El dólar mayorista registró ayer una suba de $23 y cerró en $1.182, un alza del 2 por ciento. Fue el precio más alto desde la primera semana de mayo. A su vez, en bancos y Alycs, el tipo de cambio minorista se negoció en $1.195. En la semana, el tramo mayorista acumula un alza del 4,4%.
De acuerdo a la observación de distintos analistas financieros, el avance de las últimas horas tuvo relación con la licitación del Bonte 30, el título de deuda en pesos que suscribieron inversores internacionales por el equivalente a u$s1.000 millones.
La conclusión a la que llegaron los operadores fue que la tasa de interés comprometida por el Gobierno fue elevada, en relación con las expectativas de inflación observadas por las consultoras económicas y por el propio Gobierno.
En ese contexto, entonces, la paridad volvió a subir profundizando una tendencia que se vio desde la semana pasada.
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«Haber pagado una tasa elevada le puso un piso más alto al dólar», sugiere el economista Fernando Marull. «Se asume una mayor devaluación real», afirma.
Javier Casabal, economista del grupo financiero Adcap, tiene un análisis en el mismo sentido: «La interpretación es que el Tesoro pagó una tasa de interés alta a cambio de hacerse de reservas a un dólar bajo», dice ante una consulta de iProfesional.
Para Casabal, la clave de esa interrelación entre la colocación del bono y el precio del dólar se da cuando se hace el cálculo del breakeven (punto de equilibrio) entre la inflación esperada y el precio del título de deuda. «Da una inflación demasiado alta para cinco años. Sin embargo, para mí esa cuenta es engañosa. Lo más lógico sería hacerla con el put (opción de venta) a dos años. Entonces ahí da un breakeven de inflación más baja».
En concreto, insiste Casabal, la interpretación en el mercado fue que «los inversores extranjeros le pidieron al Gobierno un nivel de tasa de interés que equivale a que el tipo de cambio se vaya al techo de la banda; hoy de $1.414″.
Un informe de la consultora LCG plantea algo semejante: «El tipo de cambio real está ahora en mínimos históricos, al tiempo que las importaciones y el turismo emisivo están creciendo velozmente, solo disimulados por el empinamiento estacional de liquidaciones agropecuarias. Esto augura, aun sin poder ser precisos con el timing, pero dentro de los próximos cuatro meses, que el tipo de cambio podría mirar con mayor cariño el techo de la banda más que el piso de la misma».
Emiliano Anselmi, economista jefe de PPI (Porfolio Personal Inversiones), en diálogo con iProfesional, agrega otro dato muy interesante para evaluar la trayectoria del mercado cambiario: «Un grupo de provincias —con Mendoza a la cabeza— y también la ciudad de Buenos Aires están saliendo a comprar u$s404 millones en total para pagar vencimientos de la deuda. Eso también puede estar presionando la cotización del dólar».
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Los u$s1.000 millones recaudados por el Gobierno se reflejarán plenamente en las reservas del Banco Central y cuentan para la contabilidad y las metas acordadas con el Fondo Monetario.
Las reservas, en la actualidad, se encuentran negativas en -u$s7.388 millones. Y deben llegar a -u$s2.700 millones para dentro de dos semanas. Una diferencia de u$s4.688 millones que habría que conseguir antes del 13 de junio.
La pregunta que da vueltas en el mercado desde ayer es si el Gobierno irá por otra colocación de deuda en estas dos semanas que vienen para cumplir la meta firmada con el FMI, y así evitar pedir un «waiver» (perdón) en la primera revisión tras la firma.
Según Marull, en el mercado internacional existe una demanda concreta de bonos argentinos. Y que Economía podría conseguir entre u$s5.000 millones y u$s6.000 millones si se lo propone. Obviamente, a un costo similar al que acaba de pagar.
Con menos optimismo, la consultora LCG plantea un escenario distinto. Más cauteloso, a la espera de resultados concretos por el lado de los dólares que pueda conseguir el Gobierno del superávit comercial.
«Es muy difícil saber si esta emisión ya sentó un precedente para futuras emisiones de deuda en mercados externos, como sucedió en el 2016», durante el gobierno de Mauricio Macri.
«Da la sensación de que se corrobora lo que venimos mencionando en nuestros informes, que se está dando el juego del huevo y la gallina: el Gobierno aspira que los dólares vengan de la cuenta de capital dado que no se ven mejoras en los saldos de comex (en realidad, hay retrocesos), pero parece que los mercados están esperando mejoras en los saldos de comex antes de invertir en dosis importantes en papeles argentinos. La dinámica estancada del riesgo país parece estar avalando esta visión», resumió Javier Okseniuk, economista jefe de la consultora fundada por Martín Lousteau.