viernes, 10 enero, 2025
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Construyendo la gran fuerza política de la resistencia de la clase trabajadora y la juventud

Panorama internacional. Crisis de hegemonía y desarrollo acelerado de nuevos fenómenos políticos y de la lucha de clases

Una estabilización económica coyuntural, que no soluciona las tensiones estructurales


Argentina es parte de las tendencias internacionales a las crisis económicas y de los regímenes políticos que intentan ser resueltas por la extrema derecha. Milei llega a su primer año habiendo logrado avanzar con el ajuste y algunas reformas (contenidas en la corrupta Ley Bases y el mega DNU 70/23) y una estabilización coyuntural de la economía, pero sus objetivos son mucho mayores y no está exento de crisis y derrotas (como la expulsión del senador Kueider, tránsfuga y coimero de la Ley Bases). La guerra de clases que nos han declarado recién comienza. Este año se pudo ver quiénes colaboran con el gobierno, por acción (acompañada de corrupción) y, lo más importante, por omisión, como desorganizadores y desmoralizadores en cada batalla que se planteó.

Pero también se pudo ver quiénes estamos construyendo la gran fuerza política de la resistencia de la clase trabajadora y la juventud. Quiénes somos la oposición consecuente que no transa con Milei, que se propone potenciar esa resistencia para preparar la contraofensiva y derrotar al gobierno de los grandes empresarios y el FMI que lleva a millones a la miseria mientras intentar reconvertir el país primarizando más la economía, atacando la educación y salud públicas y quitando más derechos a la clase trabajadora. Un país para pocos en el que se profundice a niveles inéditos la desigualdad. Esa resistencia se vio este año en las calles, con los paros masivos de la clase trabajadora, en el enorme movimiento universitario, el resurgir de asambleas barriales y culturales, y en decenas de luchas en todo el país. Nos proponemos retomar las mejores tradiciones obreras y estudiantiles del país que resuenan tras la palabra “resistencia”, desde aquellas contra las dictaduras (por algo las Madres de Plaza de Mayo fundaron las “Marchas de la Resistencia”) hasta contra gobiernos entreguistas como el del PJ de Menem en los ‘90, inspirador de Milei. Este año, centenares de miles vieron al PTS-FITU y a la izquierda en acción, en las movilizaciones, en el Congreso y el debate político, ideológico, cultural y comunicacional nacional. Con miles y miles que convergimos en las calles y en cada lucha estamos construyendo la fuerza política que necesitamos para preparar pacientemente cada pelea con el objetivo de vencer. Con esa convicción encaramos el segundo año de Milei.

Una situación transitoria con estabilización coyuntural del gobierno. La guerra de clases recién comienza

Partimos de las tendencias convulsivas de la situación internacional expresadas en un artículo aparte. Milei espera que la presidencia Trump signifique un apoyo político, económico y financiero, empezando por la necesaria renegociación de la deuda. Sin embargo, la situación de la economía capitalista y las crecientes disputas tecnológicas, industriales, comerciales y financieras, alientan cambios de escenario que pueden ser muy negativos para economías como la de Argentina (por ejemplo, una eventual suba de las tasas de interés en EEUU). Son lo contrario del mundo de la hiperglobalización que acompañó a Menem en los ‘90. Desarrollamos en un artículo aparte cómo el gobierno logró una estabilización coyuntural de la economía y las esperanzas que tiene la clase dominante de lograr un salto en el extractivismo exportando grandes cantidades de petróleo, gas y minerales a mediano plazo, pero que para llegar a ese momento, Milei recién comienza el “trabajo sucio” de liquidar conquistas del pueblo trabajador, desregular la economía para abrir más las puertas al capital financiero internacional, desplazar a sectores de la propia burguesía mercadointernista y privatizar todo lo que pueda. Al mismo tiempo, las tensiones económicas siguen siendo fuertes: bajan los tipos de cambios paralelos pero sigue el cepo y la publicitada “dolarización” pasó a ser “canasta de monedas”. No hay déficit fiscal, pero la deuda crece y necesitan renegociar con el FMI, algo que se torna vital para salir del cepo, como exige la gran burguesía para poder girar libremente los dólares al exterior. Baja la inflación, pero el peso está sobrevaluado mientras Brasil devalúa y eso, como demuestra la historia argentina, termina en nuevas crisis. El gobierno logró reducir significativamente la cantidad de piquetes en las calles con las “fuerzas del orden”, pero cada vez que hubo movilizaciones masivas no se atrevieron a reprimir, pese a que redoblaron la persecución al movimiento piquetero y a las y los jubilados.
Por todo esto, la guerra de clases lanzada por el gobierno y los grandes empresarios recién está comenzando.

