El martes 12 de noviembre se celebró en Ciudad de México el V Seminario de Innovación Educativa de Ticmas, que reunió a destacados especialistas en educación y tecnología para analizar los desafíos actuales de la enseñanza en Latinoamérica y proyectar sus posibilidades futuras. Con el lema “Innovación Educativa para el Siglo XXI”, la jornada vespertina fue un espacio de debate que incluyó la participación de expertos como Maurilio Suárez, Juan Alfonso Mejía López, Alejandro Enríquez, Rosa Wolpert, Silvia Ojeda y Valentina Uribe, entre otros. Ellos compartieron las diferentes perspectivas sobre alfabetización, inteligencia artificial, pensamiento crítico y metodologías activas.
Los paneles estuvieron moderados por Oscar Colorado y en cada uno de ellos se discutió cómo las nuevas generaciones, que nacen en un entorno digital, necesitan herramientas que integren tecnología y creatividad, así como habilidades emocionales y sociales para enfrentar los cambios del mundo contemporáneo.
La IA, la alfabetización, el enfoque STEAM y la formación de pensamiento crítico surgieron como ejes clave para un aprendizaje integral y actualizado. Aquí un resumen de cada encuentro.
En el marco del V Seminario de Innovación Educativa, el educador Maurilio Suárez participó de una entrevista a cargo de Oscar Colorado, donde exploró la relevancia del enfoque educativo STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemáticas) para los nativos digitales. Este enfoque, explicó Suárez, tiene el potencial de transformar la educación al integrar metodologías activas y colaborativas que responden a las demandas y particularidades de las nuevas generaciones, quienes nacieron en un entorno dominado por la tecnología.
Suárez destacó que el enfoque STEM, surgido en los años noventa, responde a una necesidad urgente de desarrollar habilidades de pensamiento crítico y resolución de problemas en un contexto educativo donde predominan los nativos digitales. Según el especialista, el enfoque ha evolucionado hacia la inclusión de las artes, convirtiéndose en STEAM, lo que amplía su capacidad para integrar el pensamiento crítico y el aprendizaje en proyectos. “Hoy en día tenemos tres generaciones de nativos digitales: los millennials, los centennials y la generación Alfa, quienes ya nacieron en un mundo con internet”, detalló Suárez en diálogo con Colorado, enfatizando que estas generaciones requieren métodos de aprendizaje distintos a los tradicionales.
Para Suárez, el impacto de STEM se da en dos áreas cruciales de la enseñanza: la pedagogía y la dimensión relacional. En sus palabras, el aprendizaje puede representarse como un triángulo que se conforma de la pedagogía (cómo se enseña), el saber del docente y su relación con los estudiantes. STEM, explicó, incide de manera significativa en las dos primeras áreas, ya que fomenta la enseñanza activa y la relación directa con los estudiantes, aspectos clave para conectar con las nuevas generaciones. “Ante la generación del TikTok y Twitter, el aprendizaje en equipo es ideal para promover el aprendizaje colaborativo”, señaló Suárez, quien también advirtió que es un error limitar este enfoque a la robótica o las clases de computación.
Durante la entrevista, Colorado indagó sobre los cambios en la enseñanza a lo largo de los 25 años de trayectoria de Suárez, quien enfatizó que, más que aprender mejor o peor, los estudiantes de hoy aprenden de forma diferente. Subrayó que las aulas de hoy son un espacio intergeneracional, con docentes y estudiantes que abarcan hasta cinco generaciones distintas. “El gran reto es que nosotros, los docentes, tenemos que adaptarnos a ellos, no ellos a nosotros”, afirmó Suárez. Para lograrlo, recomendó a los profesores utilizar metodologías activas, como el aula invertida o el aprendizaje basado en proyectos, para hacer que sus clases sean dinámicas y atractivas.
