martes, 9 septiembre, 2025
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La Fe en Tiempos Modernos: Reflexiones de la Misa Dominical en la Catedral de Formosa


Este domingo, la comunidad católica de Formosa se congregó en la Iglesia Catedral para escuchar la profunda homilía del Obispo José Vicente Conejero Gallego, un mensaje que trascendió lo tradicional para conectar directamente con las realidades y desafíos del siglo XXI. En su discurso, el Obispo tejió una red de reflexiones que abordaron la fe, la santidad, la búsqueda de la verdad y la paz en un mundo a menudo turbulento, dejando a los fieles con un llamado a la acción y a la introspección.

El Dolor y la Esperanza en el Corazón de una Madre

El Obispo Conejero inició su sermón con una conmovedora referencia a Santa Mónica, la incansable madre de San Agustín. Su historia, marcada por la perseverancia en la oración por la conversión de su hijo, sirvió como un espejo para las realidades actuales. Con una empatía palpable, el Obispo aludió a la «adicción de los hijos por las drogas» y al dolor que esto causa en sus madres. Confesó que es testigo de cómo estas mujeres, con «grandes lacrimones», acuden a él buscando consuelo y orientación, sin saber «de qué modo y qué manera pueden hacer para que se conviertan los hijos en el camino del bien». Este segmento de la homilía resonó profundamente, ofreciendo un bálsamo de esperanza al recordar que las oraciones de Santa Mónica fueron escuchadas y que, de igual forma, las de las madres actuales también lo serán, ya que «todos tenemos que convertirnos». Este llamado a la conversión no solo fue para los que sufren adicciones, sino para toda la comunidad.


Santidad en el Siglo XXI: Los Nuevos Santos como Ejemplo para la Juventud

Un punto crucial de la homilía fue la reciente canonización de dos jóvenes, Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis. El Obispo Conejero enfatizó que «todos, todos los fieles bautizados, estamos llamados a ser santos, es la vocación universal». Sin embargo, su enfoque principal se centró en Carlo Acutis, un adolescente que murió en el 2006 y que se ha convertido en un ícono para la juventud contemporánea. Acutis, conocido por usar la tecnología para difundir la fe, fue descrito como un «influencer» de la Eucaristía, un joven que dedicó su vida a documentar y promover los milagros eucarísticos a través de internet. El Obispo resaltó que Acutis consideraba la Eucaristía como «la gran vía para alcanzar la santidad». Mencionó la presencia de los padres de Acutis y de miles de jóvenes en la ceremonia de canonización, subrayando que la vida cristiana no es solo una tradición, sino una «elección y decisión». La frase de Acutisque el Obispo citó, «el que se pone al sol, se broncea, y aquel que está en presencia de la Eucaristía, se santifica», sirvió como una poderosa invitación a participar activamente en el banquete eucarístico y en la adoración del Señor, un recordatorio de que la santidad es posible y accesible para todos, incluso en la era digital.


La Sabiduría de Dios y la Humildad del Hombre

Al analizar las lecturas bíblicas, el Obispo abordó la importancia de la sabiduría, haciendo una distinción clara entre la sabiduría humana y la divina. Afirmó que la verdadera y más profunda sabiduría «procede de Dios» y que nuestros razonamientos, formulaciones y constituciones son «débiles y muy frágiles» si carecen de esta conexión con lo divino. Para ilustrar la temporalidad de la vida humana, utilizó la metáfora del Salmo 89, comparando a los hombres con «la hierba del campo, que hoy florece por la mañana y por la tarde se marchita». Esta reflexión sobre la fragilidad de la existencia humana fue un llamado a la humildad, a reconocer la grandeza de Dios y a «adquirir un corazón sensato, verdadero». En este contexto, el Obispo también hizo hincapié en la importancia de la verdad como condición previa para todo, citando la frase de Jesús: «la verdad les hará libres». En un gesto de cercanía con la cultura local, usó la palabra guaraní «japú» para enfatizar que no se puede ser japú (mentiroso) si se quiere ser un verdadero hijo de Dios y discípulo de Jesús, ya que la verdad es el camino que lleva a la santidad, a la libertad y a la paz.


El Camino de la Cruz y el Clamor por la Paz

El Evangelio del día, según el Obispo, presentó a un Jesús «exigente», recordándoles a los fieles la primacía del amor a Dios sobre todas las cosas, incluso sobre los lazos familiares si estos se oponen a la voluntad divina. El Obispo enfatizó que el amor a Dios debe prevalecer, porque Él es la fuente de la vida y la redención. Reiteró la importancia de la cruz, señalando que «aquel que no toma su cruz, del tipo que sea, no puede ser discípulo del Señor». La homilía concluyó con un profundo clamor por la paz, un tema recurrente en el magisterio del Papa Francisco. El Obispo Conejero pidió la paz en Tierra Santa, en Ucrania y en otros lugares del mundo amenazados por la guerra. Subrayó que la guerra es siempre una «ruina» y que la verdadera voluntad de Dios es la paz entre los hombres. Con un llamado final a la humildad y a la búsqueda de la gloria de Dios, y no de la propia, el Obispo cerró su mensaje, dejando a los fieles con un compromiso de vivir una vida guiada por la fe, la verdad y el amor, con la esperanza de que la paz, al fin, prevalezca.

