lunes, 8 diciembre, 2025
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Monseñor Conejero Exhorta a la Conversióny la Caridad en el Segundo Domingo de Adviento

Homilía Profunda en la Iglesia Catedral Nuestra Señora del Carmen – 7 de Diciembre del 2025.

El clima de expectativa y recogimiento propio del Adviento se palpó intensamente en la Iglesia Catedral Parroquia Nuestra Señora del Carmen este domingo 7 de diciembre de 2025. Monseñor José Vicente Conejero Gallego, obispo de la diócesis, presidió la Eucaristía correspondiente al Segundo Domingo de Adviento, marcando un punto crucial en la preparación espiritual de la comunidad. Con la segunda vela encendida, símbolo visible del avance en este tiempo litúrgico, el Monseñor pronunció una homilía rica en teología y exhortación pastoral, enfocada en el encuentro con Cristo y el testimonio de vida.

El Adviento como un Triple Encuentro con el Señor

Monseñor Conejero comenzó su reflexión señalando la importancia de vivir este período con plena consciencia, enfatizando que el Adviento está «marcado por el encuentro con el Señor, que es lo más importante». Elevando una oración por la comunidad, pidió que las «ocupaciones cotidianas no nos impidan ni obstaculicen vivir en comunión con Jesús».

El obispo desglosó la venida de Cristo en tres dimensiones fundamentales para la fe:

  1. La Primera Venida: La encarnación histórica, recordada y celebrada el 25 de diciembre, cuando el Señor vino «en pobreza y humildad».
  2. La Segunda Venida: El retorno glorioso de Cristo al final de los tiempos, un momento esperado en el que Él «actuará con justicia, no como la justicia que tenemos los hombres a veces es una justicia medio guau o enteramente». La certeza del juicio divino es que Él «dará cada uno según sus obras».
  3. La Tercera Venida: El «encuentro en este momento presente» con Jesús, una venida intermedia y constante que se realiza en la vida cotidiana y que exige una vigilancia permanente.

El Derramamiento Extraordinario del Espíritu Santo en la Diócesis

Con un tono de «alegría y gratitud», Monseñor Conejero dedicó una sección significativa de su homilía a compartir las «buenas nuevas» del sacramento de la Confirmación administrado a lo largo de la semana. Estos acontecimientos, según el obispo, son una prueba irrefutable de que «está el Espíritu Santo derramado y difundido en nuestra diócesis».

Los números y las historias compartidas por el Monseñor ilustraron la vitalidad de la fe local:

  • Se confirmó a «decenas y decenas, incluso centenares, de hermanos y hermanas nuestras, jóvenes y adultos».
  • Se destacó el caso conmovedor de la parroquia de San Francisco de Asís en Villalurdes, donde «se confirmó un señor que tenía 99 años había cumplido el día anterior».
  • Mencionó las confirmaciones «muy numerosas» en Santa María de la Esperanza, San Antonio de Padua en El Colorado, y especialmente los «146 jóvenes y adultos» que recibieron el Espíritu Santo en Clorinda, en la parroquia Nuestra Señora de los Ángeles.

El Monseñor estableció una poderosa analogía bíblica para dimensionar este evento:

«Si los apóstoles, que eran doce, el día de Pentecostés, cuando se derramó el Espíritu Santo, salieron a proclamar al mundo entero las maravillas de Dios, que no será con esta cantidad de fieles que, como digo, superan esta semana más de 300 los que se han confirmado.»

Con el profeta Isaías como telón de fondo, el obispo recordó que la imposición de manos confiere los siete dones del Espíritu: «sabiduría, entendimiento consejo, fortaleza ciencia, piedad, santo temor de Dios», marcando a los confirmados con el «santo crisma el óleo de la alegría» y uniéndolos a Jesús, «el ungido por el Espíritu Santo».

La Conversión como Grito y Estilo de Vida

El «eje central» de la predicación de Adviento es el mensaje de Juan el Bautista: «conviértanse que el reino de los cielos está cerca». Monseñor Conejero alabó la figura del precursor, describiéndolo como «austero y sencillo», vestido con «piel de camello» y con una vida «muy sobria y muy austera y penitente».

Esta austeridad no era arrogancia, sino un profundo acto de humildad, pues Juan reconocía su propia indignidad ante el Mesías que venía:

El obispo insistió en la humildad del Bautista, quien reconocía que no era digno «ni siquiera de desatar la correa de sus sandalias» ante el que es «el Cordero de Dios, que viene a quitar el pecado del mundo.»

Siguiendo esta línea, el mensaje del Apóstol Pablo en la Carta a los Romanos se sumó al llamado, instando a los fieles a «despertemos del sue» y a obrar con rectitud.

La Conversión se Manifiesta en la Amabilidad y la Sobriedad

La homilía pasó de la teoría teológica a la aplicación práctica, detallando cómo debe manifestarse esta conversión en el día a día.

El Monseñor fue muy claro al afirmar que la conversión debe ser visible: «tenemos que mostrar a los demás esa cordialidad, esa deferencia de recibir al otro como hermano. porque en esto se tiene que notar nuestra conversión en el testimonio y en las acciones concretas».

Se hizo un llamado a evitar ser «argeles» —un término popular para referirse a personas poco amables o impacientes— y a cultivar la amabilidad, la paciencia y la misericordia, especialmente con los «efectos y deficiencias de los demás que a veces nos pueden poner nerviosos impacientes y pueden alterarnos». La reciprocidad divina es el modelo: así como queremos que el Señor perdone nuestras faltas, «tenemos también que mostrar este estilo de amabilidad para con los hermanos».

Respecto al Adviento en la antesala de las fiestas navideñas, Monseñor Conejero hizo una advertencia sobre el consumismo:

«estamos invitados por tanto a ser sobrios, sencillos y a compartir lo poco o mucho que tengamos con los hermanos más pobres y necesitados estos no faltan nunca».

El obispo utilizó expresiones locales, refiriéndose a la situación económica con la frase «la iguana está flaca» (o «ipirula techu» en el lenguaje local), para subrayar la necesidad de evitar excederse en gastos superficiales y fomentar, en cambio, la «sobriedad y sencillez» evangélicas.

Vísperas de la Inmaculada: María, Modelo de Gloria

La homilía concluyó mirando hacia el día siguiente, la Solemnidad de la Inmaculada Concepción. La Virgen María es presentada como el ejemplo perfecto de pureza y sencillez al que todo cristiano debe aspirar. A pesar de la posibilidad de lluvia que podría afectar el evento en el Anfiteatro de la Juventud, el mensaje de la fiesta es «muy hermoso, muy profundo».

María es el «modelo y ejemplo de pureza es ejemplo de humildad de sencillez». Su alegría es un cántico de alabanza a Dios.

El Monseñor concluyó: «Eso es lo que nosotros tenemos que procurar hacer. Alabar, bendecir y glorificar al Señor, que para eso hemos sido creados… ya podemos comenzar aquí en la tierra alabando y glorificando al Señor porque es bueno, porque su misericordia es eterna, porque su bondad permanece de generación en generación.»

Los fieles fueron invitados a unirse al «cántico con alegría» de la Madre de Dios, viviendo la sobriedad, la amabilidad y la esperanza que este Adviento exige.

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