En un escenario de profundas transformaciones, la salud mental de los adolescentes y jóvenes en Argentina presenta indicadores preocupantes que exigen una respuesta inmediata y coordinada. Según un informe del Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad de la Universidad Austral, la adolescencia, una etapa crítica de transición y consolidación de la identidad, se ha convertido en un período de alta vulnerabilidad donde diversos factores influyen negativamente en el bienestar físico y mental.
El panorama actual: cifras que impactan
El estudio revela una situación alarmante, con estadísticas que encienden las alarmas en el ámbito de la salud mental. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que “1 de cada 7 jóvenes de entre 10 y 19 años padece algún tipo de trastorno mental”. En Argentina, los datos nacionales muestran tendencias similares. El informe, citando a UNICEF, destaca que “el 9% de adolescentes de 13 a 17 años reportó sentirse deprimido y el 13% angustiado durante 2024”.
Más allá de la depresión y la ansiedad, el informe también subraya otras problemáticas crecientes. Los trastornos alimentarios, por ejemplo, afectan a una gran parte de la población adolescente, donde “1 de cada 5 adolescentes manifestó preocupación por su imagen corporal y entre el 6 y 8% rechaza comida, tiene atracones o come a escondidas”. No obstante, el documento lamenta la falta de estadísticas oficiales en el país sobre esta cuestión.
El consumo de sustancias y el juego patológico también representan desafíos significativos. El 69% de los jóvenes de 16 a 24 años consumió alcohol en el último año, y el 32,2% reportó un consumo excesivo. En cuanto a las apuestas online, un informe de UNICEF (2025) señala que “8 de cada 10 adolescentes accedieron o conocen a alguien que ha ingresado a páginas o apps de apuestas online en el último año”. Un factor clave que agrava esta situación es “
la soledad y/o falta de acompañamiento” , ya que “el 40% dice nunca haber hablado en su casa sobre las apuestas online”.
El suicidio: la principal causa de muerte en mujeres jóvenes
El informe expone una estadística desgarradora: en 2023, por primera vez, “los suicidios constituyen la primera causa de muerte en las mujeres entre 10 y 19 años, antes que los tumores y accidentes”. Esta trágica realidad se extiende a los varones de la misma franja etaria, en quienes el suicidio es la segunda causa de muerte después de los accidentes. El informe también señala una tendencia al alza en los varones de 20 a 29 años, donde la cantidad de suicidios es tres veces mayor que en el grupo de 10 a 19 años.
Los factores clave: familia y escuela como entornos protectores
El documento de la Universidad Austral resalta la importancia de la familia y la escuela como los principales contextos de socialización que influyen en la salud mental. La literatura científica demuestra que un buen funcionamiento familiar, caracterizado por la comunicación, el afecto y la cohesión, actúa como un factor protector que reduce la posibilidad de conductas de riesgo y previene síntomas psicopatológicos. No obstante, el reporte de UNICEF Argentina “Adolescentes y salud mental” (2024), revela que “el 53% de los adolescentes reportan que en sus hogares no se habla o se habla poco sobre salud mental”.
En el ámbito escolar, la conexión con el entorno educativo es fundamental para mitigar los efectos adversos del acoso y el ciberacoso. El informe de UNICEF (2024) indica que, según los propios adolescentes, los principales factores que afectan su salud mental son “la discriminación / bullying / ciberbullying (33%) mayoritariamente en los varones, y la presión en los vínculos familiares (22%) mayoritariamente en las mujeres”. Además, la falta de motivación académica es señalada como el principal motivo de abandono escolar.
La importancia de las habilidades emocionales
El informe subraya que la promoción de habilidades emocionales es crucial para la prevención de comportamientos de riesgo y la mejora del bienestar en los jóvenes. Un estudio propio de la Universidad Austral con una muestra de 963 adolescentes de Buenos Aires mostró que “menos del 50% de los adolescentes perciben que prestan atención a sus emociones, tienen claridad acerca de lo que sienten o se sienten capaces de regularlas”.
Este déficit en la inteligencia emocional se asocia con una “menor salud física y mental, felicidad, bienestar, calidad de vida, satisfacción, motivación, autoestima, autoeficacia, éxito académico/laboral, liderazgo, calidad de las relaciones interpersonales, etc.”. A medida que crecen, los adolescentes tienden a usar con mayor frecuencia estrategias desadaptativas, lo que conduce a un mayor malestar psicológico en lugar de una resolución efectiva de problemas. El informe concluye que “la adolescencia y la juventud argentina transita hoy un escenario complejo donde la experiencia emocional se transita sin las herramientas necesarias para afrontar los desafíos de su etapa vital”.
Conclusiones y llamado a la acción
El informe concluye con un llamado a la acción urgente para abordar esta crisis de salud mental. Se propone la implementación de programas de prevención emocional desde la primera infancia, la formación de padres y docentes en competencias socioemocionales, y el establecimiento de políticas públicas sostenibles en el tiempo.
El fortalecimiento de estas habilidades es visto no solo como un complemento, sino como “un componente esencial del derecho a una educación integral”. Invertir en la prevención emocional en familias y escuelas es, en esencia, “
invertir a futuro”. El documento enfatiza que las muertes por suicidio son prevenibles y que contar con información adecuada es clave para diseñar políticas públicas efectivas.