La oposición colaboracionista y el pacto Milei-CFK para hacer “elecciones a medida”

En el terreno político, el Gobierno logró hacer valer sus vetos y frenar el intento de limitar los DNU, utilizando el apoyo en el Congreso de quienes responden a sectores patronales (mineras, petroleras, etc.), negociando pragmáticamente con sectores opositores a cambio de algunas concesiones puntuales a las provincias y con prebendas y coimas. Eso incluye al PRO, la UCR y también a sectores de las diversas alas del peronismo. El escándalo del “senador oficialista” Edgardo Kueider (como se presentó ante la policía de Paraguay), “peronista con peluca” que terminó expulsado del Senado, deja herida la Ley Bases y salpica al gobierno que supuestamente vino a “combatir a la casta”.

Existen tensiones entre los distintos espacios y continúa la “crisis de representación”. A pesar de haber logrado subordinar a gran parte de la oposición patronal a su agenda, el Gobierno sigue intentando terminar de robarle la base al PRO con el objetivo de darle un “golpe de gracia” hacia las elecciones de 2025. El radicalismo está dividido en al menos tres fracciones. Difícilmente esas tensiones puedan resolverse rápido. Por ejemplo, la detención de Kueider es mencionada como una especie de “respuesta” de Macri y el PRO contra Milei.

En ese escenario, La Libertad Avanza intenta polarizar políticamente con el kirchnerismo, buscando ocupar todo el espacio de la derecha. Pero los choques discursivos en redes acompañan una negociación -más abierta o más solapada- con el kirchnerismo. Vienen tejiendo un pacto entre Massa y CFK de un lado y Milei del otro, que ya actuó en el boicot de LLA a la ley de “ficha limpia” a cambio de un aval a la postulación de Lijo a la Corte, el procurador (jefe de los fiscales) y los pliegos de 146 jueces y avanzaría en una reforma política electoral que, comenzando con la eliminación de las PASO, permitiría organizar “elecciones a medida”, cuestión que reforzaría las tendencias bonapartistas, “limpiando” el escenario electoral en favor de las coaliciones que tengan mayor apoyo capitalista o el control de los recursos estatales. En el caso del peronismo, esta reforma podría facilitarles a Massa y Cristina Kirchner ordenar las listas en función de su interés. Sin embargo, como existen muchísimas divisiones en el peronismo de todo el país, en particular con Axel Kicillof, no está claro que esa reforma pueda avanzar y por eso el gobierno desistió de convocar a sesiones extraordinarias para diciembre.

Al mismo tiempo, las fuerzas del régimen, en especial el peronismo, apuestan a que la liquidación de las PASO favorezca la dispersión electoral de las fuerzas de izquierda, cuya división siempre promueven. Parte de ese ataque contra la izquierda es la reforma del sistema de partidos anunciada por el gobierno, que implicaría liquidar los aportes estatales a las campañas y los espacios gratuitos de radio y TV, liberar los aportes privados, aumentar cualitativamente las exigencias para presentarse a elecciones, eliminar los debates presidenciales obligatorios, entre otras medidas como explicamos en esta nota.

En el peronismo está lejos de cerrarse la disputa entre CFK (aliada a Massa) y Kicillof, aunque aquella haya quedado como presidenta del PJ nacional. En este escenario, CFK se presenta cada vez más adaptada al discurso de la derecha. Planteó realizar elecciones cada 4 años, una histórica aspiración de la gran burguesía, sumando ese planteo a la agenda que venía promoviendo que incluía cuestiones como la reforma laboral (presentadas como “modernización” o “actualización”); el ataque al derecho de huelga de la docencia; y la necesidad de definir cuál es el “Estado necesario” que garantice el “equilibrio fiscal”, ya que el actual está “sobredimensionado”. Por su parte, Kicillof ensaya un discurso desde un supuesto Estado “anti-ajuste”, anunciando que los gobiernos provinciales deberían hacerse cargo de Aerolíneas, aunque la realidad es que los números de su gestión se sostienen en un ajuste permanente a los salarios de trabajadoras y trabajadores estatales, al tiempo que crece la deuda externa provincial y la pobreza en la provincia como se explica acá.

