sábado, 21 septiembre, 2024
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La historia de Doris y Oscar: un amor de oro, un diagnóstico de Alzheimer y un tatuaje que los une en el dolor

Doris García y Oscar Necchi llevan 50 años de casados y viven en Pocito, San Juan. Después de dos incidentes a raíz de la enfermedad, Doris tomó una decisión permanente.

Doris tomó una medida creativa para evitar que Oscar, que sufre de Alzheimer, se pierda. (Foto: gentileza Tiempo de San Juan)

Doris tomó una medida creativa para evitar que Oscar, que sufre de Alzheimer, se pierda. (Foto: gentileza Tiempo de San Juan)

La foto de un tatuaje que se hizo viral reveló una historia del amor incondicional entre Doris García y Oscar Necchi, una pareja sanjuanina que compartió su vida por medio siglo y que quedó marcada por el Alzheimer y la trágica muerte de un hijo hace siete años.

Doris y Oscar viven actualmente en Pocito, provincia de San Juan, pero estaban residenciados en Barcelona, España, cuando su vida dio un giro. El matrimonio y sus cuatro hijos (los dos menores, adoptivos) vivían en Europa, pero Ariel, uno de los mayores, decidió regresar a San Juan con su esposa y sus tres hijos, y sus planes en la Argentina parecían seguir su curso, hasta 2017.

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En ese año, Ariel trabajaba chef en un hotel de Sarmiento. Un día en que se trasladaba a su empleo en moto, una rama de eucalipto le cayó en la frente y murió en el acto. A pesar del dolor, Doris y Oscar decidieron quedarse en España: “No sabíamos si viajar o no. Decidimos quedarnos. No sé si hicimos bien, pero ¿a qué iba a venir acá? En ese momento no sabía qué tenía sentido y qué no”, le contó Doris al diario Tiempo de San Juan. Solo dos meses después de la tragedia, la familia recibiría la segunda mala noticia.

Oscar Necchi salió a las 7:30 de su casa, en Barcelona. Lo habían operado cinco veces del corazón y tenía que acudir a una consulta de rutina. Horas después, Doris no tuvo noticias de él, así que fue a buscarlo al hospital, donde le dijeron que su esposo nunca llegó a la cita médica.

Diego Crocco tatuó el nombre y el número de Doris en el antebrazo de Oscar. (Foto: gentileza Tiempo de San Juan)

Diego Crocco tatuó el nombre y el número de Doris en el antebrazo de Oscar. (Foto: gentileza Tiempo de San Juan)

La policía comenzó a buscarlo en el momento en que se radicó la denuncia y Doris volvió a su casa para esperarlo. “Yo no entendía nada. Hasta llegué a pensar que lo habían secuestrado para sacarle los órganos. Me senté frente al cuadro de mi hijo, rezando el rosario, y le pedí: ‘Ari, por favor, que vuelva antes de que se esconda el sol’. A las 19:30, me avisaron que lo había encontrado un muchacho. Oscar estaba sentado solo en los escalones de una fábrica. Había caminado 10 kilómetros, tenía raspones y estaba todo embarrado. Lo internaron y ahí me dijeron que había sufrido un problema de memoria”, relató la mujer.

Diego Crocco, el tatuador, junto a Oscar. (Foto: gentileza Tiempo de San Juan)

Diego Crocco, el tatuador, junto a Oscar. (Foto: gentileza Tiempo de San Juan)

Era Alzheimer. “Le pregunté a Dios por qué, si me llevó al Ariel, me hizo eso con el Oscar. Me enojé, porque él había logrado olvidar y yo tenía que cargar con todo. Pero después supe que por más difícil que fuera íbamos a salir adelante, que tenía que seguir”, reconoció.

La pareja volvió a San Juan en 2019. Doris no se separaba de Oscar, escondía la llave de la puerta y tomaba todas las precauciones posibles. No hubo más sobresaltos hasta el 5 de enero de este año, el día del aniversario número 50 de la pareja. “Para nuestro aniversario, él me regalaba siempre un ramo de flores y un oso de peluche. Entonces, ese día me levanté y le dije en broma: ‘Buenos días, ¿50 años y no hay flores ni osito para la Doris?’ Fue solo un comentario, pero parece que su mente hizo un click, recordó Doris.

El cuñado de Doris le sugirió que le tatuaran a Oscar el número telefónico. (Foto: gentileza Tiempo de San Juan)

El cuñado de Doris le sugirió que le tatuaran a Oscar el número telefónico. (Foto: gentileza Tiempo de San Juan)

“En la tarde, me preguntó si podía salir hasta la puerta y yo, que estaba sentada acá tomando mates con mi hermana y lo podía ver por la ventana, le dije que sí. Al rato me llamó mi hijo mayor, Leonardo, que está acá en San Juan con nosotros, y me preguntó: ‘¿A dónde está el papá?’. Salí y él no estaba. Lo había visto a unas cuadras la dueña de la florería y lo había llevado a la casa de mi hermana, que vive a la vuelta. Había ido a comprarme un ramo”.

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La sugerencia del cuñado de Doris, Leonardo, se convirtió en la única solución: tatuar el número y nombre de Doris en el antebrazo de Oscar para evitar otra desgracia. Leonardo recomendó a Diego Crocco, un tatuador sanjuanino, y Doris aceptó: “Él me contó que nunca había hecho un tatuaje así y me pidió autorización para cargar la foto”.

En las redes, el tatuaje de Oscar se volvió viral. “Él no termina de acostumbrarse y a veces se quiere sacar el tatuaje. Así que, para que se quede tranquilo y en chiste, le compré una goma”, bromeó la mujer y aseguró: “Para mí es una seguridad saber que, si se va, quien lo vea me a poder avisar. Y me gusta que se conozca la idea para que otras personas puedan copiarla. Es difícil lo que vivimos, pero acá estamos, juntos y en nuestro Pocito, en San Juan, donde todos te ayudan. No hay mejor lugar que este”.

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