domingo, 14 septiembre, 2025
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La Cruz, una Esperanza Viva: Reflexiones desde la Homilía de Monseñor Conejero

Una fecha de convergencia espiritual y comunitaria

Este domingo, 14 de septiembre de 2025, la Iglesia Catedral Parroquia Nuestra Señora del Carmen se vistió de solemnidad para la Festividad de la Exaltación de la Santísima Cruz. Presidida por Monseñor José Vicente Conejero Gallego, la homilía de ese día se convirtió en un faro de reflexión, entrelazando la celebración litúrgica con importantes acontecimientos eclesiales y un profundo llamado a la fe.

El obispo, con su característica cercanía, comenzó la homilía resaltando la singularidad de la jornada. No solo se conmemoraba la exaltación de la Cruz, sino que también coincidía con el cumpleaños del Papa León XIV. En un emotivo momento, Monseñor Conejero expresó su alegría al reflexionar que, por primera vez en su vida, el sucesor de Pedro era más joven que él, un hecho que llenó de una nueva esperanza la relación entre los fieles y la máxima autoridad de la Iglesia. Por ello, invitó a la comunidad a unirse en una oración sincera por el Santo Padre, pidiendo para él «salud, la fuerza para confirmar en la fe a sus hermanos los miembros de la Iglesia y también de la humanidad, de toda la humanidad».

Además, la jornada resonaba con la colecta anual Más por Menos, una iniciativa de la Iglesia en Argentina que, bajo el lema «tu ayuda es esperanza viva», busca aliviar las necesidades de los más vulnerables. La coincidencia de esta colecta con la fiesta de la Cruz no fue casual, pues ambas invitan a la solidaridad y a vivir la fe de manera tangible, tal como peregrinos que caminan con la esperanza de un mundo más justo.


El camino opuesto de un Dios que «desconcierta»

El núcleo de la homilía giró en torno al misterio de la Cruz, un símbolo que Monseñor Conejero describió como un reflejo de un Dios «sorprendente» que desafía la lógica humana. Mientras el mundo aspira al poder, la riqueza y la comodidad, Dios eligió un camino radicalmente distinto: el de la humildad y el servicio. «Él siendo rico se hizo pobre para enriquecernos, él siendo grande se hizo humilde… y en lugar de ambicionar… se hizo servidor de todos».

El obispo profundizó en este concepto a través del cántico cristológico de la Carta de San Pablo a los Filipenses, recordando que Jesús, a pesar de su condición divina, no se aferró a ella, sino que se anonadó, tomando la forma de siervo. Esta humillación culminó en la «muerte de cruz», la más indigna de todas. Sin embargo, en un giro trascendental, esta aparente derrota se convirtió en el camino hacia la gloriosa resurrección. «Por eso Dios Padre lo exaltó, lo elevó… por eso al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra y toda lengua proclame Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre».


La Cruz como camino de vida y sanación

Monseñor Conejero también dedicó un espacio para narrar el origen histórico de la festividad. Relató la fascinante peregrinación de la madre del emperador Constantino el Grande en el siglo IV. Esta devota cristiana viajó a Tierra Santa, donde, tras una búsqueda arqueológica, encontró la reliquia de la verdadera Cruz. Este hallazgo, y la posterior construcción de basílicas en los lugares del martirio y la resurrección, dio origen a la celebración litúrgica que hoy se vive con devoción.

Para el obispo, la Cruz no es solo un objeto de veneración, sino un símbolo de vida y de la redención alcanzada por Cristo. Se refirió a las palabras de San Pablo que afirman que la Cruz es «una locura» para los griegos y «un escándalo» para los judíos, pero para los cristianos es la fuente de la salvación. El obispo invitó a los fieles a reflexionar sobre la cruz personal que cada uno lleva, las adversidades, contradicciones y enfermedades que forman parte del camino de la vida. A diferencia del pueblo de Israel que murmuraba en el desierto, la fe nos llama a asumir estas pruebas con «esperanza con alegría esperando un día la gloria de la resurrección».

Finalmente, el obispo enfatizó que el sufrimiento, cuando es asumido y unido al de Cristo, puede ser un camino hacia la perfección, tal como lo experimentó el mismo Hijo de Dios. Al referirse a la curación de las serpientes venenosas en el Antiguo Testamento, Monseñor Conejero explicó que aquel hecho era un símbolo de lo que Jesús haría al ser elevado en la Cruz. «Todo aquel que mire esa serpiente se sanará», una imagen que encuentra su plenitud en el Evangelio de San Juan, que nos dice que Dios amó tanto al mundo que envió a su Hijo para que, por medio de Él, «todo aquel que cree en Cristo se salva y alcanza la salvación y la redención».

La homilía concluyó con un llamado a la coherencia de vida. La cruz no es solo un objeto que se lleva en el cuello, sino un símbolo que debe vivirse en el día a día, con la esperanza de que la muerte y el sufrimiento no son el final. «Ojalá que el Espíritu Santo hoy, exaltación de la Santa Cruz y mañana los dolores de la Santísima Virgen María… nos haga captar y comprender el auténtico y verdadero sentido de la cruz». La última palabra es de Dios, y esa palabra es la vida, la resurrección y la esperanza de vivir un día por toda la eternidad con el Señor.

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