miércoles, 25 diciembre, 2024
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Del esfuerzo personal al empleo en blanco: cómo se sale de la pobreza según los sectores socioeconómicos altos y bajos

En 2019, un estudio de Voices para Fundación La Nación reveló varios mitos y prejuicios profundamente arraigados en la sociedad sobre los sectores vulnerables, como la creencia de que la pobreza es consecuencia de la falta de voluntad para progresar. En 2024 se realizó un nuevo estudio enfocado en la desigualdad, el acceso a oportunidades y servicios básicos, y las barreras que dificultan el progreso.

La mayoría de los argentinos perciben al país como profundamente desigual: 8 de cada 10 a nivel nacional así lo sostuvieron. Las áreas más desiguales son el acceso a la vivienda, seguido por el trabajo, la alimentación, la salud y la educación.

En cuanto a las condiciones imprescindibles para no ser pobres, los sectores de mayor nivel socioeconómico sostienen que depende fundamentalmente del acceso a la educación y suelen enfatizar el esfuerzo personal como factor clave para salir de la pobreza. De hecho, la mayoría de las personas de mayores ingresos cree que si los pobres trabajaran más duro, podrían salir de su situación.

En cambio, los sectores más vulnerables destacan en primer lugar la necesidad de tener un trabajo en blanco como condición indispensable para salir de la pobreza. Es que una amplia mayoría del segmento bajo (76%) manifiesta que no tiene posibilidad de acceder a un empleo formal. Esta situación los deja fuera del sistema, sin ningún tipo de cobertura. Otro aspecto que se reclama con fuerza es la posibilidad de acceder a una vivienda digna aunque se la ve como inalcanzable.

En opinión de los argentinos recae sobre el Estado la principal responsabilidad de abordar eficazmente los desafíos de la pobreza y la desigualdad, aunque esta cifra ha disminuido de 80% a 72% en los últimos cinco años. Cabe destacar que son los jóvenes quienes señalan en menor medida la importancia del Estado en la resolución de este problema.

Ha crecido en los últimos años la percepción de que se requiere una acción coordinada entre el Estado, la sociedad en general, las empresas y las organizaciones de la sociedad civil en la resolución de los problemas sociales.

En cuanto a las prioridades que se reclaman al Estado, los sectores vulnerables destacan la generación de oportunidades laborales (60% frente al 47% en los sectores altos). Ambos segmentos coinciden en señalar la educación (en mayor medida los altos) y la capacitación laboral como segundas prioridades. Interesa recalcar que estas demandas en los sectores vulnerables superan a los reclamos de acción directa como el apoyo económico o la entrega de alimentos. Esto muestra la voluntad de trabajo y progreso de los pobres.

Existe consenso en que los problemas estructurales, fundamentalmente la economía deficiente y la corrupción política, son los principales impedimentos para superar la pobreza en Argentina. Y son los sectores bajos quienes más mencionan el problema de la corrupción (70% frente al 61% en los sectores altos).

Las diferencias entre los sectores socioeconómicos altos y bajos en Argentina reflejan no solo disparidades en las condiciones de vida, sino también en la forma en que cada grupo percibe la pobreza y las soluciones para superarla.

Mientras los sectores altos confían más en el esfuerzo personal y las oportunidades educativas, los de bajos recursos o destacan la falta de acceso a empleo formal, vivienda y servicios básicos como los mayores obstáculos para salir de la pobreza.

Ser o sentirse pobre para los sectores vulnerables implica una vida de carencia y fragilidad que obliga a resistir con lo poco que se tiene. Aun así, no dejan de tener sueños y ansias de progreso. Viven el presente, pero tienen la mirada puesta en lo que vendrá. Son personas resilientes que buscan salir adelante mientras velan por darle a sus hijos mayores herramientas para su futuro. La solidaridad del barrio y de quienes los rodean se convierte en un apoyo crucial para enfrentar las adversidades.

El estudio muestra que los sectores populares reclaman trabajo y capacitación para salir de la pobreza, lo que choca muchas veces con prejuicios sociales que estigmatizan a los pobres como personas que no quieren trabajar o estudiar, que quieren vivir de subsidios, que tiene hijos para cobrar planes sociales, que son violentos y/o tienen un alto consumo de droga y alcohol. Estos prejuicios están basados en estereotipos y concepciones erróneas de la pobreza. La realidad es muy compleja y está marcada por barreras estructurales que limitan sus oportunidades de progreso y perpetúan las desigualdades.

El desafío radica en superar estos estereotipos y prejuicios, y comprender que la pobreza no es solo una cuestión de falta de esfuerzo, sino de condiciones sociales y oportunidades. Una relación más empática entre los sectores haría más fácil llevar adelante acciones personales y políticas más eficaces para reducir la desigualdad y vivir en una sociedad más justa y solidaria.

La autora es socióloga, presidente de la consultora Voices!, presidenta del Comité de Sociología Comparada de International Sociological Association y miembro de número de la Academia Nacional de Educación. Además fue presidenta y es académica de número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. También presidió la Asociación Mundial de Opinión Pública (WAPOR).

*Durante marzo y abril pasado, la consultora Voices! indagó en las percepciones de la ciudadanía respecto de la pobreza y la desigualdad y cuáles serían, a su entender, las medidas más efectivas para revertirlas. Lo hizo en exclusiva para LA NACION y valiéndose de 1006 encuestas online y dos grupos focales en los barrios populares La Ribera de Bernal, en Quilmes, y Villa 31, en Retiro, CABA.

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