Impulsada por el incremento en los rubros de educación y alimentos y bebidas, la inflación de marzo (3,7%) superó por 1,3 puntos porcentuales a la de febrero, y estuvo muy por encima de las proyecciones de las consultoras privadas, que en la mayoría de los casos estimaban un porcentaje mayor, pero inferior a 3: se trata del número más alto desde agosto de 2024, cuando alcanzó el 4,2%. Desde septiembre de ese año (3,5%) el indicador comenzó a bajar de manera ininterrumpida salvo en diciembre, que registró un 2,7%.
El rubro educación fue el que más creció en marzo debido al comienzo del ciclo lectivo: escaló un 21,6% respecto al mes anterior. En importancia le siguieron alimentos y bebidas no alcohólicas (5,9%), con lo que registraron el mayor incremento desde abril de 2024 (6%).
Se trata del segundo mes consecutivo en el que la categoría –sensible porque se trata de productos básicos y porque es la que mayor incidencia tiene en la medición de la inflación– sube por encima del IPC, cosa que no ocurría desde mayo del año pasado.
Desde el Ministerio de Economía señalaron que se trata del menor dato de inflación del tercer mes del año desde 2020 y agregaron que “la variación interanual del IPC fue de 55,9% interanual, siendo el onceavo mes consecutivo de desaceleración en la comparación contra igual mes del año anterior”.
El informe que dio a conocer el viernes el organismo detalló además que el acumulado de inflación en lo que va del año es del 8,6%.
Respecto a los alimentos y bebidas no alcohólicas el informe oficial resaltó que los precios se vieron impulsados por los incrementos en Verduras, tubérculos y legumbres y Carnes y derivados.
Por otro lado, destacaron, “las dos divisiones que registraron las menores variaciones en marzo fueron Bebidas alcohólicas y tabaco (0,8%) y Recreación y cultura (0,2%)”. Prendas de vestir y calzado (4,6%), y Restaurantes y hoteles (3,9%) crecieron por encima del promedio general.
La ponderación de las mediciones, clave en el dato. Desde hace meses algunos economistas y consultoras plantean la necesidad de modificar las ponderaciones con las que se mide la inflación, es decir, el peso relativo que cada rubro tiene en la elaboración del índice general.
Hasta ahora, el de alimentos y bebidas no alcohólicas, por ejemplo, es el que mayor importancia tiene: entre el 23,4% y el 35,3% de incidencia dependiendo de la región del país que se trate. Le siguen en peso relativo –en el Gran Buenos Aires– Transporte (11,6%), Restaurantes y hoteles (10,8%), Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles (10,5%), Salud (8,8%) y Prendas de vestir y calzado (8,5%). Los menos ponderados, en cambio, son Comunicación (2,8%), Educación (3%) y Bienes y servicios básicos (3,6%).
Sin embargo, durante el último año los alimentos (cuyo peso como porcentaje de la canasta es el mayor) aumentaron en promedio un 45,5%, mientras el rubro de vivienda y servicios, con un peso relativo mucho menor, se incrementó, en promedio, en un 156,6%.
Desde la consultora EPyCA explicaron a PERFIL que “el IPC actual no capta cabalmente cuánto está afectando en términos reales la inflación a los distintos tipos de variables, entre ellas los salarios”, pero “mejorar el indicador de precios tendría un fuerte costo político: reflejaría los mayores niveles de inflación actuales y, por lo tanto, el menor poder adquisitivo de los ingresos”.
El economista Claudio Caprarulo agregó a este medio que “hacer el cambio de medición del IPC es un proceso complejo y necesario” y que para eso hace falta “modificar la encuesta de gasto de los hogares que se toma como referencia y empezar a utilizar la del 2017/2018”. El resultado será, “una menor ponderación de Alimentos y bebidas no alcohólicas y una suba en servicios como comunicaciones, educación y tarifas de energía”.
Se necesitó $ 1,1 M para no ser pobre en marzo
Tanto la canasta básica alimentaria (CBA) como la canasta básica total (CBT) subieron más que el promedio de inflación de marzo (3,7%). En el caso de la primera, que tiene en cuenta únicamente los alimentos y que mide el dinero que una familia necesita para no ser indigente, el incremento respecto al mes anterior fue del 5,9%: un hogar con cuatro integrantes necesitó $ 495.616 para comprar los alimentos básicos. La CBT, el dinero que una familia necesita para no ser pobre –y que también considera servicios básicos– aumentó un 4% respecto a febrero: el mismo hogar requirió $ 1.100.267 para los gastos del mes.
En términos interanuales las variaciones fueron menores a la inflación: del 38,4% para la CBA y del 42,3% en la CBT contra un incremento de precios del 55,9% interanual. En lo que va del año acumulan incrementos del 10,3% y 7,4%, respectivamente, mientras el nivel de precios general creció un 8,6%.
Tal como explica el informe del Indec, la canasta básica alimentaria se determina “tomando en cuenta los requerimientos normativos kilocalóricos y proteicos imprescindibles”, mientras la canasta básica total “se amplía considerando los bienes y servicios no alimentarios”.
Las registradas este año se tratan de las mayores variaciones en los costos de ambas canastas desde agosto de 2024. Ese mes la canasta alimentaria creció un 3,9% respecto al mes anterior, mientras la canasta básica total lo hizo en un 4,4%.
El salario mínimo vital y móvil de marzo fue de $ 296.832, lo que equivale al 60% de lo que una familia necesita solamente para cubrir la CBA (es decir, para comprar alimentos), y el 26,9% de una canasta básica total, esto es, además de los alimentos, los servicios mínimos.
AB