domingo, 21 diciembre, 2025
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Se cumplen dos meses de la desaparición de Acaí: ni una sola persona aportó datos, a pesar de la recompensa millonaria

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Las esperanzas de encontrar con vida a la yaguareté Acaí se van, como queda atrás el año 2025. A dos meses de su desaparición en el Impenetrable chaqueño, la Justicia no logró avanzar en la investigación con un síntoma llamativo: se ofreció mucho dinero como recompensa por información a la población de la zona y sin embargo, el teléfono no sonó jamás.

Toma cada vez más fuerza la hipótesis de que el animal está muerto, algo que ya dio por hecho la fundación Rewilding Argentina, cuyos científicos y especialistas lo criaron en una “libertad controlada” dentro del Parque Nacional Iberá y la trasladaron a Chaco para liberarla definitivamente el 5 de octubre pasado, apenas 20 días antes de desaparecer. Acaí salió hacía el territorio salvaje con un collar que sirve para que los humanos monitoreen sus movimientos y su vitalidad.

El fiscal federal Carlos Amad no se resigna a la muerte. Es parte de su rol profesional no adelantarse a los hechos ni descartar hipótesis hasta no recolectar pruebas concluyentes. El problema es que las evidencias no aparecen.

Y los tiempos de la Justicia, se sabe, son extraños. Amad, titular de la fiscalía federal de Presidencia Roque Sáenz Peña, con jurisdicción sobre la zona del Impenetrable en cuestión, no recibió todavía la información que contienen los teléfonos celulares secuestrados a pobladores de la zona tras un operativo de la Policía chaqueña por pedido del fiscal y expresa orden de la jueza Belén López Macé.

Los habitantes del paraje Manantiales son sospechosos de haberlo asesinado para defender sus ranchos o sus animales. Pero también podría tratarse de un crimen motivado por el negocio clandestino de las pieles del yaguareté o incluso por el animal vivo.

“Viene lenta la mano con los teléfonos celulares. El fiscal espera esa información para tomar decisiones sobre cómo seguir”, explicó una fuente de una investigación compleja por las características del terreno.

Lo más llamativo -y a la vez decepcionante- es que fijar una recompensa para quien aporte datos fehacientes, la principal estrategia para conseguir información, no tuvo efecto.

El Ministerio de Justicia nacional ofrece desde fines del mes pasado $ 250 millones, un monto calculado por Amad y la Administración de Parques Nacionales (APN) a partir del daño ambiental que causa la pérdida de la yaguareté: 2.673.280.260 de pesos.

“En cuanto empiece a correr el dato de la tremenda cantidad de dinero que se ofrece, confiamos en que vamos a tener información fidedigna”, le había comentado un investigador a este medio cuando se lanzó la oferta, el mes pasado.

Es que los pobladores de la zona viven sumidos en una absoluta austeridad y esa cantidad de dinero, lógicamente, le podría cambiar la vida a todos ellos. Sin embargo, nada de lo que imaginaba Amad ocurrió hasta ahora. Nadie llamó. Podría ser un pacto de silencio o desinterés.

Lo cierto es que el único rastro de Acaí es su collar, que el 25 de octubre emitió por última vez señal desde el fondo del cauce del Bermejo. A pesar de varios rastrillajes con buzos nunca pudieron encontrarlo. Es un río turbio y el suelo, en esa zona, es barroso, lo cual dificulta todavía más la situación.

El equipo de Rewilding busca un equipo de dragado más potente que el que se usó hasta ahora. Hallar el collar permitiría saber si hay más puntos de movimiento que no se transmitieron al laboratorio y que podrían dar más pistas, al menos, de dónde sucedieron los hechos.

El yaguareté es Monumento Natural Nacional, por lo que atentar contra la vida del animal sagrado es un delito tipificado en el Código Penal y tiene una pena de prisión en expectativa de hasta cinco años.

Por eso es que la Fundación Rewilding, dedicada desde hace años a la reinserción de esta magnífica especie -tope de la cadena alimentaria de la fauna local y casi extinta en la zona- (y de otras), difundió la noticia directamente como “la matanza de Acaí” y que el collar está en el río porque alguien lo lanzó hacia allí.

Desde Rewilding aclararon que “a pesar del duro golpe que significa la eliminación de un yaguareté silvestre, como Acaí, las organizaciones de gobierno y la Fundación se comprometieron a reforzar el proyecto de reintroducción, a la par de apoyar la búsqueda de los cazadores para que reciban el castigo que establece la ley”.A pesar de los rastrillajes en el río Bermejo, el collar de Acaí no fue hallado

Los teléfonos secuestrados por Amad pertenecen a pobladores del Paraje Manantiales, una zona donde días antes del 25 de octubre, APN y el gobierno chaqueño habían alertado sobre la presencia del yaguareté a orillas del Bermejo.

Lo hicieron para tranquilizar a la población, explicar que el animal estaba monitoreado y advertir sobre las graves consecuencias penales que traería matarlo, tal vez, sospechando que podía existir un desenlace de este tipo. Algunas versiones de pobladores dicen que Acaí se comió el ternero de uno de ellos y que la situación derivó en su muerte.

