El rey Carlos III de Gran Bretaña, que continúa su tratamiento contra el cáncer, bromeó sobre su estado de salud, afirmando: «¡Sigo vivo todavía», toda una declaración al final de un año 2024 considerado dramático para él y toda su familia.
El año que termina fue dramático para la monarquía británica, comenzando con el anuncio de que el rey Carlos III, de 76 años, padecía un cáncer no especificado.
Durante semanas, el rey no salió de su residencia, pero el gobierno anunció que seguía atendiendo los asuntos constitucionales del monarca, como la comunicación con los ministerios, la revisión de leyes y las audiencias con el primer ministro.
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Carlos III, que retomó sus compromisos a finales de abril, continúa su tratamiento, del que tampoco se dieron detalles.
Su hijo menor, el príncipe Harry, que está distanciado de la familia desde 2020, voló rápidamente desde California hasta Londres para ver a su padre, pero el reencuentro no sirvió para aliviar las tensiones.
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En octubre el rey reanudó sus viajes al extranjero, realizando un desplazamiento de once días a Australia y Samoa, para una cumbre de la Commonwealth, en compañía de su esposa Camila, haciendo un paréntesis en su tratamiento.
Tras regresar de aquel viaje, la reina Camila, de 77 años, sufrió una neumonía, que le obligó a cancelar varios eventos en noviembre.
Medios británicos dijeron que Camila se tomaría días de descanso en casa bajo supervisión médica, sin ofrecer más detalles sobre su condición.
En marzo se anunció que la princesa Catalina, esposa del heredero de la corona, Guillermo, también estaba bajo tratamiento por cáncer dos meses después de una «cirugía abdominal» a la que se sometió.
La noticia de la salud de la princesa, extremadamente popular en el Reino Unido, impactó al mundo. Catalina apareció en público por primera vez el 15 de junio en el balcón del Palacio de Buckingham, para el desfile de cumpleaños del rey Carlos.
La nuera de Carlos III, que tampoco hizo pública la naturaleza de su cáncer, anunció en septiembre que había completado la quimioterapia.
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«Los últimos nueve meses han sido increíblemente duros para nosotros como familia«, reconoció en un conmovedor mensaje. «La vida como la conocemos puede cambiar en un instante y hemos tenido que encontrar una manera de navegar por aguas turbulentas y caminos desconocidos».
«El camino del cáncer es complejo, aterrador e impredecible para todos, especialmente para las personas más cercanas», aseguró la princesa. «Con humildad, también te enfrentas cara a cara con tus propias vulnerabilidades de una manera que nunca antes habías considerado y, con eso, una nueva perspectiva sobre todo«.
«Este tiempo nos ha recordado, sobre todo, a Guillermo y a mí que debemos reflexionar y estar agradecidos por las cosas simples pero importantes de la vida, que muchos de nosotros a menudo damos por sentado. De simplemente amar y ser amado».
Y finalizó: «Hacer lo que pueda para mantenerme libre de cáncer es ahora mi enfoque. Aunque he terminado la quimioterapia, mi camino hacia la curación y la recuperación total es largo y debo seguir tomando cada día como viene».
Solo unos días antes de la noticia sobre Kate, en marzo, la familia real había sufrido un gran golpe con la muerte de Thomas Kingston, un financista casado con Lady Gabriella Windsor, prima del rey Carlos III.
El cuerpo de Kingston fue hallado en la casa campestre de sus padres y más tarde se confirmó que se suicidó bajo «efectos adversos de la medicación«. El forense dijo que la evidencia sugiere que Kingston tenía una «falta de intención suicida».
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Lady Gabriella -que es hija del príncipe Michael- dijo que es necesario advertir al público sobre los efectos de los medicamentos utilizados para tratar afecciones de salud mental, o más personas podrían morir.
«La falta de cualquier evidencia de inclinación me parece altamente probable que haya tenido una reacción adversa a las pastillas que lo llevaron a quitarse la vida», dijo Gabriella. «Creo que cualquiera que tome pastillas como estas debe ser más consciente de los efectos secundarios para evitar futuras muertes».
El príncipe Guillermo dijo a principios de noviembre que 2024 ha sido «probablemente el año más duro» de su vida después de las enfermedades de su esposa y de su padre.
«Honestamente, fue espantoso. Es probablemente el año más difícil de mi vida», dijo el último día de su viaje a Ciudad del Cabo, donde entregó los Premios Earthshot, un galardón que creó para recompensar proyectos ambientales innovadores.
«Estoy muy orgulloso de mi esposa, estoy orgulloso de mi padre, por manejar la situación de la manera en que lo hicieron… Pero desde el punto de vista familiar, desde el punto de vista personal, fue brutal», continuó.
Pero si el año 2024 empezó dramático para la familia real británica, termina envuelto en un escándalo que involucra al príncipe Andrés, el hermano del rey, por su relación con un presunto espía de China llamado «H6» por la justicia.
Andrés, que era el «hijo favorito» de la fallecida reina Isabel II, cayó en desgracia y está apartado de sus obligaciones reales desde 2019 debido a su cercanía con el empresario estadounidense Jeffrey Epstein, acusado de abuso sexual y que se suicidó en prisión.
La cercanía del presunto espía con el príncipe era tal que éste lo invitó a su fiesta de cumpleaños en 2020, reveló una audiencia en julio, que incidió además en que el acusado tenía permiso para actuar en nombre del duque de York en busca de inversores chinos.
La oficina de Andrés afirmó que había «seguido los consejos» del gobierno y «puso fin a cualquier contacto» con el individuo en cuestión «tan pronto como surgieron preocupaciones», pero el escándalo volvió a poner bajo escrutinio la conducta del príncipe.
ds