sábado, 15 marzo, 2025
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Una abuela fue detenida por ayudar a que su hijo viole a sus dos nietas

La siguiente historia es una fiel representación de lo más bajo del pozo de la condición humana. Esta semana, la Policía Bonaerense arrestó en dos domicilios de La Matanza a R.L, una mujer oriunda de Moreno, de 51 años de edad, acusada de ayudar a su propio hijo, L.Z, un joven de 24, a violar a sus dos nietas, sobrinas del acusado. El joven fue arrestado también, en una causa a cargo de la fiscal Alejandra Piqué. Los rostros de los acusados y las identidades son preservadas para proteger a la víctima. Las niñas, al momento del comienzo de los ataques, tenían 8 y 4 años respectivamente.
La calificación del expediente, que comenzó a ser investigado en 2022, ocupa un párrafo completo.
Según un informe del caso, al que accedió Infobae, madre e hijo fueron acusados del delito de abuso sexual de una menor de 13 años, mediando violencia, agravado por haber configurado un sometimiento sexual gravemente ultrajante para la víctima, por ser cometido con acceso carnal vía oral y por el acceso carnal vía anal en grado de tentativa, por ser cometido por el encargado de la guarda aprovechando la situación de convivencia preexistente con la niña.
La investigación, realizada por el área de Trata de Personas de la Superintendencia de Investigaciones de Delitos Complejos y Crimen Organizado de la Policía Bonaerense, que también logró los arrestos, determinó que las violaciones supuestamente ocurrieron durante cinco años, entre 2014 y 2019. Al momento de los hechos, la víctima más joven tenía entre 4 y 9 años.
La nieta de la mujer fue violada, supuestamente, en repetidas ocasiones en el domicilio de la familia en Moreno, cuando debía ser cuidada por su abuela. En esa situación, el tío detenido llevaba a la niña al departamento de su madre para jugar un juego. “Caballito loco”, lo llamaba.
Al comienzo, ocurría con la menor vestida. Luego, comenzó a hacerlo, de acuerdo a la acusación en su contra, con la menor semidesnuda. Con el tiempo, pasó a intentar violarla. La niña se quejaba audiblemente del dolor.
La niña, según la causa, le relató los hechos a su abuela, que eligió callar. Hoy, ya adolescente, padece, según el diagnóstico de psiquiatras, un síndrome depresivo, con signos de estrés postraumático.
En el caso de la segunda menor, los hechos, presuntamente, ocurrieron entre sus ocho y diez años, también en el domicilio de Moreno. No eran cometidos en el cuarto de la abuela, sino en el comedor de la casa, donde ambas hermanas dormían juntas en el mismo colchón. Así, L.Z. se acostaba junto a la niña para tocarla al comienzo, violarla después.
En otras ocasiones, irrumpía en el baño cuando la niña se duchaba, o la llevaba él mismo allí. Un verano, en donde la niña dejaba la casa en traje de baño para asistir a una pileta de la zona, fue particularmente atroz. Su tío solía interceptarla. Le decía que, también, era un juego: “El que se baja, pierde”, repetía.
La hermana mayor también acudió a su abuela. R.L. tampoco la ayudó. Todo lo contrario: comenzó a agredirla y a amenazarla para que se calle.
El diagnóstico psiquiátrico de la joven, hoy casi mayor de edad, es el mismo que el de su hermana: síndrome depresivo, estrés postraumático.

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