La decisión de la ministra británica de Protección de los Niños, Jess Phillips, de bloquear una investigación pública sobre las redes de prostitución en Oldham es inentendible.
Bandas de inmigrantes ilegales musulmanes cometieron violaciones y abusos contra niños mientras las autoridades inglesas miraban para otro lado y no hacían nada al respecto.
En 2022 se publicó un informe sobre los abusos en Oldham, pero su alcance solo cubría el período de 2011 a 2014. Las víctimas de aquella ciudad pidieron una investigación del Gobierno que abarcara un período más extenso y que pudiera detectar lo que la revisión anterior había pasado por alto.
En una carta de Jess Phillips al consejo, que fue revelada por el medio GB News, la ministra expresó que comprendía el fuerte sentimiento en la ciudad, pero rechazó la solicitud.
Este es un escándalo que debería ser erradicado por completo y que el Estado británico debe investigar con todo su poder. Figuras como Elon Musk y Kemi Badenoch se sumaron a las demandas de una investigación. Sin embargo, el Gobierno del socialista Keir Starmer parece sorprendentemente reacio a indagar sobre el tema.
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Esta resistencia no es algo nuevo. A lo largo del país, en pueblos y ciudades, en las calles y en las instituciones del Estado encargadas de proteger a los sectores más vulnerables de la sociedad, las autoridades cerraron los ojos de manera deliberada ante los horribles abusos de niños, en su mayoría blancos, cometidos por bandas de inmigrantes ilegales principalmente de ascendencia paquistaní.
Con el tiempo, salieron a la luz detalles sobre los abusos en Rotherham, Telford, Rochdale y en muchas otras localidades. Sin embargo, como las historias se han ido revelando gradualmente y los detalles son tan desgarradores que resultan casi insoportables, la magnitud total del escándalo aún no ha sido completamente revelada al público.
Los encubrimientos del Gobierno
La negación de la magnitud del problema está profundamente arraigada en el sistema político británico. En ocasiones, parece que la estrategia del gobierno británico en cuanto a «multiculturalismo» no es la de aplicar la ley, sino la de «reducir el riesgo de disturbios entre comunidades«.
Ante las bandas de hombres predominantemente paquistaníes que atacaban a niños principalmente blancos, el Estado sabía perfectamente qué hacer. Por el bien de las relaciones intercomunitarias, se optó por ocultar la verdad.
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En Rotherham, un alto funcionario de policía le dijo a un padre de una niña víctima de violación que la ciudad «estallaría» si se hiciera público el abuso sistemático de niños blancos por parte de hombres de ascendencia paquistaní.
A un padre preocupado por la desaparición de su hija, la policía le indicó que un «novio asiático mayor» era simplemente un «accesorio de moda» para las jóvenes de la ciudad. Al padre de una víctima de violación de 15 años le dijeron que la agresión podría ser una forma en la que ella «aprendiera la lección«.
Como se descubrió en la investigación de 2014 sobre Rotherham, las niñas fueron «rociadas con gasolina y amenazados con prenderles fuego«, «amenazadas con armas de fuego«, «presenciaron violaciones extremadamente violentas y les dijeron que serían las próximas víctimas si lo contaban a alguien«. Niñas tan jóvenes como 11 años fueron violadas repetidamente por varios inmigrantes ilegales.
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En la misma ciudad, un alto oficial de policía supuestamente comentó que el abuso «había estado ocurriendo» durante 30 años, y agregó que «como se trata de asiáticos, no podemos permitirnos que esto salga a la luz«.
Como se reveló en el informe de 2015 de Louise Casey sobre el Ayuntamiento de Rotherham, esta actitud estaba muy extendida. La comunidad pakistaní representaba aproximadamente el 3% de la población de la ciudad, y la historia que surgió fue clara: los hombres pakistaníes estaban acosando a las chicas blancas.
A lo largo de la ciudad, se presionó a las personas para que «suprimieran, guardaran silencio o encubrieran» los problemas relacionados con el abuso infantil.
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En 2016, se informó que una víctima de acoso en Rotherham había denunciado haber sido violada por un concejal de la ciudad. Como resultado, el ayuntamiento hizo todo lo posible por «ocultar información y silenciar a los denunciantes«. En palabras de los testigos, «si quieres conservar tu puesto, mantén la cabeza agachada y la boca cerrada«.
El precio del multiculturalismo
En palabras de Guy Dampier, investigador del centro de estudios Legatum Institute: «El escándalo de las bandas de violadores fue un resultado directo del multiculturalismo, que en la práctica llevó a las autoridades a hacer la vista gorda, ya que las víctimas eran en su mayoría blancas y sus agresores, en su mayoría, de origen paquistaní«.
Organizaciones antirracistas y académicos de izquierda colaboraron para censurar el debate o tergiversar la situación, afirmando que se trataba simplemente de un «pánico moral«. El resultado de esta omisión ha sido miles de niñas abusadas y un escándalo que ha dejado una profunda huella en la sociedad británica