La política es, entre otras cosas, la disputa por los sentidos. Es la herramienta que tenemos los pueblos para construir futuro, distribuir recursos y consolidar derechos. En ese plano, no hay comparación posible entre el enorme legado de obras públicas que ha transformado nuestra provincia -en educación, salud, seguridad, viviendas, rutas- y la pobreza de ideas que exhibe gran parte de la oposición.
Frente a la ausencia de un proyecto político serio que pueda superar al Modelo Formoseño de desarrollo, en la campaña anterior un candidato del radicalismo local recurrió a una maniobra mediática: la presentación de un supuesto “mapa del delito” en la ciudad de Formosa. Una iniciativa que, lejos de aportar soluciones, promovía el prejuicio, la sospecha y la estigmatización de determinados barrios y sectores populares.
Hoy vemos cómo otro dirigente radical, que incluso ocupa un cargo en la gestión municipal del intendente Jorge Jofré, utiliza a las y los discapacitados como bandera de su campaña personalista. Una actitud que no responde al interés colectivo sino, una vez más, al armado de un proyecto individual.
El contribuyente no es un medio para escalar políticamente: es el fin mismo de nuestras acciones. Y esas acciones deben ser políticas del amor, que resuelvan problemas y le hagan la vida más fácil a las y los ciudadanos, no operaciones de marketing que se montan sobre el dolor o la necesidad de nuestro pueblo.
Lo que se presenta como herramienta técnica, de seguridad o de control de un servicio, en realidad esconde un mecanismo encubierto de criminalización de la pobreza. Es el viejo recurso de quienes no entienden la política como construcción colectiva, sino como campaña permanente. En lugar de propuestas, señalan con rojo los barrios de las y los humildes o exhiben situaciones aisladas, como si el delito tuviera código postal o la discapacidad fuera una condición para ser estigmatizado.
El verdadero mapa que seguimos las formoseñas y los formoseños es otro: el de la dignidad, la inclusión y el desarrollo. Ese que se dibuja con cada escuela levantada, con cada vivienda entregada, con cada familia que puede proyectar su vida en paz donde nació. Ese mapa tiene nombre y conducción: Gildo Insfrán. Y tiene sentido porque está hecho con amor a nuestro pueblo, no con desprecio desde un escritorio.
En Formosa hay orden, hay planificación y hay un rumbo claro. No necesitamos mapas del miedo ni que se utilice a nuestros discapacitados ni a ningún sector como instrumento de campaña. Lo que necesitamos es seguir transitando el camino de la felicidad y la justicia social. Por eso repudiamos cualquier intento de dividirnos, de etiquetarnos o de señalar con el dedo a nuestros vecinos.
Desde una gestión o cargo jerárquico, la responsabilidad es trabajar y resolver, no señalar ni quejarse por las situaciones propias de la dinámica social. Ningún funcionario -municipal o provincial- puede evadir esas obligaciones.
En ese sentido, acompañamos y valoramos las campañas de concientización preventiva que evitan accidentes de tránsito, combaten los micro basurales y promueven el cuidado de los servicios públicos. Lo que repudiamos es la actitud de ciertos funcionarios que, en lugar de asumir con seriedad esas tareas, se limitan a quejarse o victimizarse. La política es servicio, no, lamentos.
J.R Lezcano
Nueva Encuentro