viernes, 4 julio, 2025
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La prensa y el pueblo: historia viva del periodismo argentino ( Por Lic. Faustino Duarte )

Cada 7 de junio recordamos con justa memoria a Mariano Moreno, figura clave de nuestra primera revolución emancipadora, fundador de la Gazeta de Buenos Ayres. Pero el periodismo argentino no nació como un oficio neutral. Nació como trinchera de la causa nacional, como arma al servicio de una patria que peleaba por su destino. Nació con un mandato claro: informar al pueblo para liberarlo.

Esa es la historia que algunos prefieren olvidar. Los que hoy gritan “libertad” pero callaron durante la dictadura. Los que celebran los mercados, pero detestan a los trabajadores. Los que hoy atacan a los periodistas, porque no pueden controlar lo que piensan, escriben o preguntan.

Desde los tiempos de Rosas, pasando por la resistencia radical y el primer peronismo, la prensa fue escenario de disputa. Juan Domingo Perón lo entendió como pocos: sin medios propios, el pueblo está condenado al relato de la oligarquía. Por eso creó Democracia, por eso fortaleció la cadena nacional, por eso pensó en una comunicación popular que hablara el idioma de los humildes.

Pero también el peronismo fue víctima de las persecuciones mediáticas. Basta leer cómo la prensa hegemónica justificó los bombardeos del ‘55 o la proscripción de la doctrina justicialista durante 18 años. Fueron tiempos oscuros, donde el pueblo hablaba bajito porque sabía que el poder real lo estaba vigilando.

Esa prensa, la que ocultó la verdad sobre los desaparecidos, la que se sentó a pactar con los genocidas, la que hizo negocios con las privatizaciones del menemismo, hoy se muestra escandalizada cuando un periodista levanta la voz para defender al que sufre.

Porque esa es la función del buen periodismo: incomodar al poderoso, no al débil. Ser voz de los que no tienen voz, no altavoz de los que gritan desde Puerto Madero o Miami.

Cuando el presidente Javier Milei dice que “no se odia lo suficiente a los periodistas”, no solo destila odio. Desnuda su esencia autoritaria. Su desprecio por la verdad. Su profundo temor al pensamiento libre. Porque un periodista que pregunta, que investiga, que no repite, es un obstáculo para quienes quieren imponer un país sin derechos, sin historia y sin memoria.

Hoy más que nunca necesitamos un periodismo popular, comprometido, valiente. Un periodismo que no sea cómplice de los grupos económicos, ni vocero de embajadas extranjeras, ni esclavo de las redes. Necesitamos compañeros y compañeras que, desde una radio comunitaria o desde una cooperativa gráfica, sigan defendiendo el sueño colectivo de una Argentina con justicia social, independencia económica y soberanía política.

Porque la patria se defiende con hechos, con ideas y con palabras. Y los periodistas que luchan por la verdad son, también, soldados de esa patria.

A ellos y a ellas, a quienes eligieron este oficio como forma de militancia y de compromiso con el pueblo, ¡feliz día! La historia los mira, y el pueblo los abraza.

Lic. Faustino Duarte

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