Que no mostraron rudeza para resistir, ni rebeldía ante la adversidad. Tampoco estuvieron enfocados. El tercer gol surge desde un lateral, por ejemplo. Y no presionaron como debían hacerlo. En el segundo tanto, Mineiro hace 18 toques por toda la cancha, ante la pasividad de los futbolistas de de la banda roja.

A River no le salió nada en un partido decisivo. Y ahora solo le queda el milagro de la remontada. Hay una paradoja en esa cuestión. Porque, más allá de las críticas al planteo de Gallardo, los hinchas se aferran a la ilusión de la épica, justamente, porque está el Muñeco al comando del equipo. El les enseñó a creer.

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