miércoles, 19 febrero, 2025
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La revolución de papel. Promesas incumplidas de Foster Gillett y el fraude de las SAD

La supuesta revolución financiera prometida por Foster Gillett en Estudiantes de La Plata y otros clubes argentinos se ha convertido en un caos de incumplimientos. A dos meses del inicio del acuerdo, el empresario estadounidense acumula deudas por USD 29 millones con River Plate, Vélez Sarsfield y el propio Estudiantes. Los pagos por Rodrigo Villagra (USD 11 millones), Valentín Gómez (USD 8.5 millones) y Ezequiel Piovi (USD 10 millones) siguen sin materializarse, paralizando operaciones clave y dejando a jugadores en un limbo.

Paradójicamente, el único club que recibió un pago fue Boca Juniors, aunque con un giro irónico: los USD 15 millones por Cristian Medina fueron devueltos por irregularidades en la transacción, ya que Gillett usó una cuenta personal, violando normas FIFA. Mientras tanto, River, Vélez y Estudiantes siguen esperando USD 29 millones en pagos atrasados.

River Plate, en particular, estableció un “ultimátum” para este fin de semana: si Gillett no cumple, Villagra regresará al plantel de Marcelo Gallardo. Sin embargo, el daño ya está hecho: el club no pudo fichar a Kevin Castaño debido a la falta de fondos . Mientras tanto, Valentín Gómez entrena en soledad en Italia, sin poder unirse al Udinese, ya que Vélez no liberará su ficha hasta recibir el dinero . 

Estudiantes: entre la desesperación y la improvisación

El club de La Plata, epicentro del acuerdo, enfrenta una crisis operativa. Aunque Juan Sebastián Verón insiste en atribuir los retrasos a “trabas burocráticas” , la realidad es que Estudiantes ya recurrió a fondos propios para registrar a Ezequiel Piovi, un parche temporal que expone la vulnerabilidad financiera del proyecto . Además, el préstamo de USD 10 millones prometido para reforzar el plantel nunca llegó, lo que ha obligado al técnico Eduardo Domínguez a improvisar con un equipo que, irónicamente, lidera la zona A de la Liga Profesional . 

La dirigencia evalúa “romper el acuerdo” si los fondos no llegan en las próximas horas, una decisión que podría descarrilar la asociación comercial de 30 años y dejar al club sin el respaldo prometido para infraestructura y proyectos sociales . 

El doble discurso de Gillett: ¿incompetencia o estrategia?

El empresario ha intentado justificar su incumplimiento con argumentos como “bloqueos bancarios” y regulaciones del Banco Central , pero su historial revela un patrón de negligencia. Por ejemplo, la compra de Cristian Medina desde una cuenta personal violó normas FIFA, exponiendo la falta de asesoramiento legal en sus operaciones . Además, su intento de comprar un club en Inglaterra fracasó por requisitos financieros no cumplidos, lo que congeló sus fondos y agravó la crisis en Argentina . 

Guillermo Tofoni, vocero de Gillett, admitió que el pago por Villagra depende de un contrato “aún no firmado”, contradiciendo las declaraciones de Verón sobre acuerdos cerrados . Esta opacidad ha generado desconfianza incluso entre los socios de Estudiantes, quienes temen que la Asamblea Extraordinaria de marzo apruebe un proyecto basado en promesas vacías .

 El costo humano: jugadores como moneda de cambio

Los futbolistas son las víctimas más visibles de este “curro financiero”. Rodrigo Villagra lleva semanas entrenando solo, sin club ni salario, después de que River lo excluyera del plantel . Valentín Gómez, por su parte, enfrenta un año perdido: sin poder jugar en Italia ni regresar a Vélez, su carrera está en pausa por una deuda que no cometió . 

Estudiantes tampoco escapa a este drama: Hernán López Muñoz, fichaje acordado con Godoy Cruz, sigue sin ser registrado, mientras Facundo Farías espera en el limbo por fondos que Gillett prometió y nunca entregó . 

Socios, dirigentes y la sombra de las SAD

Mientras Verón insiste en defender el acuerdo como un “cambio de paradigma” , filtraciones internas revelan divisiones en la comisión directiva. Algunos dirigentes operan en contra del proyecto, alertando a la prensa sobre cláusulas leoninas que cederían el 80% de los ingresos futuros a Gillett . 

La Asamblea de socios, pospuesta para marzo, será un termómetro clave. Como advierten los socios a través de redes sociales : ”Si firmamos esto, entregamos el alma del club a un extranjero que ni siquiera paga lo que debe”.

Un experimento fallido con consecuencias.

El caso Gillett no es solo un fracaso financiero: es un síntoma de un modelo que prioriza el capital sobre la identidad futbolística. Mientras los clubes luchan por sobrevivir a sus promesas incumplidas, el gobierno de Milei celebra este caos como un “paso hacia la modernización”, ignorando que el fútbol es un bien social, no un mercado de especulación . 

La supuesta revolución de Verón se ha convertido en una advertencia: cuando el dinero habla más fuerte que la pasión, los únicos perdedores son los hinchas. Y en este juego, Gillett ya marcó un gol en contra.

Una complicidad silenciosa  

Mientras Foster Gillett incumple pagos y deja jugadores en el limbo, la AFA, bajo la conducción de Claudio “Chiqui” Tapia, se limita a emitir comunicados grandilocuentes sin tomar acciones concretas para proteger a los clubes o regular estos acuerdos opacos. Pese a su discurso de “los clubes son de los socios”, tolera que el modelo híbrido de Estudiantes funcione en un vacío legal, sin fiscalizar los riesgos financieros ni exigir garantías para los futbolistas afectados . Peor aún:  Se rumorea que la entidad trabaja en un proyecto para “facilitar” el ingreso de capitales privados sin ceder la propiedad total, una puerta trasera que legitima la mercantilización del fútbol mientras simula resistencia . Su silencio cómplice es, en definitiva, un aval. 

El fútbol no se vende, se defiende

El desastre del acuerdo Estudiantes-Gillett no es un caso aislado: es el manual de lo que ocurre cuando se prioriza el lucro. Las SAD y sus modelos híbridos no son “progreso” como lo intentan pintar, sino una trampa que convierte a los clubes en mercancía y a los socios en espectadores de su propia historia. Los retrasos de pagos, las promesas rotas y el abandono de jugadores son la cara visible de un sistema que busca privatizar hasta la pasión. Los clubes no son empresas, son el tejido social de barrios y ciudades. Su valor no se mide en dólares, sino en camisetas heredadas, en canciones de la tribuna, en la pasión popular, etc. Por eso, hoy más que nunca, hay que gritarlo: El club es de los socios, no de los fondos buitre. Defender a los clubes en este contexto es fundamental, el futbol no se reduce a contratos ni se rinde ante los especuladores. El gol más importante no se marca en la cancha, sino en las asambleas. Y este, al menos, no nos lo van a robar. 

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