Por su parte, la burocracia sindical impulsó algunas medidas de lucha regimentadas a comienzos del año que luego “canjeó” por el apoyo implícito a la Ley Bases, cuando “lograron” dejar a salvo las cajas sindicales. También logró que el gobierno boicoteara la ley que promovían el radicalismo y el PRO, que bajo la excusa de una «reforma sindical democrática», reafirmaba la injerencia del Estado en los sindicatos y en las obras sociales, en el marco de un ataque más de conjunto contra el movimiento obrero. Todo eso a cambio de boicotear cualquier resistencia. Más que tregua fue una entrega, aunque existen diferencias discursivas entre un ala más confrontativa (renuncia de Pablo Moyano al “secretariado” de la CGT) y otra abiertamente colaboracionista (núcleo de la CGT: Daer, Acuña y ahora Hugo Moyano, a través de Octavio Argüello). El último acto de esta política la estamos viviendo en diciembre, con un segundo paro del transporte que nunca se convocó y un acto de la CTA y movimientos sociales que prometía sumar a los sectores «disidentes» de la CGT pero tampoco fue así. El anunciado surgimiento de un sector «confrontativo» del sindicalismo peronista (como fuera el MTA a fines de los 90 o la previa a las jornadas de diciembre de 2017), como una mediación que busque contener el descontento y canalizarlo dentro de la política más general del peronismo, aún se muestra sin fuerza material ni moral.

Esta ubicación del peronismo tiene efecto en parte sustancial de su base política. Como se señala en el último informe de la consultora Tendencias, un 54% de quienes votaron a Massa en 2023 está disconforme con el rol que viene jugando el peronismo frente a Milei, dentro de una polarización “asimétrica” (como la define el informe inicial de Fernando Rosso a partir de la encuesta).

La resistencia a la licuadora y motosierra de Milei

A diferencia de lo que dice la conducción del peronismo y publicitan sus medios afines, hubo una importante resistencia social al ajuste de Milei a lo largo de 2024 en la que la izquierda tuvo un papel protagónico. En diciembre de 2023, a diez días de que hubiera asumido Milei y a dos días de la feroz devaluación impuesta por el ministro de Economía, Luis Caputo, los movimientos sociales, el sindicalismo combativo y la izquierda tomaron las calles para reclamar. Lo hicieron desafiando el Protocolo represivo ordenado por Bullrich y por la noche se autoconvocaron miles en el Congreso, lo que dio el nacimiento a las asambleas populares o barriales. El peronismo y la CGT directamente se borraron. Lo mismo volvieron a hacer ante el primer tratamiento de la Ley Ómnibus, que tuvo lugar en enero y febrero. Allí, mientras el sindicalismo combativo, las recién nacidas asambleas barriales y culturales (Unidxs por la Cultura) y la izquierda enfrentaban la represión en la protesta callejera, el peronismo entero brilló por su ausencia. Hubo, apenas, pequeñas delegaciones de algunas organizaciones enroladas en el Frente de Todos (Patria Grande de Juan Grabois, Movimiento Evita, PCR, etc.) en las marchas de aquellas dos semanas.

Lo mismo hizo la CGT, que venía de llamar a un paro el 24 de enero, donde la izquierda, las asambleas, el sindicalismo combativo y el movimiento piquetero independiente hicimos una columna con un programa independiente “por un plan de lucha hasta derrotar a Milei”. Ese día, la medida había sido fuerte. Pero la conducción burocrática de la CGT la utilizó para intentar negociar con el Gobierno. Lo mismo hizo tras el parazo del 9 de mayo. Ese día, mientras el país estaba paralizado, la conducción de la CGT le pidió al gobierno una “mesa de negociación”, a la que se sentó para no llamar a más medidas de lucha unificadas en todo el 2024.

Las marchas del 8 de Marzo y del 24 de Marzo mostraron que cuando las movilizaciones eran masivas no se aplicaba el Protocolo de Bullrich. Es decir, que había que ampliar la resistencia, no limitarla y ponerle frenos como hace la dirección del peronismo. Lo mismo se mostró el 23 de abril, cuando más de un millón de personas marcharon en todo el país en repudio al ajuste del Gobierno al presupuesto universitario. Ese rechazo masivo se volvió a ver el 2 de octubre, en una nueva movilización por el Financiamiento de la Educación Pública Superior.