Es que justamente el yaguareté se extinguió del Impenetrable por ser víctima de asesinatos de pobladores que, en el afán de cuidar lo poco que tienen de ganado y animales para subsistir, son capaces de matar a una de las joyas de la fauna sudamericana.El yaguareté es esencial para mantener la salud y la integridad de los ecosistemas silvestres al regular, mediante la depredación, las poblaciones de especies de depredadores medianos y grandes herbívoros, con posibles efectos incluso sobre la vegetación

Desde aquella alerta nadie sabe nada de Acaí. Hubo rumores de quién pudo haberla asesinado. Pero tampoco se avanzó en ese sentido. Aunque queda la esperanza de la información que pueda recabarse cuando se abran los teléfonos. ¿Será antes de 2026? Al año laboral le quedan pocos días y después el Poder Judicial entra en ferias.

Según contaron fuentes policiales, a Amad, fiscal federal de Presidencia Roque Sáenz Peña, le llamó la atención la declaración de uno de los pobladores. “Yo no lo maté al bicho, pero si me come alguno de mis animales no tendría problemas en hacerlo, aunque vaya preso”, les dijo a los policías que fueron a su casa. Automáticamente, el hombre pasó a ser uno de los sospechosos.

Sebastián De Martino, director de Conservación de Rewilding, aclaró que prácticamente no hay registros en muchas décadas de ataques de yaguaretés a personas. Pero entre las poblaciones, las leyendas y mitologías convierten a este felino en un animal temido. Rewilding se encarga desde hace años de desestigmatizar al yaguareté. En algunas poblaciones de la zona consiguió el objetivo. En otras, no.

“En general siempre que murió una persona atacada por un yaguareté es en circunstancias en que antes hieren al animal, no lo terminan de matar y el animal ataca. Pero el yaguareté normalmente no ataca a las personas. Puede atacar a ganado”, detalló Di Martino.El fiscal Carlos Amad no descarta que Acaí esté viva en algún sitio

Amad tiene un trabajo difícil. Es una zona inmensa y despoblada a cientos de kilómetros a la redonda. La vegetación, el clima, los animales salvajes, todo complica la investigación.

La extinción del yaguareté en el Chaco y la llegada de Acaí

Para entender la historia de Acaí hay que viajar de Chaco a Corrientes, donde desde 1953 hasta 2021, el yaguareté también estuvo extinto. Hace cuatro años comenzaron a liberarse los primeros individuos criados por Rewilding en el Parque Nacional Iberá y como resultado de este proyecto la especie ya se reproduce libremente, lo que aumentó de forma notable la cantidad de felinos en ese Parque Nacional.

La provincia de Corrientes pasó de no tener ningún yaguareté durante 70 años a reconstruir allí una población saludable a través de este proyecto de reintroducción, lo que le permite desde hace unos años a la provincia convertirse en “donante”, para ayudar a recuperar su presencia en otros ecosistemas.Acaí cuando fue trasladada de Iberá al Impenetrable

Eso ocurrió con Acaí. Nació en Iberá y fue traslocada al Impenetrable, donde hay pocos machos silvestres, pero las hembras están extintas. La última había sido registrada hace 30 años en un área de un millón de kilómetros cuadrados.

La reintroducción de hembras resulta esencial para recuperar las poblaciones del principal depredador de Sudamérica en este bosque seco, uno de los ecosistemas más amenazados del mundo, cuya superficie se extiende por Argentina, Paraguay, Bolivia y Brasil. Aún desconocido y desprotegido, el Gran Chaco es el segundo bosque más importante de América del Sur después del Amazonas por su tamaño y asombrosa biodiversidad.

Los esfuerzos para suplementar a la población de yaguaretés en el Parque Nacional El Impenetrable comenzaron en 2019, cuando un guardaparque descubrió las huellas de un macho solitario en la orilla del Bermejo. Fue bautizado como Qaramta y le instalaron el collar satelital para monitorearlo.

Ante la falta de hembras en la región, se lo cruzó con una hembra de cautiverio, lo que fue una acción nunca antes realizada en la historia. Desde entonces, Qaramta se apareó con hembras cautivas traídas desde el Parque Nacional Iberá y produjo cachorros para ser liberados en la naturaleza.Una foto del momento en que Acaí salió en libertad en el Impenetrable: fue el 5 de octubre pasado y 20 días después se perdería su rastro

Más adelante, probablemente atraídos por la presencia de hembras, llegaron a la zona otros machos silvestres, pero sin registros de hembras silvestres no había posibilidad para la especie de recuperarse por sus propios medios.

Para revertir esta situación,entre 2024 y 2025, Rewilding Argentina, la Administración de Parques Nacionales y la provincia del Chaco liberaron en el Parque Nacional El Impenetrable otras cuatro yaguaretés hembras, dos nacidas en cautiverio, hijas de Qaramta, una rescatada en Paraguay y a Acaí.

En Argentina, la situación de los yaguaretés es crítica. La especie perdió más del 95% de su área de distribución original y se estima que quedan menos de 200 yaguaretés en poblaciones fragmentadas. Por eso, la preocupación por el destino de Acaí es total.

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