Carta de un adolescente en recuperación
Queridos seres queridos,
Hoy quiero abrir mi corazón y compartir parte de mi historia. Esta hoja sencilla guarda una adolescencia complicada, atravesada por errores, dolor… pero también por amor, fe y esperanza.
Fui un adolescente perdido, enfrentando momentos oscuros donde el corazón dolía y la mente no encontraba salida. En ese laberinto, muchas veces lloré, impulsado por la confusión, por las decisiones equivocadas, por la culpa.
Probé lo indebido. Me metí en la droga. A pesar de las advertencias, de las voces que me dijeron “no lo hagas”, yo igual fui. No por maldad, sino por curiosidad, por vacío, por amistades que no eran verdaderas.
Pero no estuve solo. Hubo ángeles en mi hogar. Mi padre, mi familia, que jamás me soltaron la mano. Ellos sufrieron conmigo, se rompieron conmigo, y aun así estuvieron.
Hoy, con 17 años, sigo buscando el camino. Hace seis meses que comencé a mirar la realidad con otros ojos. Me pregunté muchas veces por qué tomé ese rumbo. Pero ya no me quedo en el lamento.
Dije «¡basta!» y comencé a luchar. No es fácil. No es automático. Hay días duros, momentos de recaída interna. Pero hay algo más fuerte ahora: el amor propio, la fe, y el deseo de ser feliz.
Gracias, Dios, por no soltarme.
Gracias, a mí, por intentarlo de nuevo.
Gracias, a todos los que estuvieron, están y siguen creyendo en mí.
Firmado: Super Yo.
Un guerrero en camino,
Un León Cachorro que se convierte en Rey.