A esas acciones masivas hay que sumarles decenas de conflictos en gremios esenciales como aeronáuticos, ferroviarios, aceiteros, neumático (contra centenares de despidos), televisión, algunas ramas metalúrgicas, un fuerte paro de la UTA, entre otros. Y enormes peleas docentes, de la salud y de estatales en provincias como Misiones, Córdoba, Santa Fe, Neuquén, Chubut, entre otras. Las organizaciones sociales sufrieron duros golpes con el ajuste a los comedores y planes, la represión y la criminalización, pero han realizado numerosas jornadas de protesta.

La tendencia a la resistencia también se vio en las calles durante el tratamiento de la Ley Bases (versión achicada de la Ley Ómnibus) en junio y julio. Mientras dentro del Congreso una parte del peronismo le aportaba votos a Milei y a los bloques colaboracionistas para aprobar las leyes, en las calles, la dirigencia social y sindical hacía acciones más bien simbólicas, demostrando que no quería derrotar el ajuste. La imagen de Camioneros retirándose de la movilización del 12 de junio antes de llegar al Congreso fue ampliamente difundida. Apenas se retiró esa columna junto a otros sectores sindicales, se inició la represión que terminó con 33 compañeros y compañeras presas después de una feroz cacería, algunos de los cuales estuvieron detenidos hasta tres meses en Ezeiza. La amplísima e inmediata campaña por su liberación fue también motorizada por Myriam Bregman y la izquierda.

Luego vinieron las movilizaciones de jubilados y jubiladas contra el veto de Milei a un modesto aumento para recuperar lo perdido por la inflación, protagonizadas por una vanguardia que contaba con simpatía de masas. Nuevamente sólo la izquierda estuvo poniendo el cuerpo a su lado, contra las provocaciones de Bullrich.

Decir que no hubo resistencia a Milei en su primer año es una mentira total. Es un discurso funcional a la ubicación de la dirigencia política y sindical peronista para haberse borrado de la lucha en todo el año o haber actuado de manera simbólica, no buscando derrotar a Milei.

Una pelea estratégica. Contra Milei y todos los que transan con él, estamos construyendo la fuerza política de la resistencia de la clase trabajadora, la juventud y el pueblo pobre

Lo antes señalado es la base para prever que continuará la lucha de clases, pese a que tendrá peso creciente el debate electoral. No se puede saber con qué ritmos e intensidad, pero el plan de Milei y el gran capital empuja a nuevos ataques feroces que despertarán la reacción de sectores del movimiento de masas.

El PTS en el FITU viene construyendo la fuerza política que se juega a impulsar y fortalecer la resistencia consecuente de clase trabajadora y la juventud, en los sindicatos, las asambleas barriales, los centros de estudiantes, los ámbitos culturales y la intelectualidad, contra las políticas de ajuste en curso, alentando a los sectores que quieren luchar y enfrentar al régimen en los diversos terrenos. Denunciando el colaboracionismo en coyunturas como la actual donde priman los pactos, y exigiendo a las organizaciones sindicales y estudiantiles planes de lucha cuando se ven obligadas a poner en cuestión las treguas y pactos (ya sea por mayores ataques del gobierno o las patronales, ya sea para reubicarse frente a un fuerte descontento desde abajo), para ayudar a la experiencia de sus bases (tácticas de frente único). Desde nuestras referencias nacionales, como Myriam Bregman, Nicolás del Caño, Christian Castillo, Ale Vilca, las y los referentes provinciales y municipales (tantos dirigentes políticos como diputados y concejales), desde todas las plataformas donde produce materiales escritos y audiovisuales La Izquierda Diario, dialogamos con los millones de personas que, habiendo votado a Massa y al peronismo, hoy están desencantadas con el triste papel de esa fuerza política. Y también con los que esperaban que Milei ajustara a “la casta” y ven cómo pierden las jubilaciones, los salarios, la salud y la educación.

Convocamos a organizarse con la izquierda consecuente, rompiendo con las fuerzas políticas colaboracionistas, a la vez que impulsamos sin ningún sectarismo todo agrupamiento de los sectores combativos que, en los sindicatos, organizaciones estudiantiles, sociales y barriales, se propongan impulsar la resistencia de la clase trabajadora y la juventud, para preparar la contraofensiva. Para desplegar toda esa fuerza es clave que esa resistencia se construya desde abajo, fomentando todas las experiencias de autoorganización, recuperando comisiones internas, delegados, sindicatos y centros de estudiantes para transformarlos de raíz, destacando a los sectores en lucha, apostando a la mayor democracia posible para que puedan expresarse las nuevas luchas, más allá de los acuerdos entre organizaciones que necesitamos.

