Días atrás se registró un nuevo avistamiento de yaguareté en el Parque Nacional Río Pilcomayo, una noticia que renueva el entusiasmo entre especialistas, ambientalistas y comunidades locales que trabajan por la conservación de esta especie en peligro crítico de extinción.
El coordinador de la Licenciatura en Ciencias Ambientales de la Universidad de Laguna Blanca, Franco Del Rosso, dialogó con el Grupo de Medios TVO y aseguró que “es una noticia muy bien recibida”, destacando que este tipo de registros no solo confirman la presencia de ejemplares, sino también la salud ambiental del ecosistema.
“Si existen todavía yaguaretés, quiere decir que el ambiente está apto para que puedan sobrevivir. Eso nos habla bien de la conservación del área”, afirmó.
Tecnología y trabajo en red:
claves para el seguimiento
El avance tecnológico ha sido una herramienta fundamental en la detección de estos felinos. Según Del Rosso, el uso de cámaras trampa ha incrementado significativamente los registros en los últimos años. “Hace poco se vio uno cerca de San Isidro del Campo, ahora también en el Parque Nacional Río Pilcomayo”, relató, resaltando la biodiversidad del territorio formoseño.
Aun así, advirtió que la tecnología por sí sola no basta: es necesario un trabajo integral que articule a investigadores, fuerzas de seguridad, gobiernos, ONGs y comunidades. Esta metodología se enfoca tanto en la protección del hábitat como en la educación ciudadana para evitar amenazas como la caza furtiva.
“Hicimos un trabajo muy integral. La participación de la comunidad, incluso el hecho de ponerle nombre a los ejemplares, genera sentido de pertenencia y va creando escuela para las futuras generaciones”, explicó.
Desmitificar al
yaguareté: una tarea
cultural
Uno de los desafíos, según el especialista, es desterrar los mitos que rodean al yaguareté. “No es un animal peligroso”, aseguró, y aunque puede haber conflictos menores con el ganado, no representan un problema significativo.
La clave está en aprender a convivir: “Tenemos que integrar al hombre, la producción y la vida silvestre en un mismo ambiente. La educación, sobre todo de los más jóvenes, es fundamental para lograrlo”.
El enemigo silencioso:
la fragmentación del hábitat
Del Rosso señaló que el verdadero riesgo para la supervivencia del yaguareté no es la caza, sino la fragmentación del hábitat. A medida que los bosques se reducen o quedan divididos por obras y actividades humanas, los felinos pierden conectividad, lo que pone en riesgo su reproducción y viabilidad genética.
“Cuando el hábitat empieza a romperse y queda en parches, ese aislamiento es el peor problema. Por eso es tan importante conservar los corredores biológicos”, enfatizó.
Un símbolo formoseño
que resiste
Este nuevo registro de un yaguareté dentro del ordenamiento territorial provincial confirma que las estrategias de conservación están funcionando. “Es gratificante ver que muchos ejemplares se han registrado dentro de los corredores definidos por la provincia”, comentó Del Rosso.
El especialista cerró con un mensaje claro: el yaguareté no es solo parte del ambiente, sino también de la identidad cultural de Formosa. Su preservación representa un compromiso con la biodiversidad, pero también con la historia y el futuro de la región.