A lo largo de la charla, el educador cuestionó los métodos pedagógicos tradicionales, que describió como una “distanasia pedagógica”, es decir, modelos que continúan en uso pese a estar desfasados. En su opinión, la pandemia aceleró el uso de tecnologías educativas, pero aún persiste cierta resistencia al cambio. “El gran reto es acompañar el enfoque STEM de un cambio en la manera de entender la pedagogía en los centros educativos”, explicó Suárez, quien insistió en que sin un modelo pedagógico adecuado, el STEM no alcanzará su verdadero potencial transformador.
“Creo que los profes tenemos ese gran rol: ayudar a generar pensamiento crítico”, Maurilio Suárez
Colorado también preguntó sobre los desafíos que enfrentan los docentes cuando intentan aplicar métodos innovadores. Muchas veces, los profesores que implementan gamificación o herramientas interactivas reciben evaluaciones negativas de los estudiantes, quienes esperan una clase tradicional. “No sé si esté fallando el maestro o el diseño del instrumento que lo evalúa”, dijo Suárez y subrayó que el rol del docente debe cambiar: ya no es el único transmisor de conocimiento, sino un facilitador que impulsa el pensamiento crítico en sus estudiantes.
Finalmente, Suárez instó a los docentes a ser más humildes y aceptar la necesidad de adaptarse a las nuevas herramientas y enfoques. Para aquellos que no dominan la tecnología, sugirió acercarse a colegas familiarizados con el entorno digital y colaborar en el diseño de experiencias de aprendizaje efectivas. “Creo que los profes tenemos ese gran rol: ayudar a generar pensamiento crítico”, afirmó. El objetivo, concluyó Suárez, es que el docente actual promueva la capacidad de sus alumnos para discriminar la información, interpretar de manera crítica y tomar una postura fundamentada, habilidades que son esenciales en una era marcada por el acceso masivo a la información.
Luego de la entrevista a Maurilio, comenzó un bloque de presentaciones en torno a las prácticas de alfabetización. El primero de esos paneles, también moderado por Oscar Colorado, reunió a Rosa Wolpert (National Education Officer en UNESCO), Silvia Ojeda (directora de Instituto Natura) y Valentina Uribe (fundadora de la Fundación Zorro Rojo). Las tres analizaron los desafíos de la alfabetización inicial en México, donde millones de niños avanzan en el sistema educativo sin consolidar habilidades de lectura y escritura. La UNESCO, dijo Wolpert, trabaja en monitoreo y evaluación de programas en este ámbito, reconociendo que “el derecho a la educación no se cumple con que los estudiantes asistan a la escuela, sino con que aprendan en ella”.
“Trabajamos con más de 34.000 docentes, quienes a su vez han alcanzado a 1,1 millones de estudiantes”, Silvia Ojeda
Para enfrentar el problema de alfabetización infantil, la Fundación Zorro Rojo, el Instituto Natura y la UNESCO implementaron políticas educativas en nueve estados mexicanos, incluyendo Yucatán, Veracruz, Querétaro y Nuevo León. Ojeda explicó que la iniciativa incluye capacitación a docentes y creación de materiales pedagógicos, con el objetivo de que los estudiantes consoliden las habilidades de lectoescritura en los primeros grados de primaria. “Actualmente, hemos trabajado con más de 34.000 docentes, quienes a su vez han alcanzado a 1,1 millones de estudiantes”, destacó Ojeda, mencionando que estos esfuerzos abarcan aproximadamente el 20% de la matrícula nacional en los primeros años de primaria.
Uribe subrayó la importancia de intervenir tempranamente, ya que muchos estudiantes avanzan a tercer grado sin saber leer ni escribir adecuadamente, lo que obstaculiza su aprendizaje en otras áreas. Para abordar esta situación, Fundación Zorro Rojo capacita a los maestros en el uso de materiales didácticos adecuados y técnicas de enseñanza que valoran a los niños como “sujetos activos, inteligentes e interesados”. En este sentido, destacó la importancia de un enfoque pedagógico basado en principios de neurociencia, psicología cognitiva y psicogénesis, que permita una enseñanza reflexiva y adaptada a los procesos de aprendizaje infantil.
