A pocas horas de que la Agencia Internacional de Energía lanzara la advertencia de que el aumento de la oferta prevista de gas licuado en el mundo en los próximos cinco años podría provocar un colapso en su precio, se realizaba en la ciudad de Neuquén uno de los encuentros de empresarios petroleros más concurrido de los últimos años. Las condiciones altamente inestables de los precios mundiales generan dudas, lógicamente, sobre la factibilidad de los distintos proyectos de licuefacción de gas para su exportación.
“La ventana son dos años para cerrar los acuerdos. Es ahora o nunca”, manifestó dramáticamente Horacio Marín, presidente de YPF, esta semana durante el encuentro Argentina Oil & Gas (AOG 2024) en la ciudad de Neuquén, a la que concurrieron los CEOs de las mayores empresas petroleras locales y representantes de firmas extranjeras en un número que no se había alcanzado en ediciones anteriores.
Marín se refería así a los proyectos en danza para convertir el gas de Vaca Muerta en GNL, para luego exportarlo. “Si no desarrollamos el GNL no hicimos el trabajo. El gas de Vaca Muerta lo desarrollamos ahora o no lo desarrollamos, afirmó el CEO de YPF en una entrevista que dio en el marco de la AOG 2024, al portal especializado Más Energía.
La salida de la firma estatal malaya Petronas del negocio en Argentina, con la cual YPF proyectaba instalar una planta de licuefacción en tierra, en Bahía Blanca, con una inversión de 30.000 millones de dólares, obligó a la petrolera argentina a cambiar de estrategia. Hubo algún intento de buscar un reemplazante para Petronas –de palabra, Marín sostiene que esa alternativa sigue abierta, aunque no aparezcan candidatos–, pero mientras tanto se elaboró una alternativa más accesible: encargar la construcción de dos barcos para producir GNL costa afuera de Punta Colorada, Río Negro.
La estimación es que las dos unidades flotantes podrían estar en capacidad de producir entre 2028 y 2029, fecha para la cual deberían estar instalados los gasoductos que permitan trasladar el fluido desde Vaca Muerta hacia su nuevo destino: el puerto por erigirse en la costa rionegrina.
La planta de licuefacción en tierra no está descartada, como ya fue dicho, pero Marín admite que quedaría «para una segunda etapa». Por el momento, los esfuerzos para poder llevar a cabo el proyecto están centrados en poder negociar contratos de compraventa con países importadores que le garanticen la salida al producto. Y con los contratos firmados, salir a buscar financiamiento bancario para la inversión.
Señal de alarma
El encuentro AOG 2024 se realizó entre miércoles y viernes de esta semana. Cinco días antes de su inicio, un informe de la Agencia internacional de Energía, «organismo autónomo de la OCDE, que actúa como consejero sobre la política energética de sus Estados miembros», alertó sobre «una ola de nuevo GNL» que entraría al mercado en el próximo lustro, de la mano de múltiples proyectos de plantas de licuefacción a construir o ya en proceso de construcción. Muchas de ellas, en Estados Unidos.
Según estimación de la AIE, la oferta de GNL que alcanzó a 580 millardos de metros cúbicos (bcm) en 2023, pasaría a 850 bcm en 2030: un aumento cercano al 50 por ciento. «Este fuerte crecimiento supondría una baja en el precio internacional del GNL», señala el World Energy Outlook de la Agencia.
«Un aumento de casi el 50% en el suministro mundial de GNL está en el horizonte», dice el informe, pero señala, al mismo tiempo, que los países con la infraestructura para absorber esa capacidad están invirtiendo en energía limpia. Es decir, podrían encontrar sustitutos accesibles a menor precio.
En el caso de Europa, uno de los mayores demandantes de GNL, no solo le cabe la posibilidad de migrar hacia las energías verdes como fuentes de abastecimiento, sino que tampoco habría que descartar una resolución, en los próximos años, del conflicto entre Rusia y Ucrania, y la posibilidad que, reparación mediante de los gasoductos intencionalmente dañados, el gobierno de Putin vuelva a ser el principal proveedor de gas al Viejo Continente.
Esta perspectiva complica los planes de exportación del gas de Vaca Muerta a través de su conversión en GNL. Sobre todo porque algunos análisis técnicos, a los que tuvo acceso Página 12, indican que el «precio de entrega» que podría ofrecer Argentina en Europa o en países asiáticos (India, China y Pakistán son potenciales importadores de peso) quedaría por arriba del precio internacional si se produce el derrumbe de este último como anticipa la AIE.
Un derrumbe que, además, apunta la Agencia, podría extenderse por más de 20 antes de su recuperación (es decir, más alla del año 2050).
«El problema para los proveedores de GNL es que el costo de licuefaccion, transporte y regasificación lo convierte en un combustible relativamente caro. En países como la India los precios del gas importado tendrían que rondar los 3 a 3,5 dólares el millon de btu para competir con el carbon. Y es probable que el costo de entrega del GNL para muchos proyectos de exportacion en todo el mundo estén por arriba de esos valores», comentó un artículo de Bloomberg la semana pasada.
En el caso de los proyectos impulsados en Argentina, ese costo de entrega está por encima de los 8 dólares el millón de btu, según los estudios aludidos.
Marín contó, en la nota con el portal Más Energía, que acaba de regresar de una recorrida visitando potenciales compradores del GNL argentino. Alemania, Italia y Hungría fueron escalas de su periplo. El objetivo, dijo, es tener al menos el 70 por ciento de la producción vendida antes de tomar la decisión final de inversión.
Si dichos contratos van a ser el fundamento principal para conseguir el financiamiento de bancos internacionales, como también señaló el CEO de YPF, la conclusión inmediata es que, en el actual estado de situación del mercado internacional, sólo la primera etapa de construcción tiene alguna chance de concreción. La planta onshore, la que no se concretó con Petronas, es de una magnitud de inversión fuera de escala para las condiciones actuales, es la opinión coincidente entre el empresariado energético. «Sólo se sostiene por la presión política del gobierno sobre las autoridades de YPF», sugieren en voz baja varios de los consultados.
La chance sigue abierta para el proyecto PAE-British Petroleum, en base al acuerdo de alquiler de un buque productor de GNL de la firma noruega Golar. También sigue en pie el proyecto de Techint para montar plantas de licuefacción en tierra, en el área Bahía Blanca, pero de una dimensión muy inferior a la proyectada megaplanta de YPF. A este proyecto se incorporarían otros socios privados. Pampa Energía, de Marcelo Mindlin, es uno de los que estudia esta alternativa.
Hay dos factores que mantienen vivo estos proyectos, pese al panorama negro que pintó la AIE. Parte del gas licuado a exportar tendría un destino cercano, Brasil. Es la franja de mercado que podría resistir el bajón de precio. El otro factor, según los analistas, es que el margen de utilidad o «colchón» que existe entre el precio del gas natural y su costo de extracción en Argentina es tan alto, que sigue siendo negocio encontrarle un destino y una salida a la producción de Vaca Muerta.
Los más interesados en el desarrollo del GNL son los que tienen la mayor capacidad de producción de gas en Vaca Muerta. La pregunta sin respuesta es quién le financiará las inversiones.