Juan Grabois intenta mantenerse críticamente dentro del peronismo haciendo el “trabajo sucio” de atacar a la izquierda considerándola insólitamente “aburguesada”. Justifica así de paso el propio aburguesamiento de su fuerza política, con referentes, diputados y diputadas que casi nunca ponen el cuerpo en cada pelea, que compartieron listas con los “traidores” del propio peronismo, que ayudaron en el Congreso a que se apruebe, bajo el gobierno de Alberto Fernández, nada menos que el acuerdo con el FMI.

Es tarea de toda la militancia del PTS, no sólo de LID y sus referentes, batallar abiertamente en las redes y en cada lugar de trabajo y estudio, no sólo difundiendo las luchas e impulsando formas amplias y democráticas de organización del activismo independientes de las burocracias, sino marcando cada claudicación del peronismo y otras fuerzas políticas, respondiendo a cada ataque, convocando a los miles de activistas y simpatizantes de la izquierda a ser parte de la lucha política.

Hoy, frente al ajuste en curso, hay dos estrategias. Por un lado, la del peronismo y sus satélites, que llama a la resignación y termina en la negociación entre sus conducciones y el Gobierno, apostando a recomponerse en las elecciones 2025, mientras los efectos destructivos del plan de Milei siguen golpeando a la mayoría del pueblo trabajador. Por el otro, la que proponemos desde la izquierda a todas y todos quienes quieren resistir a la ultraderecha gobernante. Contra Milei y los que transan con él, estamos construyendo la gran fuerza política de la resistencia que necesita el pueblo trabajador. Esa fuerza política es un partido de las y los trabajadores y la juventud, con un programa socialista e internacionalista, que se organiza en cada lugar de trabajo, en cada sindicato, en cada barriada popular y en cada universidad, facultad y colegio en todo el país.

Esa es la perspectiva que dejamos planteada en nuestro balance del conflicto universitario: esa masiva lucha (que incluyó cierta ruptura de los marcos del régimen con la oleada nacional de tomas) no pudo desarrollarse más por el boicot abierto de las direcciones sindicales y estudiantiles burocráticas (desde la Franja de los radicales hasta las del peronismo, desde los Camporistas hasta La Mella). Ellas, siguiendo la política de las autoridades de no convocar a una Tercera Marcha Nacional educativa, llevaron a la desmovilización en el momento de mayor participación con clases públicas, asambleas y tomas. Pese a esto, miles de jóvenes comenzaron a gestar un nuevo movimiento estudiantil, abriendo una brecha potencialmente explosiva nada menos que en la juventud, allí donde los libertarios han logrado hacer pie. El conflicto puso en cuestión que “toda la juventud se hizo de derecha”. Esos miles de estudiantes no se sienten derrotados y saben que en 2025 vendrán nuevas batallas.

La tendencia a sobrepasar los límites que imponen las burocracias se vio, también, en las luchas de la salud, en particular en el Hospital Bonaparte y en el Garrahan, así como en sectores de la docencia, con los ejemplos más destacados de Neuquén y Misiones, donde vimos formas de autoorganización y relación con la comunidad potentes. También en sectores de la clase obrera industrial que enfrentan los despidos y la mayor precarización laboral, donde las oposiciones clasistas logran votaciones masivas a sus listas sindicales (Mondelez ex Kraft, Astillero Río Santiago) o donde triunfan sectores independientes de la burocracia central (Georgalos, ex Stani). Esas tendencias dentro de la resistencia más de conjunto, por ahora no se generalizaron. Hay que desarrollarlas como parte de organizar una resistencia que sea la base de una contraofensiva cuando las condiciones lo permitan. Nos proponemos retomar y continuar una gran tradición que es parte de la lucha obrera y popular del país y ha emergido en distintos momentos.

