Sobre un estante vacío, un cartel advierte con una leyenda: «Esta góndola está defendiendo tu bolsillo». Un poco más abajo aclara que «el abastecimiento está afectado por aumentos desmedidos del proveedor. Te pedimos disculpas por el inconveniente«. Sobre un hueco en una góndola de panificados, otra cadena líder le informa a sus clientes que «la ausencia de productos se debe a la falta de entrega del proveedor», y cita el nombre de una empresa.
Ambos avisos tienen que ver con la feroz pulseada que estalló en la industria de consumo masivo por la ola de remarcaciones desatada tras la finalización del programa Precios Justos, que se concentraba en las grandes cadenas de supermercados. Ahora, los fabricantes intentan recuperar el atraso de precios por los «acuerdos» impuestos durante el kirchnerismo, y que les permitió ganar mercado a costa de autoservicios, almacenes y tiendas barriales.
En el supermercadismo rechazan aumentos que van del 35 al 100% que les envían los fabricantes para achicar la brecha de precios entre canales, que promedian el 45%, «con picos del 90% en algunos productos clave, como bebidas sin alcohol y aceites», explicó una fuente de una de las cadenas líderes. Esos valores más bajos «nos permitió recuperar 12% de participación en los últimos dos años«, en perjuicio de los comercios de proximidad independientes. La guerra recién comienza.
Desde una empresa productora de bebidas reconoció a Clarín que efectivamente buscan equilibrar los precios entre canales. Recitan de memoria el atraso que acumulan tras años de regulaciones y controles (aplicados exclusivamente en las grandes cadenas) y de los topes máximos a las alzas, muy por debajo de la inflación, que estableció el último secretario de Comercio, el massista Matías Tombolini.
Los supermercadistas protestan porque sus proveedores “revolean precios a lo pavote” y aseguran que hoy “los topes los ponemos nosotros y no el Gobierno porque la gente no valida los aumentos”.»Es cierto que hubo remarcaciones muy fuertes en las últimas semanas, de hasta 100% en algunos productos, para compensar los atrasos. La idea que es la diferencia de precios entre las cadenas con almacenes y autoservicios vaya del 5 al 10%, lo que es algo lógico. Porque además, las cadenas tienen otros beneficios, como por ejemplo pagar a 30, 60 y hasta 90 días las compras», resaltan los proveedores.
Las discusiones empezaron poco antes de llegada del nuevo gobierno, que encabeza el libertario Javier Milei. Pero van elevando el tono a medida que pasan los días, con final incierto. Entre los fabricantes no hay posición unánime al respecto. Algunos creen que no pueden recuperar todo el atraso de golpe y prevén hacer lo en forma gradual. Otros son más drásticos y tomaron la decisión de no entregar mercadería si una cadena no acepta las nuevas listas. «Ya veníamos con dificultades de abastecimiento, y ahora esto», se lamentan los supermercados.
Aún así, por ahora se muestran firmes con la postura de rechazar subas que consideran muy altas en medio del fogonazo inflacionario que provocó el fin de Precios Justos, la devaluación del dólar oficial (que saltó de $ 367 a $ 800) y los aumentos de combustibles, entre otras cosas. Por esos motivos, las consultoras privadas calculan que la inflación de diciembre rondará el 30%.
El objetivo de los supermercados es no perder la competitividad ganada en los últimos años (tener los precios más baratos del mercado) para no resignar participación. «Estamos dispuestos a achicar la brecha un poco, pero que quede entre 30 y 40% por debajo de almacenes y autoservicios», razonan. Con picardía, otros explican que la brecha entre canales se agrandó porque «los fabricantes compensaron el atraso del programa Precios Justos remarcando mucho más en almacenes y autoservicios», justifican.
Los fabricantes, por su parte, argumentan que también quieren terminar con prácticas ilógicas que generaron las distorsiones de precios. «Era muy habitual que almaceneros y comercios independientes se abastecieran en el supermercado y no en los mayoristas, que es lo usual». Dice, además, que «algunas cadenas aceptaron los nuevos precios, otras lo hacen de a poco y otras, todavía negocian».
De cualquier manera, en la industria de consumo masivo (alimentos, bebidas, tocador y limpieza) se prepara para afrontar un año con alta inflación, caída de consumo por la pérdida de compra de los ingresos y el retiro de los controles de precios, que operaban como anabólicos de la demanda.
“Frente a un escenario con muy probable de caída del volumen, estamos enfocados en incrementar nuestro alcance, con aperturas de tiendas físicas y la ampliación de la red de eCommerce, para ganar nuevos clientes y compensar la baja en las ventas”, explicó a Clarín Juan Pablo Quiroga, director de Comunicaciones de Changomás, la cadena que pertenece a Francisco de Narváez.