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Los girasoles (Helianthus annuus) son una de las flores más llamativas: de color brillante, textura interesante y tamaño xxl, son plantas bellas y también muy fáciles de cultivar en casa.
El girasol necesita mucha luz para prosperar. Es crucial elegir un lugar que reciba al menos 6 a 8 horas de sol directo al día. Si se cultivan girasoles en macetas, es necesario ubicarlas en un balcón o terraza soleada donde sus flores puedan orientarse hacia el sol.
Los girasoles, además, necesitan espacio para crecer, especialmente si se opta por variedades grandes. Se deben dejar al menos 30 cm de separación entre cada planta para que tengan suficiente espacio para desarrollarse sin competir por nutrientes o luz.
Los girasoles florecen típicamente en verano y sus grandes flores amarillas atraen tanto a los polinizadores como a los admiradores del jardín
Antes de comenzar, es fundamental elegir la variedad de girasol que mejor se adapte a las condiciones de cultivo del jardín. Los girasoles varían enormemente en tamaño, forma y color. Algunos de los más comunes son:
Los girasoles prefieren suelos bien drenados, ligeramente ácidos a neutros (con un pH entre 6 y 7) y ricos en materia orgánica. El suelo debe estar suelto y aireado para que las raíces puedan expandirse con facilidad.
Si el suelo del lugar donde se quieren cultivar girasoles es muy arcilloso o pesado, se puede añadir compost o arena para mejorar el drenaje
Los girasoles se siembran principalmente por semilla y el mejor momento para hacerlo es en primavera o verano, después de que haya pasado el riesgo de heladas.
Una opción popular es comenzar las semillas en bandejas de germinación y trasplantarlas al jardín cuando tienen unos 10-15 cm de altura, si el clima lo permite.
Una vez sembrados, los girasoles requieren algunos cuidados básicos para asegurar su crecimiento saludable:
Durante su fase de germinación y crecimiento inicial, es importante mantener el sustrato ligeramente húmedo. A medida que la planta se desarrolla, se puede reducir la frecuencia de riego, pero sin permitir que el suelo se seque completamente.
Uno de los momentos más gratificantes del cultivo de girasoles es la cosecha de sus semillas. Cuando las flores comienzan a secarse y los pétalos se marchitan, las semillas empiezan a madurar. Es el momento de cortar las cabezas de los girasoles con cuidado y dejarlas secar al aire en un lugar fresco y seco.
Una vez secas, las semillas pueden extraerse fácilmente, y son perfectas para comer (tostadas o crudas) o para plantar nuevamente el siguiente año.
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