Se trata de saber exactamente con nombre y apellido qué niñas y niños avanzan sin haber consolidado el proceso de alfabetización”, Valentina Uribe
Un aspecto clave de la iniciativa es su sistema de monitoreo y evaluación. Según Wolpert, el diagnóstico se realiza al inicio, a mitad y al final del ciclo escolar, mediante un dictado breve que evalúa el progreso de los estudiantes y facilita la intervención temprana. A través de este diagnóstico, los docentes pueden identificar en qué nivel se encuentra cada niño —presilábico, silábico o alfabético—y ajustar sus métodos en consecuencia. Uribe enfatizó que este tipo de evaluación ayuda a evitar que los estudiantes avancen de grado sin haber consolidado sus habilidades de lectoescritura: “Se trata de saber exactamente con nombre y apellido qué niñas y niños avanzan sin haber consolidado el proceso de alfabetización”.
Colorado, entonces, interrogó a las panelistas sobre la adaptabilidad de estas políticas a la diversidad regional de México, donde existen distintas realidades en el sistema educativo. Uribe explicó que, si bien es necesario adaptar algunos aspectos al contexto, el proceso de aprendizaje de la escritura en español es universal, lo que permite aplicar un enfoque común. Sin embargo, en el diseño de materiales y la capacitación de docentes, se valoran las distintas formas de aprendizaje de los niños, adecuando la enseñanza a los procesos naturales de desarrollo del lenguaje.
El monitoreo continuo también se usa para ajustar los programas según los datos obtenidos. Wolpert describió cómo los estados pueden identificar áreas de mejora al observar los resultados de sus escuelas, y señaló que los datos no solo permiten evaluar el aprendizaje de los niños, sino que también fortalecen el compromiso del sistema educativo en cada región. “Cada quien tiene que valorarse a sí mismo, verse y tener elementos para tomar decisiones, hacer cambios y ajustes”, agregó Wolpert.
Al cierre, cada panelista reflexionó sobre el rol de sus organizaciones en el contexto de esta colaboración. Wolpert subrayó el mandato de la UNESCO de acompañar a los países en sus compromisos de educación inclusiva y de calidad, mientras que Ojeda describió el trabajo del Instituto Natura como un esfuerzo por “impulsar políticas transformadoras que contribuyan a la mejora de la calidad de vida”. Finalmente, Uribe reafirmó el compromiso de Fundación Zorro Rojo de “visibilizar a las niñas y niños que no saben leer y escribir y garantizar que aprendan”.
La colaboración entre instituciones y sociedad civil ha permitido implementar políticas de alfabetización y a la vez generar una cultura de análisis y mejora continua en el sistema educativo mexicano.
El bloque de alfabetización continuó con la participación de Juan Alfonso Mejía López, profesor investigador y exsecretario de Educación de Sinaloa, junto a Alejandro Enríquez, director de la Facultad de Humanidades de la Universidad La Salle, exploraron las transformaciones y desafíos en la alfabetización infantil y juvenil en México. Moderado por Oscar Colorado, el panel abordó no solo los cambios que impuso la pandemia, sino la necesidad de innovar en los sistemas educativos para responder a los retos de una era postpandémica.
En su intervención, Enríquez destacó el impacto negativo que la pandemia tuvo en el perfil de ingreso de los estudiantes universitarios. Según su experiencia, aquellos que ingresaron tras los confinamientos muestran dificultades en comprensión lectora y escritura, habilidades básicas que son fundamentales para el aprendizaje. “Les cuesta mucho leer, les cuesta más leer textos complejos, como los de matemáticas o filosofía, que demandan habilidades cognitivas elevadas”, explicó. En este sentido, advirtió que las habilidades lectoras requieren una base sólida que muchos jóvenes parecen no haber logrado durante los años de educación en línea.