La “resistencia” en las mejores tradiciones obreras y estudiantiles de Argentina

Luego del derrocamiento de Perón en 1955, por medio del Golpe de la llamada Revolución Libertadora (más tarde conocida como “la Fusiladora” por sus crímenes), la clase trabajadora protagonizó una enorme resistencia en las barriadas obreras y en los lugares de trabajo, luchando por sus demandas y por la vuelta de Perón. Aquel proceso, hasta 1960 fue llamado Resistencia peronista. Pero la que resistió fue la clase trabajadora. El aparato político y sindical del peronismo se había rendido casi sin pelear ante los golpistas en septiembre de 1955 y luego se dedicó a negociar con los gobiernos ilegítimos de la UCR y las Fuerzas Armadas que encabezaban distintos golpes. Esa resistencia de la clase trabajadora se mantuvo, con avances y retrocesos, hasta 1969. En mayo de ese año, en Córdoba, la resistencia pegó un salto y pasó a la ofensiva con el Cordobazo, ese enorme levantamiento obrero, juvenil y popular que derrotó a la dictadura en la lucha en las calles y abrió un proceso de ascenso revolucionario en todo el país. En ese período habían emergido en el país -al calor de la Revolución Cubana y el proceso de radicalización política a izquierda de franjas de los trabajadores y la juventud- tendencias a romper con el control del peronismo y reivindicar la lucha por una revolución socialista, aunque planteadas desde la limitada estrategia de guerra de guerrillas. El retorno de Perón en 1973 fue para impedir el desarrollo de ese proceso.

Esa tradición de la Resistencia volvió a aparecer en la historia nacional en plena dictadura genocida. Las Madres de Plaza de Mayo convocaron a la primera Marcha de la Resistencia en 1981, mientras las FF.AA. aún estaban en el poder. Fue parte de la durísima pelea por la aparición con vida de los miles de detenidos-desaparecidos que ese régimen tenía. Esas marchas fueron un símbolo en ese momento y en las décadas siguientes. Aun bajo los gobiernos constitucionales, mientras los partidos patronales (UCR y PJ) intentaban la reconciliación entre la población y las Fuerzas Armadas que habían protagonizado el terrorismo de Estado, las Marchas de la Resistencia fueron el lugar para dar la pelea contra la impunidad, mantener vivo el reclamo de justicia y, además, denunciar otras formas de represión y ajuste que ocurrían en la democracia capitalista.

Hoy, la resistencia es la organización y la lucha de la clase trabajadora en unidad con estudiantes, jubilados, sectores de la cultura, movimiento de mujeres, asambleas barriales, etc. en el camino de derrotar a Milei, para lo que será necesario un plan de lucha que culmine en una huelga general. O sea, la resistencia es de clase y en las calles, lugares de trabajo y estudio. En estos meses hemos visto tendencias a que emerjan esos actores político-sociales, en sectores combativos y antiburocráticos en la clase trabajadora, en el movimiento estudiantil, entre jubilados y jubiladas, en sectores de la cultura. Ahí se prefiguran los futuros protagonistas de luchas generalizadas y radicalizadas, lo que podríamos llamar como un “Cordobazo en el siglo XXI”. Esa convergencia en la lucha es lo contrario de la “unidad” electoral que plantean desde el peronismo, que se basa en lo contrario: dividir las luchas, facilitar que las derroten y luego llamar a unirse en las elecciones detrás de un armado que reúne a prácticamente todos los que vienen colaborando, transando y pactando con Milei, con un programa adaptado al ajuste y la reestructuración extractivista del país que necesitan los grandes empresarios y el FMI.

Nuestro objetivo de fondo es que gobierne la clase trabajadora con un programa socialista

Cada lucha contra los despidos, en cada pelea por el salario, contra la precarización del empleo, contra los ataques a la salud, la educación o a las y los jubilados, tiene que ser parte de esa resistencia general contra las políticas de ajuste de Milei. Lo mismo en el caso de las peleas que den el movimiento estudiantil, el movimiento de mujeres o el movimiento ambientalista. Vamos a seguir batallando por unir las luchas en curso y organizar de forma amplia a los sectores combativos. Esa es la orientación que propone el PTS-Frente de Izquierda, que peleó todo el año por la coordinación entre todos los sectores en lucha e impulsó la autoorganización democrática desde abajo en cada lugar de trabajo, cada facultad o cada barrio donde intervino. Esa pelea es la forma de poner en movimiento a los de abajo, buscando romper los obstáculos que ponen los aparatos burocráticos dirigidos por el peronismo, el radicalismo y otras fuerzas.

A las y los luchadores que no avalan la estrategia del peronismo, mientras impulsamos las luchas y la organización común sin ningún sectarismo, los convocamos a sacar las conclusiones de este año de experiencia y apoyar políticamente a la izquierda consecuente, a sumarse a construir esa fuerza política y social de la resistencia.

