El anuncio del megacontrato que firmó el golfista español Jon Rahm para incorporarse al circuito LIV que manejan los sauditas no solo es un “terremoto” para su deporte. Al convertirse en el mayor contrato jamás firmado por deportista alguno a nivel mundial -y estamos hablando de cifras que ni siquiera alcanzaron futbolistas, jugadores de fútbol americano, basquetbolistas o boxeadores- implica que el negocio grande del deporte ingresa en una nueva e imprevisible dimensión.
El Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudita maneja activos por 620.000 millones de dólares y viene ejecutando, desde hace varios años, distintos movimientos para acaparar los mayores acontecimientos deportivos (rivalizan con los jeques de Qatar en ese sentido). Ya se llevaron carreras de Fórmula 1 y grandes competencias de tenis, también invierten en su competición interna de fútbol al llevarse estrellas – en su crepúsculo- como Cristiano Ronaldo o Karim Benzema.
Pero lo del golf es distinto: armaron un circuito internacional propio, que rivaliza con el tradicional PGA Tour de base estadounidense. Como CEO de ese emprendimiento colocaron a una leyenda, el australiano Greg Norman, y contrataron a varios jugadores de primera línea como el español Sergio García y los estadounidenses Dustin Johnson y Phil Mickelson. Para tentar a Rahm, le ofrecieron esta cifra impresionante: 500 millones de dólares. En menos de dos años, el LIV Golf ya contrató a trece figuras que han obtenido títulos de Grand Slam y, entre ellos, cinco que accedieron al N° 1 del ranking mundial.
Rahm fue el vencedor del legendario Masters de Augusta, donde su premio fue de “apenas” 3,24 millones de dólares.
Una de las innovaciones que aplica el LIV Tour es que cada participante, por su sola presentación, tiene garantizados 120 mil dólares. El calendario del 2024 abarcará 12 etapas a partir del 2 de febrero con el torneo de Playa del Carmen (México) y tendrá 5 pasos por Estados Unidos, además de otros eventos en Australia, España, Singapur y Gran Bretaña.
Al principio, los organizadores del PGA Tour estadounidense llevaron a su nuevo “rival” hasta los tribunales. Pero ahora estarían negociando para que los sauditas también se conviertan en socios del circuito tradicional. “No podemos competir con un gobierno con dinero ilimitado” dijo Jay Monahan, comisionado de la PGA.
Anteriormente, estrellas como Tiger Woods y el irlandés Rory McIlroy se opusieron a jugar para el circuito saudita, a pesar de que les llegaron ofertas igualmente impresionantes.
“La verdad es que podría retirarme ahora mismo y podría tener una vida muy feliz sin jugar de nuevo. Nunca jugué al golf por razones monetarias. Juego por mi amor a este deporte y quiero jugar contra los mejores del mundo. Siempre he estado interesado en la historia y el legado del golf y ahora mismo el PGA Tour tiene eso”, había declarado Rahm hace un par de años.
Pero 500 millones… fueron demasiado, lo hicieron cambiar. “El dinero ha pesado, no lo voy a negar, pero no es la única razón” expresó apenas anunciaron su incorporación al circuito saudita. Y empezó a dar explicaciones: “Tendré la posibilidad de hacer más grande el golf jugando en países a los que nunca acudí… Entiendo que hay gente que no esté muy contenta, pero mi ética de trabajo no cambia. Quiero seguir persiguiendo cosas y tener siempre la sensación de crear historia”.
Rahm, nacido hace 29 años en Barrica (País Vasco), igualmente podrá seguir participando en el Masters de Augusta y en el Abierto de Estados Unidos, entre otros eventos del circuito tradicional.
El ingreso de los inversores sauditas, apalancados por sus petrodólares, al más alto nivel del golf ya había empezado a mover toda la estantería del deporte. Según la última lista Forbes de los deportistas mejor pagados del mundo, entre mayo de 2022 y mayo de 2023, figuraban dos golfistas, gracias a sus ingresos al circuito saudita: Dustin Johnson, con 107 millones de dólares y Phil Mickelson, con US$106 millones. Aparecían 6° y 7° respectivamente.
La lista fue encabezada por los futbolistas más importantes del mundo: Cristiano Ronaldo con US$136 millones (de los cuales 75 millones corresponden al contrato con los sauditas), Leo Messi con US$130 millones y Kylian Mbappé con US$120 millones. El basquetbolista LeBron James aparece cuarto con US$119,5 millones, delante del boxeador Canelo Álvarez (US$117 millones).
Probablemente la gran jugada de Messi con sus contratos post-Mundial y su ingreso a la liga estadounidense mueva aquellos números. Pero lo de Rahm supera todo lo conocido, inclusive los mayores ingresos de un deportista para una sola temporada, según Forbes: el boxeador Floyd Mayweather, quien embolsó US$285 millones tras su combate contra Conor McGregor en 2017.
A la vez, tanto lo de Rahm como la gran movida alrededor de la irrupción de Messi en EE.UU. y el flamante contrato que firmó la estrella del béisbol, Shohei Othtani, el último fin de semana, indican que el deporte de elite se mueve hacia cifras estratosféricas.
Othani, apodado “El unicornio”, surgió como el fenómeno japonés del béisbol y de allí saltó a Estados Unidos hace seis años. Ahora, acaba de firmar un contrato por diez años con Los Angeles Dodgers por… 700 millones de dólares. El record anterior era de Mike Trout, para la misma franquicia, por 426 millones en doce años, también para Los Dodgers.