Por su parte, Mejía López observó que la pandemia reveló la rigidez de los sistemas educativos, que en muchos casos volvieron a los métodos tradicionales tras la emergencia. Para él, este fenómeno global fue una oportunidad desaprovechada para reestructurar y modernizar la educación. Recordó cómo, en su rol de secretario de Educación, alentó a los docentes a centrarse en el aprendizaje significativo y les sugirió “agarrar el currículum y tirarlo”. Mejía recalcó la importancia de acompañar a los profesores y darles libertad para innovar, en lugar de sujetarlos a los métodos convencionales. “El profesor necesita libertad para innovar”, subrayó, señalando que las escuelas requieren de autonomía para adaptarse al contexto particular de cada comunidad.
Uno de los temas centrales fue la necesidad de repensar el papel del docente. Enríquez abogó por un modelo de enseñanza en el que tanto el profesor como el alumno estén en el centro, en un enfoque más colaborativo que fomente el trabajo en equipo y el aprendizaje situado. Este enfoque, aseguró, promueve una relación más equitativa entre profesor y estudiante, reconociendo los intereses y el contexto de cada alumno. Al respecto, y como decía Maurilio Suárez al principio de la jornada, destacó la importancia de comprender el entorno en el que viven los estudiantes y adaptar la enseñanza a sus experiencias e intereses. “Para captar su atención, he tenido que aprender qué es lo que llama la atención de los jóvenes de hoy”, comentó Enríquez, refiriéndose a su esfuerzo por conectar con las generaciones actuales.
En otro momento de la conversación, Mejía López compartió su experiencia en Sinaloa, donde los estudiantes pasaron del puesto 26° al 2° en evaluaciones nacionales de secundaria. Explicó que esto se logró a través de una serie de prácticas como el aprendizaje basado en proyectos y la enseñanza de habilidades emocionales. En su opinión, estos métodos aumentan la motivación de los estudiantes y los preparan para enfrentar problemas reales. “El aprendizaje con base en proyectos y en habilidades es fundamental; aprender es una emoción, y nadie aprende con miedo”, sostuvo, enfatizando la necesidad de un ambiente de aprendizaje seguro y adaptado a la realidad de cada estudiante.
Un tema recurrente fue la relevancia de la alfabetización para el desarrollo de habilidades de comprensión lectora y pensamiento crítico. Enríquez subrayó que la alfabetización no se limita a la habilidad de descifrar palabras, sino que implica desarrollar competencias que permitan a los estudiantes navegar en un mundo complejo. Resaltó la importancia de la lectura contextualizada, afirmando que los estudiantes pueden sentirse más motivados si se les permite explorar temas que están vinculados a sus vidas. Para ilustrarlo, mencionó que un niño puede estar más interesado en escribir sobre una leyenda de su comunidad que en textos impuestos por un programa rígido, ya que esto les permite conectar su aprendizaje con su realidad cotidiana.
Sobre la adaptabilidad de los sistemas educativos, Mejía insistió en que los modelos deben ser flexibles y adaptarse a las barreras que enfrentan los estudiantes en sus contextos específicos. Considera fundamental que los sistemas educativos acompañen a las comunidades y respondan a sus realidades. Mencionó un ejemplo de autogestión en una escuela de Surutato, Sinaloa, donde los docentes se organizaron para continuar las clases a pesar de las dificultades de la pandemia. Esta experiencia le enseñó que los maestros necesitan no solo recursos, sino también autonomía para tomar decisiones que beneficien a sus estudiantes.
Finalmente, los panelistas coincidieron en que las reformas educativas deben partir de una comprensión profunda de las necesidades y barreras que enfrentan los estudiantes. Enríquez señaló que, aunque los currículums son necesarios como referencia, deben permitir la flexibilidad y adaptarse al contexto local de cada escuela y comunidad. Esta flexibilidad, en su opinión, es clave para que los modelos educativos puedan responder a las realidades culturales y socioeconómicas de cada región.