Estas peleas son parte de la lucha por una salida de fondo. La resistencia de la clase trabajadora y el pueblo pobre servirá para preparar la contraofensiva, para tirar abajo el conjunto del ajuste con una huelga general y abrir el camino a que gobiernen la clase trabajadora y el pueblo pobre, no los grandes millonarios como Galperin, Rocca o Sigman, que se enriquecieron con este y otros gobiernos.

Defendemos un programa socialista, de la clase trabajadora, porque es el único que puede dar una salida realista contra la ofensiva del gran capital y sus partidos que nos hunden en la pobreza y la precarización laboral, destruye la salud y educación públicas y profundiza el atraso y primarización del país. Un programa que plantee medidas para atacar las ganancias del gran capital que se enriquece con Milei.

Nos proponemos, a su vez, intervenir con audacia en la lucha ideológica, lo que llaman “batalla cultural”, que abarca a amplios sectores. Apostamos a convencer a los sectores políticamente más avanzados de la necesidad de una perspectiva anticapitalista, socialista y revolucionaria. Es decir, de pelear por una nueva sociedad donde la explotación y la opresión sean cosa del pasado. Desde el PTS-FITU venimos dando esa pelea en el terreno político, periodístico e ideológico. Lo hacemos junto a la Asamblea de Intelectuales Socialista que impulsó el ciclo “Jornadas por un Futuro Comunista”; interviniendo en las asambleas y agrupamientos de la cultura; con los programas en LID+ destinados a dar una visión profunda sobre la realidad y también a debatir las concepciones del mundo que imponen o quieren imponer diversos sectores de la clase dominante; con las ediciones semanales de Ideas de Izquierda y Armas de la Crítica, así como las numerosas publicaciones de la Editorial IPS.

La campaña sistemática de los libertarios contra el socialismo y el fracaso cada vez más evidente del capitalismo a nivel global, con sus guerras, hambrunas, crisis climáticas, etc, vienen provocando ganas de conocer las ideas del marxismo en miles de personas. La batalla ideológica es fundamental.

Formas amplias de organización, agrupaciones y nuevas camadas de militancia partidaria

A lo largo de todo este año y con particular énfasis en la Conferencia Nacional del PTS que realizamos en el mes de julio, nos propusimos debatir ampliamente la necesidad de construir un partido socialista de la clase trabajadora contra el liberalismo de la derecha y el fracaso del “capitalismo regulado” que viene tomando cada vez más aspectos del programa de esta derecha, para sumar al PTS una nueva generación militante.

Con muchxs compañeros y compañeras que comparten aspectos de nuestro programa, que reivindican que somos los que ponemos el cuerpo en cada una de sus luchas, el rol de nuestros diputados, con los que hicimos muchas experiencias comunes en asambleas e instancias de coordinación, en lugares de trabajo, estudio o barrios, entre muchas otras cosas, estamos discutiendo los fundamentos ideológicos de nuestra práctica por la perspectiva socialista, como la única salida realista contra “la utopía del peronismo de pretender desde el Estado darle un carácter progresivo a las fuerzas estructurales del capital que tienden a mayores ataques, crisis y guerras, sin romper siquiera con los marcos del neoliberalismo y del FMI”. Rescatando las mejores tradiciones, cuidadosamente invisibilizadas, de las grandes gestas de la clase obrera de nuestro país, como parte de la clase obrera internacional, y sus lecciones políticas y estratégicas derivadas del balance del ascenso de los ‘70 y las luchas posteriores; debatiendo sobre porque hace falta un partido que impida que en los momentos de ascenso la energía creadora de las masas sea derrotada o desviada por estrategias impotentes y, al mismo tiempo, cómo esa organización no puede improvisarse al fragor de los acontecimientos convulsivos de la realidad cuando surgen, entre muchas otras apasionantes discusiones. La militancia del PTS está llevando adelante esta pelea por la conciencia de algunos miles de compañerxs en base a la experiencia común, cuyos resultados son aún modestos pero alentadores.

