lunes, 2 junio, 2025
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Televisión Digital Abierta: el costoso fracaso que Argentina debe poner en valor

La Televisión Digital Abierta (TDA) fue lanzada en 2009 con promesas grandilocuentes: democratizar el acceso a la televisión digital terrestre, garantizar pluralismo informativo, romper la hegemonía de los grandes operadores de TV por cable y satelital y “combatir a los medios concentrados” (frase ideologizada que “definía” a los medios independientes de la influencia del poder).

A más de dos décadas y media de su creación, y con más de miles de millones de dólares de gasto público descontrolado, el balance es catastróficamente negativo: escaso o nulo nivel de penetración, mínima audiencia efectiva y un costo fiscal multimillonario que aún hoy carga en las espaldas de los contribuyentes. Una mancha más al tigre…

Inversión multimillonaria y graves irregularidades

El despliegue de la TDA implicó la instalación de más de 100 estaciones de transmisión, convenios con proveedores de insumos internacionales (hasta los decodificadores se importaban con el escudo argentino desde China) y la distribución gratuita de millones de esos decodificadores. Sin embargo, una investigación realizada por la Auditoría General de la Nación (AGN) reveló que el contrato para la provisión de infraestructura pasó de $ 700 millones a casi $ 2.600 millones (a precios de 2010), sin justificación técnica ni aplicación de sanciones por demoras.

Una “fiesta del despilfarro” inexplicable para la lógica republicana, pero en medio del malgasto generalizado, un hecho más escondido en los pliegues de los estados contables que nadie lee o analiza.

La “soberanía televisiva digital” fue un proyecto en general de escasa utilidad, caro, fruto del despecho político, una “vendetta” política. Aún más: en medio de las “soberanías” que Argentina fue absorbiendo con naturalidad y que escondían el despilfarro ilimitado, como los lanzadores de cohetes que no llegaron a los dos metros de la tierra, satélites “nacionales” con todos los insumos relevantes importados (salvando la calidad humana de los técnicos y especialistas), chatarra satelital comprada una y otra vez dando una “ficticia Batalla de Obligado satelital” en el cielo, pero eso sí: con la bandera nacional. Como dijo Manuel Belgrano al despedirse de esta tierra “Ay Patria mía” (20 de junio de 1820).

Se adquirió más material del solicitado, se detectaron unidades móviles que jamás fueron utilizadas y muchas instalaciones quedaron fuera de servicio o directamente abandonadas. La AGN concluyó que no se realizaron estudios de satisfacción del usuario ni evaluaciones de impacto reales. Las plantas transmisoras móviles, por ejemplo, superaron los seis meses de demora en su entrega y, pese a las penalidades estipuladas, ARSAT no aplicó sanción alguna.

Además, la AGN señaló serias irregularidades en la distribución de decodificadores: inconsistencias entre el número de equipos adquiridos y los efectivamente entregados, falta de documentación sustentatoria y ausencia de una base de datos confiable sobre los beneficiarios. El presupuesto original preveía $ 600 millones para 500.000 decodificadores; no obstante, se adquirieron 1,4 millones por un total de $ 2.600 millones (a precios de 2010), sin una trazabilidad clara.

También se detectaron, de acuerdo a la investigación de la AGN, interferencias indebidas en las tramitaciones de los contratos de compras y participación, y se incumplió la obligación de auditar precios y adquisiciones. Adicionalmente, participaron del proceso, mediante subcontrataciones no autorizadas, empresas sin experiencia en el rubro del contrato principal, en violación directa a lo establecido.

La falta de articulación entre las distintas áreas del Estado (incluyendo la Secretaría de Comunicaciones, la CNC, ARSAT y el Consejo Asesor del Sistema Argentino de Televisión Digital Terrestre) agravó el problema. Una enorme calesita detrás de las sortijas económicas, camino a “chocarla”. Extraña habilidad argentina de “chocar las calesitas”, al decir de Jorge Asís.

Según cifras oficiales de 2013 se llevaban invertidos $ 5.393 millones en la TDA y $ 6.466 millones en la red de fibra óptica. Sin embargo, sólo 100.000 hogares utilizaban la TDA como pantalla principal (a precios de la época). Un accionar tan cansino de la AGN la hace parecer a un médico que hace una autopsia más que un enérgico controlador del gasto público y su utilidad.

El descalabro de TDA

De las más de 100 estaciones de TDA desplegadas en centros urbanos del país, muchas se encuentran hoy desactivadas por falta de mantenimiento. En el sitio web oficial de la Red de Antenas TDA pueden consultarse decenas de localidades donde las estaciones están fuera de servicio, como Villa María, Villa Ángela, Quimilí, Tucumán, Trelew, Ushuaia, Río Turbio o La Quiaca. En otras, como Catamarca, Salta, Río Tercero o Bahía Blanca, las antenas figuran en estado de “transmisión parcial”.

Todo ese equipamiento, financiado con fondos públicos, yace ocioso, deteriorado y sin cumplir función útil alguna. La falta de planificación original dejó miles de millones invertidos a la deriva.