Misa completa del Obispo Conejero

Queridos hermanos hoy hace 8 dias, el domingo pasado, un númeroso grupo de familiares y amigos de nuestros seminaristas que se forman en el seminario de la encarnación en Resistencia estuvimos compartiendo con ellos la Eucaristía, también el gozo y la alegría de la fe cristiana y el almuerzo y después regresamos nuevamente a Formosa. Ese mismo día era San Ramón Nonato y aquí en el barrio Antenor Gaona también celebraron su fiesta patronal. Ya previamente habíamos celebrado la semana, no esta pasada sino la anterior al 31, la memoria de Santa Mónica, madre de San Agustín y San Agustín al día siguiente.

Y Santa Mónica nos recuerda a tantas madres sufridas que lloran por la conversión de sus hijos. Es muy frecuente escuchar a madres que se le caen las lágrimas como a Santa Mónica y no en sentido figurado sino grandes lacrimones cuando sufren la adicción de los hijos por las drogas y no saben de qué modo y qué manera pueden hacer para que se conviertan los hijos en el camino del bien. Digo esto porque es frecuente y soy testigo de que acuden las madres a comunicar y a llorar por la conversión de sus hijos.

Quiere Dios que sus oraciones como la de Santa Mónica sean escuchadas por Dios y también por los que tienen necesidad de conversión. Todos tenemos que convertirnos. Bien, la semana pasada hemos recordado a San Gregorio Magno, este gran santo, obispo de la iglesia, monje, que aportó a la iglesia en el campo de la liturgia los cánticos y los himnos para alabar solenemente a Dios.

De ahí viene, verdad, el canto gregoriano que durante tantos siglos y aún se cantan, verdad, que elevan la gloria a Dios. Como cantamos siempre, gloria a Dios en el cielo y en la tierra, paz a los hombres. Hemos recordado también a Madre Teresa de Calcuta y bueno y hoy, primer domingo de septiembre, en este mes dedicado a la palabra de Dios, a la Biblia y mes de la juventud también de los jóvenes.

Hoy precisamente el Papa León, ante la presencia de más de 80.000 personas, ha canonizado a dos jóvenes, uno joven y el otro adolescente propiamente, ¿no? Pier Giorgio Frassati, de principios del siglo XX y Carlo Acuti, que está teniendo tanta resonancia entre los jóvenes. Este, nacido en 1991 y muerto en el 2026, o sea que es del milenio en que nos encontramos, como dicen, ¿verdad? Y son los dos primeros santos canonizados por el Papa León. Motivo de mucha alegría, hemos podido seguir por los medios en vivo, hace unas horas, esta canonización, ¿no?, con una invitación a vivir la santidad.

Todos, todos los fieles bautizados, estamos llamados a ser santos, es la vocación universal, cada uno en su propio estado de vida y vocación, ya sean casados, laicos, consagrados o ministros, todos, la vocación universal a la santidad, que es posible, ¿verdad? Y el Papa pues ha suprellado, justamente, que la santidad se adquiere, no como un logro personal, es una gracia de Dios. Nosotros tenemos que optar y elegir para hacer el bien, pero es el Espíritu Santo quien realmente nos santifica. ¿Cómo y de qué manera? Pues por los sacramentos, por la Eucaristía, estos dos santitos de hoy participaban diariamente en la Eucaristía y comulgaban con frecuencia y cuando no podían comulgar sacramentalmente, lo hacían espiritualmente.

La Eucaristía, en expresiones muy lindas, este jovencito, Carlo Acutis, que estaban sus propios padres en la celebración presente, y miles de jóvenes de todo el mundo, también de Argentina, especialmente de Mendoza, había un buen grupo en la Plaza de San Pedro, porque están levantando el primer templo dedicado a Carlo Acutis, en esta ciudad de Mendoza. Y bien, él decía que la Eucaristía es la gran vía para alcanzar la santidad. Y que la santidad no es solamente, digamos, que tenemos que vivir como vocación la fe cristiana, la vida cristiana no es solamente una tradición, sino que es una elección y decisión.

Por eso la unión con Cristo, por medio de la Eucaristía, del sacramento frecuente, de la reconciliación, nos ayuda a esta vocación. La verdad que tiene este jovencito, que se dedicaba también, ya por ser de esta época presente, a ser influencer, como dicen hoy, a través de los medios del internet, los milagros de la Eucaristía. Y juntamente a la Eucaristía, el amor concreto a los pobres.

Ambos, tanto Pierre Giorgio como Carlo Acuti, dedicaba con acciones bien concretas a los pobres, abandonados, gente, diríamos hoy, en situación de calle, de tal manera que cuando fue el funeral de ambos, aparecieron mucha gente pobre, que habían sido ayudados por estos dos santos. Hoy nos alegramos en toda la iglesia y especialmente los jóvenes, llamados a imitar estos ejemplos. Y llama también la atención esa frase de Carlo Acuti, dice que el que se pone al sol, se broncea, y aquel que está en presencia de la Eucaristía, se santifica.