Sin embargo, desde la Conferencia, donde nos propusimos este objetivo, si bien hubo triunfos parciales del gobierno que ya analizamos, también surgió la lucha universitaria con el protagonismo de decenas de miles de estudiantes en todo el país, que están procesando una nueva experiencia política con las fuerzas de la oposición y especialmente con el peronismo. Nuestro partido jugó un rol destacado en los primeros meses de gobierno, cuando se pusieron en pie casi 100 asambleas populares, especialmente en el AMBA. También, posteriormente, entre lxs jubiladxs, cuya lucha continúa en el tiempo, como símbolo de la crueldad del régimen, pero también como ejemplo de combatividad y resistencia. Lo hicimos, además, en importantes conflictos de la clase trabajadora ya nombrados. Las agrupaciones que construimos con compañeras y compañeros independientes, fueron claves en el desarrollo de la lucha nacional del movimiento estudiantil y esto nos plantea nuevos desafíos. En elecciones estudiantiles universitarias posteriores, logramos ganar el centro de Salud Comunitaria de la UNLa (Lanús) y el de Derecho y Ciencias Sociales de la UNCo (Neuquén), así como mantener el de Ciencia y Tecnología de la UNSAM, el de Humanidades de la UNCo y la Secretaría General del CeFyL (Filosofía y Letras de la UBA) y del CeUNGS, en frentes con otras fuerzas de izquierda, junto a otras tantas secretarias en el resto del Conurbano, UBA, La Plata, Córdoba, Tucumán, Rosario, Mendoza, Jujuy, Bahía Blanca, Chubut y otras. Luca Bonfante se convirtió en uno de los principales voceros estudiantiles en los medios nacionales, y varias compañeras y compañeros lo hicieron en sus provincias y ciudades.

La “oportunidad política” para desplegar un programa y estrategia para enfrentar a este gobierno y a los partidos patronales es inseparable de fusionarnos con los mejores compañeros y compañeras protagonistas de estos procesos. Con la vanguardia del movimiento estudiantil, docente y no docente, compartimos por un lado instancias de organización común que quedaron del conflicto (autoconvocados, interfacultades, comisiones por carrera, centros de estudiantes combativos, etc.) y abrimos el debate con un Proyecto de Manifiesto que sintetiza las principales conclusiones y adelanta un programa, para construir agrupaciones poderosas que se propongan revolucionar los centros de estudiantes derrotando a las burocracias. En los sectores del movimiento obrero donde actuamos también impulsamos la construcción de agrupaciones, así como en el movimiento de la cultura, en el de mujeres con Pan y Rosas, en jubilados, entre otras.

En la reunión de Comité Nacional constatamos -a través de informes de cada una de las zonas y provincias- que estamos llevando adelante una enorme intervención en procesos de lucha e iniciativas políticas e ideológicas con miles de compañerxs, la mayoría de lxs cuales fue parte de todo tipo de experiencias de lucha y organización, enfrentando incluso represiones. Con todo este universo de valiosos trabajadorxs, jóvenes, mujeres, jubilados, de la cultura, entre otros, que fueron parte de estas variadas formas de resistencia, pero que aún no son militantes de nuestro partido, queremos proponernos organizar una fuerza muy superior a la actual, desde las agrupaciones a instancias más abiertas aún como las asambleas barriales, grupos de autoconvocados en el movimiento estudiantil, comisiones de lucha, etc. Sin ningún “fetichismo de las formas”, la clave es buscar la mayor fuerza organizada para intentar incidir en esta realidad, en la que solo la izquierda ha demostrado la voluntad de enfrentar consecuentemente a este gobierno derechista.

El primer desafío inmediato será una fuerte campaña por la anulación de la Ley Bases corrupta, aprovechando el escándalo que terminó en la expulsión de Kueider del Senado.

Con esta bandera y repudiando el recorte de medicamentos a las y los jubilados, como parte de cuestionar el conjunto del plan de Milei y el FMI, vamos a participar en la marcha del 20 de diciembre, para lo cual están convocadas reuniones de preparación de las organizaciones convocantes, en particular, una acordada entre la mayoría de las fuerzas de izquierda y los organismos sociales y de derechos humanos pertenecientes al Encuentro Memoria, Verdad y Justicia este viernes en la sede del Serpaj.

Al mismo tiempo que seguiremos acompañando e impulsando cada proceso de lucha, queremos invitar a todxs lxs compañerxs de nuestras agrupaciones, a todas y todos con las que venimos compartiendo diversas experiencias a participar de actividades sociales y culturales en nuestro locales y clubes, a compartir, intercambiar opiniones, participar de las charlas y cursos programados así como ser parte del debate hacia nuestro próximo XX Congreso Nacional del PTS a realizarse en Semana Santa del 2025.

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