En el tercer panel dedicado a la alfabetización y la comprensión lectora, Ana Marcela Castellanos, vicerrectora académica de la Universidad La Salle, y Álvaro Álvarez Delgado, coordinador del programa “Pasión por la Lectura” del Tec de Monterrey, compartieron sus perspectivas sobre el papel transformador de la lectura y las diversas dimensiones de la alfabetización en el contexto actual de la educación. La charla abordó tanto los desafíos que impone la era digital como las oportunidades que ofrece la lectura para desarrollar habilidades críticas y humanistas.
Castellanos inició su intervención subrayando la importancia de una alfabetización que trascienda la lectura y la escritura para incorporar competencias emocionales, sociales y digitales. En un contexto donde el acceso a internet y dispositivos digitales sigue siendo desigual en México, explicó que la alfabetización digital no es solo una herramienta tecnológica, sino una vía para disminuir brechas de inequidad y fomentar la inclusión. Destacó que, aunque los estudiantes tengan acceso a los recursos básicos, muchos docentes y alumnos aún enfrentan barreras para integrarse plenamente en el entorno digital. “No podemos conformarnos con que nuestros alumnos sepan leer y escribir; hoy deben analizar críticamente la información y aprender a convivir en un mundo digital”, afirmó. Castellanos hizo hincapié en que los docentes deben mantener una formación continua para poder adaptarse a los cambios de un mundo en constante transformación y ayudar a sus estudiantes a integrarse en esta nueva realidad.
La educadora también enfatizó el papel de la alfabetización como un derecho humano esencial y como una herramienta para entender y participar en el mundo. Para Castellanos, la lectura y la alfabetización digital son indispensables para fortalecer el pensamiento crítico y capacitar a los estudiantes para enfrentar desafíos globales. En este sentido, destacó que el docente de hoy debe acompañar a sus estudiantes en el desarrollo de habilidades sociales y emocionales, formando individuos capaces de adaptarse a distintos entornos y de relacionarse de manera saludable. Con una metáfora personal, describió al maestro como un “sembrador”, que prepara el terreno de sus estudiantes para que crezcan y se desarrollen plenamente, a pesar de que no todas las semillas florezcan en el mismo momento ni de la misma manera.
“No podemos conformarnos con que nuestros alumnos sepan leer y escribir; hoy deben analizar críticamente la información y aprender a convivir en un mundo digital”, Ana Marcela Castellanos
Por su parte, Álvaro Álvarez Delgado abordó el aspecto más subjetivo y sensible de la lectura, afirmando que, además de ser una herramienta de aprendizaje, la lectura es una experiencia emocional y de autoconocimiento. Partió de una crítica a los métodos convencionales de enseñanza, que tienden a exigir a los estudiantes lecturas que resultan ajenas a su realidad. “Muchos planes de estudio siguen considerando que el alumno llegará a la universidad habiendo leído textos clásicos, pero la realidad es que pocos textos les despiertan interés cuando están desconectados de su contexto”, comentó. Para Álvarez, los educadores deben crear una conexión significativa entre los alumnos y la palabra escrita, adaptando las lecturas y las estrategias de enseñanza a la sensibilidad de cada estudiante.
Álvarez destacó la importancia de acercar a los estudiantes a la lectura de forma activa y creativa, sugiriendo prácticas como la lectura multisensorial. Describió una actividad realizada en primaria, en la que los niños ilustraban haikus utilizando materiales de elaboración propia, lo cual les ayudaba a comprender y a conectar emocionalmente con las palabras. Además, destacó cómo las herramientas digitales pueden enriquecer la comprensión lectora: desde plataformas como Canva hasta el uso de notas de voz o podcasts, estas herramientas permiten a los estudiantes interactuar con el texto en formatos visuales y auditivos, promoviendo una lectura activa y crítica. “Lo importante es cómo leemos, no tanto el formato”, afirmó, haciendo un llamado a que los docentes integren herramientas digitales que despierten la curiosidad y el pensamiento crítico de los estudiantes.
