Se ha publicado la primera exhortación apostólica del Papa León XIV, un trabajo iniciado por su antecesor Francisco sobre el tema del servicio a los pobres, en cuyo rostro encontramos el sufrimiento de los inocentes.
“No se puede separar la fe del amor por los pobres”, dice el Santo Padre León XIV, en su primera exhortación apostólica que contiene una introducción y cinco capítulos desarrollados en 121 puntos que brotan del Evangelio del Hijo de Dios, que se hizo pobre desde su entrada en el mundo y que relanza el Magisterio de la Iglesia sobre los pobres en los últimos ciento cincuenta años.
En un momento de gran intensidad social y económica, el Papa León XIV ha dado a conocer su primera exhortación apostólica, titulada «Dilexi te» (Te he amado), un profundo documento que reflexiona sobre el compromiso de la Iglesia con los pobres, su dignidad y su sufrimiento. La publicación marca un hito en la historia del magisterio moderno, ya que se presenta como continuación y renovación del legado social de la Iglesia, que desde León XIII ha venido denunciando las injusticias humanas.
El Papa León XIV, quien asumió su pontificado tras el período de su predecesor Francisco, inició su discurso reafirmando una idea fundamental: “No se puede separar la fe del amor por los pobres”. Esta exhortación, compuesta por una introducción y cinco capítulos desarrollados en 121 puntos, brota del Evangelio, en donde Jesús, hecho pobre desde su nacimiento, nos muestra el rostro misericordioso de Dios. El documento refleja un compromiso por relanzar el Magisterio en los últimos 150 años, empezando por la encíclica RerumNovarum de León XIII y siguiendo con obras de san Juan XXIII, Pablo VI, san Juan Pablo II y Benedicto XVI.
La exhortación de León XIV, de corte claramente social, denuncia las heridas que aún sufren la economía, la injusticia social, el machismo, la desnutrición y la crisis educativa. En sus páginas, el Papa recuerda que estas problemáticas no son nuevas, sino que han sido abordadas anteriormente por la Iglesia a través de documentos magisteriales que han trazado las líneas del compromiso social cristiano.
El documento está estructurado en cinco capítulos que tocan diversas aristas de la pobreza y la misión de la Iglesia en su servicio. En el primero, “Algunas palabras indispensables”, León XIV subraya que la opción preferencial por los pobres puede renovar la sociedad y la Iglesia si se logra escuchar su grito y no ser indiferentes. Además, advierte sobre los diversos rostros de la pobreza —material, social, moral, cultural y espiritual— y denuncia que las desigualdades profundas siguen alimentando condiciones de pobreza en todas partes.
En el capítulo dos, titulado “Dios opta por los pobres”, el Papa afirma que la preferencia divina por los más débiles es evidencia del amor misericordioso de Dios, que condena toda forma de discriminación y exclusión. Jesús mismo proclama vivir entre los pobres, y la Iglesia, que desea ser auténtica seguidora de Cristo, debe caminar con ellos, sin distinguir entre ricos y pobres.
El capítulo tres profundiza en el papel de la Iglesia como comunidad para los pobres, resaltando que en sus orígenes, ante la pobreza, los primeros cristianos reconocieron la presencia de Cristo en los necesitados. La caridad, dijo León XIV, no es una virtud opcional, sino el criterio del verdadero culto. La atención a los enfermos, la liberación de los cautivos y la educación para todos constituyen expresiones concretas de esa vocación cristiana.
El cuarto capítulo se centra en la historia y en los desafíos actuales, recordando cómo las transformaciones sociales y tecnológicas han sido enfrentadas por los movimientos populares y los laicos, que han dado una conciencia cada vez mayor de la dignidad de los marginados. La lucha contra las desigualdades, la explotación y la opresión debe seguir siendo un compromiso de todos, especialmente desde una perspectiva cristiana que valoriza la participación popular y las voces desde los márgenes.
Finalmente, en el quinto capítulo, León XIV presenta la pobreza como un desafío permanente para la Iglesia, que no debe limitarse a acciones caritativas superficiales, sino que debe luchar por cambiar las raíces estructurales de la exclusión. Resalta que el amor a los pobres, desde el Evangelio, es esencial para la historia de Dios con la humanidad y que será la señal definitiva de la verdadera misión cristiana.
El Papa León XIV enfocó su exhortación en una realidad que sacude las consciencias en tiempos de profundas polarizaciones políticas, sociales y económicas. En sus palabras, el rostro de los pobres revela nuestra fragilidad y muestra la necesidad de una conversión profunda, que implique no solo actos de misericordia, sino transformaciones culturales y estructurales.
Destacó especialmente cómo el cuidado de los enfermos, la labor monástica, la liberación de los cautivos y la educación de los más desfavorecidos son expresiones concretas del amor cristiano. La Iglesia, desde siempre y en cada tiempo, ha sido madre de los pobres, un espacio de acogida y justicia en el que la misericordia no es opcional, sino el camino imprescindible para seguir a Cristo. En un mundo marcado por desigualdades crecientes y una cultura de indiferencia, la exhortación del Papa León XIV invita a los creyentes a no solo solidarizarse con los pobres desde la primera línea del compromiso social, sino a transformar desde sus raíces las estructuras que generan pobreza y exclusión. Solo así, concluye, la Iglesia podrá cumplir plenamente su misión de anunciar el Reino de Dios, donde la dignidad de cada ser humano sea reconocida, respetada y defendida sin excepciones.