Respecto a los decodificadores, se estima que el Correo Argentino distribuyó más de 1,5 millones de equipos, contratando empresas para relevar su funcionamiento en los hogares. Las tareas incluyeron, según la AGN, la entrega del equipo receptor (Set Top Box), un control remoto, una antena UHF, Cable AV, Manual del Usuario, todo entregado en los hogares de los millones de familias a las que se les llevaron los equipos.

Sin embargo, no existen datos públicos actualizados sobre cuántos siguen operativos o cuántos fueron devueltos o descartados. De hecho, se contrató a una empresa tercerizada y por un contrato multimillonario para llevar adelante el control del funcionamiento de los equipos en los hogares donde se instalaron, cobrando por día y por km recorrido. Sin conclusiones públicas a la fecha.

Una auditoría profunda podría revelar con precisión el grado de desuso y abandono de estos dispositivos, que nunca formaron parte de un plan integral de conectividad o inclusión digital. Lo que se promovió como inversión, terminó siendo un gasto oscuro y gigante, sin retorno de interés público. Claramente no fue una inversión. Por el contrario, un verdadero despilfarro.

Una decisión geopolítica sin continuidad

La estrategia de la TDA estuvo también marcada por decisiones geopolíticas en torno a la norma tecnológica a adoptar para la televisión digital a fin de sustituir la televisión analógica tradicional. En los años ‘90, Argentina había optado, a través de la Resolución de la Secretaría de Comunicaciones N° 2357/98, por la norma estadounidense ATSC, utilizada en Estados Unidos, México, Canadá, Corea del Sur y otros países.

Aquella decisión fue el resultado de un proceso técnico transparente, con audiencias públicas y documentación elaborada por eficientes y profesionales equipos técnicos de la Comisión Nacional de Comunicaciones y del sector tecnológico y empresario.

De hecho, los principales canales de aire comenzaron a hacer transmisiones de prueba con gran éxito, tales como Telefe (Canal 11), Canal 8, Canal 13 de CABA y muchos otros del interior del país, demostrando la calidad tecnológica que respaldaba la decisión regulatoria tomada.

Sin embargo, el gobierno de la fallida ex Alianza (dedicada a destruir las bases de la modernidad que heredó de los ‘90) derogó esa elección de forma abrupta y sin fundamentos sólidos, interrumpiendo un proceso avanzado de transición tecnológica. Fue un gesto más ideológico que técnico, que dejó en suspenso la política digital sin alternativas claras. Posteriormente, durante la administración kirchnerista, se adoptó el estándar japonés-brasileño ISDB-T, con argumentos de valor relativo y opinables, pero nuevamente sin continuidad ni planificación a largo plazo.

Este vaivén normativo frustró el proceso conocido como “apagón analógico”, es decir, el traspaso de la televisión abierta a emisiones exclusivamente digitales. Argentina quedó atrapada en un limbo regulatorio: no consolidó la transición, ni logró articular una plataforma digital robusta.

Además, mientras se dilataba el desarrollo de la televisión digital, el crecimiento masivo del acceso popular a la banda ancha permitió la expansión de las plataformas OTT (Over The Top), como Netflix, Amazon Prime, Disney+ y YouTube. Estas plataformas hoy dominan el consumo de contenido audiovisual en todos los segmentos sociales y etarios, con una oferta inmensa y en permanente evolución. La TDA, con escasa programación atractiva, quedó irremediablemente relegada sellando un fracaso basado en un despilfarro.

Mirar para adelante

Argentina puede transformar el fracaso de la TDA en una herramienta poderosa para el desarrollo educativo y la movilidad social.

Bajo el nombre TDAula, se propone relanzar esta red como un sistema complementario de educación a distancia, abierto, gratuito y adaptado a todos los segmentos sociales. Este sistema permitiría utilizar la red de transmisión existente para brindar apoyo escolar en nivel primario y secundario, enseñar matemáticas e inglés con metodologías innovadoras y accesibles, promover contenidos atractivos sobre historia, geografía, ciencias y programación, desarrollar módulos de capacitación para el uso de herramientas de inteligencia artificial, implementar programas de educación financiera, educación alimentaria y hábitos saludables, ofrecer enseñanza de oficios técnicos y habilidades digitales para distintos perfiles socioeconómicos.

Los países que lideran en materia de educación de calidad han priorizado las denominadas áreas CTIM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), pilares del progreso del sudeste asiático y motores de motivación juvenil.

Inspirándose en estos modelos, TDAula debería incorporar recursos educativos probados como Khan Academy, la plataforma gratuita más difundida del mundo en enseñanza de matemáticas y ciencias, originada en India y adoptada por millones de estudiantes globalmente.

Aprovechar, además, el carisma y la convocatoria de cientos de youtubers que enseñan diversas disciplinas educativas desde su creatividad, como JulioProfe, uno de los más famosos del mundo, para que confluyan en una renovada TDaula.