Ambos panelistas coincidieron en que la lectura debe entenderse como una práctica que no solo enriquece el conocimiento, sino también la capacidad de introspección y la visión crítica de quien lee. Castellanos subrayó que, en un mundo donde el 70% de las ocupaciones de 2030 aún no existen, los docentes enfrentan el reto de preparar a sus estudiantes para profesiones y desafíos que ni siquiera han sido inventados. En este contexto, la alfabetización y la lectura crítica son esenciales para que los estudiantes puedan adaptarse a los cambios y convertirse en individuos con capacidad de análisis y resiliencia.
El panel de cierre del V Seminario de Innovación Educativa de Ticmas, contó con la presencia de los especialistas Pedro Aparicio y Héctor Ríos, quienes ofrecieron su visión sobre el impacto de la inteligencia artificial en el aula y su potencial para transformar el proceso educativo. Ambos panelistas compartieron experiencias y reflexionaron sobre los desafíos y oportunidades de integrar la IA en la educación, destacando tanto el papel del docente como la importancia de mantener una visión ética en su implementación.
Aparicio, profesor y especialista en el uso de tecnología educativa, destacó que la IA permite optimizar tiempos y personalizar el aprendizaje, ayudando a los docentes a planificar de manera efectiva y a atender necesidades específicas de los estudiantes. “El docente tiene en la IA una herramienta poderosa para diseñar experiencias de aprendizaje personalizadas que pueden incluir desde proyectos hasta resolver problemas sociales complejos, como el medio ambiente o la falta de agua”, sostuvo. En su opinión, es fundamental que los docentes superen el miedo inicial y se atrevan a salir de su zona de confort, ya que el uso adecuado de la IA tiene el potencial de enriquecer el entorno educativo y fomentar el pensamiento crítico de los estudiantes.
Ríos, quien se desempeña en el Tec de Monterrey, subrayó el rol de la IA como un asistente en el aula, capaz de responder a las preguntas individuales de los estudiantes. Explicó que la IA permite a los alumnos formular sus dudas y obtener respuestas que un docente difícilmente podría dar en un aula llena. Sin embargo, advirtió que la IA no debe sustituir la interacción social inherente al proceso educativo: “La educación es un proceso social, y necesitamos de la interacción con otros para consolidar conocimientos. La IA no reemplazará al docente, pero puede ser una herramienta valiosa para potenciar el aprendizaje de los estudiantes”, afirmó Ríos. Agregó que el éxito de la integración de la IA dependerá de una alfabetización adecuada que enseñe a los estudiantes a usar estas herramientas de manera ética y eficiente.
Uno de los temas centrales fue el temor generalizado de que la IA reemplace a los docentes. Ambos especialistas coincidieron en que la IA no sustituirá el papel humano del profesor, especialmente en aspectos como la empatía, la creatividad y la orientación personal. Aparicio mencionó que, aunque en algunas instituciones se experimenta con robots y bots en el aula, el rol del docente sigue siendo insustituible en la formación del pensamiento crítico y en la construcción de relaciones de confianza con los estudiantes. “Podrá haber avances tecnológicos sorprendentes, pero la función de guía y mentor del profesor sigue siendo fundamental en el proceso de enseñanza-aprendizaje”, señaló.
Al cierre, ambos panelistas ofrecieron recomendaciones para que los docentes puedan comenzar a experimentar con IA en el aula. Ríos aconsejó definir con claridad el propósito pedagógico antes de implementar cualquier herramienta de IA, sugiriendo que los profesores se pregunten “¿Para qué quiero usar IA en mi clase?” como un primer paso crucial. Una vez identificado el objetivo, los docentes pueden explorar herramientas específicas, como avatares para la práctica de lectura en voz alta, que pueden ayudar a los estudiantes a mejorar habilidades específicas de una manera dinámica y sin limitaciones de tiempo.
Para Ríos, el componente ético también es fundamental, y recomienda que cada institución educativa establezca normas claras para el uso de IA, protegiendo la privacidad y los datos personales de los estudiantes.