Así es que hay que participar, como ustedes, queridos hermanos, todos, siempre que podamos, con gran devoción al banquete eucarístico, y dedicar también a la educación eucarística, algún tiempo de nuestra jornada, adorar al Señor en la Eucaristía. Bien, con esta alegría, entonces, de estos dos nuevos santos, también se hizo mención que ayer fueron beatificados dos que murieron en la década del 40 del siglo pasado, en Hungría, una joven llamada Magdalena y un obispo, justamente por la represión soviética. El comunismo siempre persigue a la iglesia, no la quiere ni en fotografía, así es.

Pero bueno, hay que abrazar la cruz, como nos dice el Evangelio de hoy, que aquel que no toma su cruz, no puede ser discípulo del Señor. Si bien el domingo pasado la Palabra de Dios nos invitaba a ser humildes, porque hay que ser humildes, y reconocer la grandeza de Dios, hoy, tanto en la oración colecta, como en las lecturas, se nos invita a reconocer que la verdadera y más profunda sabiduría procede de Dios. Nuestras comprensiones y razonamientos, aunque hagamos constituciones de todo tipo, no nos creamos que es una cosa extraordinaria, y a veces nuestras formulaciones son débiles y muy frágiles, porque sin la sabiduría que viene de Dios, no tenemos verdadera sabiduría los hombres.

Así decía el primer libro, la primera lectura que hemos escuchado, y lo ha ratificado el Salmo 89, que han sido proclamadas algunas de las estrofas, para reconocer que nuestro refugio es el Señor, de generación en generación, y nosotros somos como la hierba del campo, que hoy florece por la mañana y por la tarde se marchita, se hace mucho calor. Por eso hemos suplicado al Señor, que nos enseñe a calcular los años de nuestra vida, para que podamos adquirir un corazón sensato, verdadero. Pablo invitaba a Filemón a que reconociera a Onésimo como hermano, por más que había sido su siervo y esclavo, porque para nosotros los cristianos, Jesús que nos ha redimido, hace crear una nueva situación de relaciones.

A veces hay estratos muy altos de ricos, de pobres, de gente que tiene muchos títulos y gente muy humilde. Pues bien, entre nosotros todos somos hermanos, como lo dice Jesús. Tienen un solo Maestro y Señor, que es el Mesías, un solo Padre del Cielo, y todos nosotros hermanos, superando toda clase de diferencias sociales, económicas o de ciencia humana.

Y en el Evangelio, pues Jesús hoy es exigente, lo es siempre, ¿verdad? Debemos hacer prevalecer siempre el amor a Dios, sobre todas las cosas. Más que a nosotros mismos, a nuestra propia vida, incluso que a la familia, si es que está se opone a la voluntad de Dios, porque no es que Dios no quiera que nos amemos, sí, especialmente dentro del ámbito familiar, pero uno tiene que optar y elegir siempre, primero por Dios, después por los demás o por uno mismo. Así que el que no toma su cruz, del tipo que sea, ¿verdad?, no puede ser discípulo del Señor.

En la oración colecta hemos pedido al Señor que siempre mantenga para con nosotros una actitud paternal, que podamos experimentar el cariño y la paternidad de Dios, ya que Jesucristo nos ha redimido con Su sangre, y por creer en Él, le suplicamos que nos conceda la verdadera libertad y la herencia eterna. La verdad siempre, Dios es verdad, Jesús es verdad, el Espíritu Santo es Espíritu de verdad, es la que realmente hace que seamos verdaderamente libres, ya lo dijo también el Señor en una oportunidad, la verdad les hará libres, por eso como condición previa para todo, la verdad. Así que hemos repetido, siempre decimos algunas palabritas en guaraní, ¿verdad?, no puede ser uno yapú, no puede uno ser yapú.

Si para ser hijos de Dios y para ser verdaderos discípulos de Jesús tenemos siempre que conducirnos por la verdad, la que nos hará libres, nos hará santos, la que nos hará también convivir en paz, en este momento en que el Papa después de la Misa, antes de impartir la bendición, ha pedido nuevamente por la paz, especialmente en tierra santa, en la tierra de Jesús, la paz en Ucrania, bueno, y en lugares más cercanos a nosotros que hay amenaza de guerra en las relaciones humanas, siempre las ideologías, los países en lugar de vivir en la concordia y la fraternidad, siempre a causa de las ambiciones, el poder, pues está ahí el peligro de la guerra, la guerra que como ha repetido tantas veces el Papa Francisco, es ruina siempre, porque la voluntad de Dios es la paz entre los hombres, hermanos, en este domingo, mañana celebraremos la Natividad de la Virgen María, vamos a pedir al Señor que nos conceda la paz, la gloria para Él y sólo para Dios, no para nosotros los hombres, porque cuando buscamos nuestra propia gloria o la de nuestro país, en fin, o la ideología a la que uno pertenezca, eso es muy precario y lleva la posibilidad de la guerra y del enfrentamiento humildes, tenemos que ser, y procurar también buscar siempre la gloria de Dios y la paz entre nosotros. Que así sea.

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