TDAula no reemplazaría la escuela ni competiría con plataformas privadas, sino que actuaría como un sistema complementario federal de acceso libre, destinado a quienes tienen menor conectividad o pocas posibilidades de acceso digital.

La articulación con universidades, centros de formación profesional, ministerios de educación provinciales y empresas tecnológicas permitiría dotar de contenido relevante y actualizado a esta red. Esta reconversión contribuiría a cerrar brechas de acceso, reforzar la inclusión educativa y capacitar a las nuevas generaciones en habilidades esenciales para el siglo XXI.

La pantalla vacía frente al aula vacía

No se trata de llorar sobre la leche derramada, sino de aprender del error. La TDA, más que una política de inclusión digital, se convirtió en una cruzada ideológica contra medios privados, sin planificación técnica ni criterios de impacto social. El resultado fue una red costosa, subutilizada y con programación marginal, ajena a las verdaderas necesidades del pueblo argentino. También un colosal despilfarro de gasto público inútil, con precios estrafalarios y absoluto descontrol de su instalación.

Mientras la televisión por cable y satelital se consolidó y expandió, la TDA quedó a la intemperie, sin mantenimiento, sin audiencia y sin propósito.

Persistir en su modelo original es perpetuar el fracaso. Pero resignificar su infraestructura como TDAula, un sistema de educación a distancia abierto y federal, puede transformar una derrota política en una victoria social. Argentina tiene la oportunidad de crear una red de conocimiento útil que llegue a cada rincón del país, con contenidos accesibles y de calidad: matemática, inglés, ciencia, programación, salud, educación financiera y oficios para jóvenes y adultos.

El país cuenta con aliados estratégicos: universidades públicas y privadas, institutos de formación, sindicatos, iglesias, ONGs, empresas tecnológicas y docentes comprometidos. Sólo hace falta una decisión política lúcida y generosa, que entienda que el verdadero poder está en sembrar futuro.

Mientras los resultados de la última evaluación Aprender muestran que apenas el 45% de los chicos de tercer grado comprende lo que lee, y que uno de cada diez no sabe leer, Argentina mantiene una red de antenas públicas con capacidad de transmisión desaprovechada. Se invirtieron miles de millones en decodificadores, antenas y contratos, pero no se logró generar una audiencia significativa ni alterar el ecosistema audiovisual. Lo que sí podría cambiar es el propósito.

En un país donde mirar TikTok como entretenimiento, dibujitos y reels está en el podio de las actividades de tiempo libre infantil, TDAula podría ser el canal que interrumpa la decadencia. No con discurso político, sino con herramientas de verdad: clases de matemáticas como las de Khan Academy, lectura guiada para los millones de niños que no tienen libros en casa, tutoriales de oficios para jóvenes sin empleo, ferias de ciencias virtuales, olimpíadas de matemáticas o tecnología, explicaciones prácticas sobre inteligencia artificial y el desarrollo de “prompts” -la forma en que los usuarios de plataformas de Inteligencia artificial como Chat Gpt se comunican con ella para obtener resultados útiles y precisos-, que son un área de gran demanda laboral.

Argentina no necesita más pantallas vacías: necesita ideas que iluminen. Convertir la TDA en TDAula es más que una solución técnica. Es una forma de intervenir con creatividad en medio de la urgencia. Es usar lo construido para sembrar futuro. Es asumir que, si no hay libros, puede haber clases. Y si no hay conectividad, puede haber señal. Y si no hay excusas, puede haber política pública de verdad.

Porque una antena que no transmite nada es sólo un monumento al despilfarro. Pero una que transmite conocimiento, puede ser una nueva escuela de la Nación. Como dijo el presidente Sarmiento, el maestro de la Patria: “Son las escuelas las bases de la civilización”. Argentina tiene aquí y ahora la oportunidad de tener una inmensa escuela que cubra todo el territorio para utilidad de los niños, jóvenes y adultos en su progreso. En lugar de quejarse por lo que se hizo mal, es mejor convertirlo en algo útil. ‘Por sus frutos los conoceréis’, como dicen las Sagradas Escrituras (Mateo 7:16).

(*) Ex Secretario de Comunicaciones de la Nación

Fuentes

● Resolución Secretaría de Comunicaciones N° 2357/98 de adopción de la Norma ATSC como estándar técnico de Televisión Digital

● Resolución Secretaría de Comunicaciones N° 171/2009 de derogación de la Norma ATSC.

● La Nación, “Descoordinación, demoras, sobreprecios y falta de control en el despliegue de la TV Digital” – 2 de junio de 2016

● La Nación, “Duros informes de la AGN sobre la TV Digital y la red de fibra óptica” – 29 de mayo de 2014

● La Nación, 13 de agosto de 2013) “Ay patria mía”

● julioprofe.net (youtuber colombiano)

● tda.gob.ar/mapa -estaciones

● Kahn Academy (www.khanacademy.org)

● AGN, Informe N° 80/ 2012 sobre TDA y ARSAT

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