Tras más de dos años de investigación, el debate por el homicidio que conmocionó a Resistencia comenzará este martes. ¿De qué se acusa al clan Sena y a sus cuatro colaboradores? ¿Qué penas podrían recibir?
Resistencia, Chaco (enviada especial).- A Cecilia Strzyzowski la engañaron. Le hicieron creer que iba a viajar al Sur, más precisamente a Ushuaia, para empezar una nueva vida, con casa y trabajo asegurados. La noche antes de partir, el 1° de junio de 2023, la joven de 28 años armó una valija y se despidió de su familia. La última persona de su círculo que la vio con vida fue su tía abuela, Mercedes Valois Flores, con quien convivía en el Barrio 500 Viviendas de Barranqueras, en Resistencia, Chaco.
Diez horas más tarde, a las 9.14 del 2 de junio, una cámara de seguridad la registró ingresando junto a su pareja, César Sena, al domicilio ubicado en la calle Santa María de Oro 1460, también en Resistencia. En esa casa vivían Emerenciano Sena y Marcela Acuña, los padres de su novio y referentes piqueteros más importantes de la provincia y aliados del ex gobernador Jorge Capitanich.
Desde esa mañana, a Cecilia no se la volvió a ver con vida. Primero se investigó el caso como una “desaparición de persona”, luego la causa cambió la carátula a “femicidio”. El cuerpo jamás apareció.
Tras más de dos años de investigación y cerca de 35 audiencias preliminares, finalmente, uno de los casos más resonantes de la provincia llega a juicio este martes. Será por jurados. Los imputados son el clan Sena y cuatro de sus colaboradores.
César Sena está acusado de asesinar a Cecilia, contando con la participación necesaria de sus padres, Emerenciano y Marcela, y con el apoyo posterior de los encubridores Gustavo Melgarejo, Gustavo Obregón, Fabiana González y Griselda Reinoso. Los tres primeros podrían recibir perpetua. Los otros entre 15 y 18 años de cárcel.
En el requerimiento de elevación a juicio, el equipo Fiscal Especial (EFE), integrado por Juan Martín Bogado, Jorge Cáceres Olivera y Nelia Velázquez, reconstruyó la trama del femicidio: una muerte planificada al detalle, un cuerpo desaparecido y una red de colaboradores que trabajó durante varios días para borrar todo tipo de evidencia.
“No solamente acabaron con la vida de Cecilia y quemaron su cuerpo, sino que también se aseguraron de eliminar cualquier rastro de evidencia para garantizar su impunidad”, sostuvieron los fiscales.
El plan para matar en
un “lugar seguro”
De acuerdo con el EFE, ese viernes 2 de junio de 2023, César llevó a Cecilia a la residencia familiar engañada después de crear un “ambiente seguro” con la salida deliberada de sus padres.
Hasta ese momento, la joven estaba totalmente convencida de que se iba al Sur. “Empacó su maleta y buscó en Google información sobre dónde comer chocolates en Buenos Aires y qué obras sociales prepagas existían en Ushuaia, creyendo firmemente en ese futuro”, indica la investigación.
Una hora después del ingreso a la propiedad, el hijo de Emerenciano y Marcela mató a Cecilia en una habitación de la planta baja. Aunque no se pudo establecer cómo la asesinó, hay indicios, como los rasguños que tenía en el cuello, que dan cuenta de que podría haber muerto estrangulada o por una maniobra de ahorcamiento.
Para los fiscales, ese resultado no fue un hecho aislado, sino el desenlace de un plan familiar cuidadosamente ejecutado. “El accionar de César no habría sido posible sin la participación activa y esencial de sus padres, quienes crearon un ambiente seguro y propicio, para asegurar un resultado exitoso. De lo contrario, nos preguntamos: si no fuera así, ¿por qué teniendo otras alternativas y tras pasar la noche del 1° de junio con Cecilia, no escogió otro sitio para llevar a cabo su acción?”, indicaron.
Acerca de los cómplices primarios, sostuvieron que desempeñan un papel crucial al proporcionar auxilio o cooperación al autor o autores del delito. “Sin su participación, el acto ilícito no habría sido posible”, afirmaron.
En efecto, tras el homicidio, César y Gustavo Obregón trasladaron el cuerpo en una camioneta al campo “Rossi”, propiedad de los Sena, donde lo incineraron con leña y combustible. Gustavo Melgarejo y Griselda Reinoso, encargados del predio, mantuvieron el fuego encendido durante al menos 10 horas para asegurar la destrucción de los restos.
En paralelo, Fabiana González, por instrucción de Marcela Acuña, limpió la escena y gestionó la donación y traslado de muebles y del colchón con sangre de Cecilia, para eliminar la evidencia. Cuatro días después, Obregón compró bolsas de residuos y regresó al campo para eliminar cenizas y restos óseos, que luego fueron hallados en el río Tragadero.
A pesar de que esos restos no pudieron proporcionar una correlación con el ADN de Cecilia por el estado de calcinación de los huesos, se determinó que corresponden a un mismo esqueleto de una persona adulta. Ese hallazgo, sumado a la sangre encontrada en el colchón y al dije en forma de cruz que pertenecía a la joven, refuerza la hipótesis de la fiscalía.
Un crimen sin cuerpo
El hecho de que el cadáver de Cecilia no haya sido encontrado no es impedimento jurídico para no acreditar que la mataron. “En Argentina, se han registrado numerosos casos en los que se ha dictado condena por homicidio a pesar de no encontrarse el cuerpo de la víctima. Así, el Tribunal en lo Criminal Nº9 de Lomas de Zamora emitió un fallo el 12 de julio de 2018, condenando a Héctor Daniel Lagostena a 21 años de prisión por homicidio en concurso ideal con aborto, en el caso de Érica Paola Soriano, cuyo cuerpo no fue hallado”, indicó el EFE.
