Federico Manchado es un ingeniero industrial que busca “cambiar el paradigma” con sus calzados minimalistas y respetuosos de la anatomía. “Antes solo se podía acceder comprando en páginas de afuera, de Europa o Estados Unidos, que es donde está el mercado más desarrollado”, le dijo a TN.
Las lesiones, como las crisis, pueden ser oportunidades. Hace tres años, Federico Manchado, un ingeniero industrial apasionado por el deporte, se lastimó el tobillo mientras entrenaba para una carrera de obstáculos. Aprovechó los seis meses de parate y rehabilitación que lo dejaron lejos de las pistas para zambullirse en papers de medicina y posteos de traumatólogos, podólogos y kinesiólogo. Y así fue que se topó con las zapatillas barefoot (descalzo, en inglés), o minimalistas, y descubrió que podían ayudar en su recuperación.
“La sensación que tenés cuando te pones por primera vez un calzado barefoot es que no podés creer que no tenés dolor en los pies. Ya no quiero llegar a casa para sacarme las zapatillas, es como tener un guante en la mano. No quiero volver a ponerme unas zapatillas normales nunca más en mi vida”, dijo Manchado a TN.
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Pero pronto se dio cuenta de que había un problema: nadie los fabricaba en el país. “Solamente se podía acceder a este tipo de calzados comprando en páginas de afuera, de Europa o Estados Unidos, que es donde está el mercado más desarrollado”, explicó.
Federico sintió que había llegado el momento de volcar todos los conocimientos que adquirió trabajando en proyectos de inversión para compañías multinacionales “en un proyecto y un sueño personal”: tener “su marca de calzado barefoot en Argentina”. Uno de sus amigos de toda la vida, el abogado Gustavo Peters, decidió sumarse como socio fundador y, aunque ninguno de los dos sabía nada de zapatos, se lanzaron a la aventura con un capital inicial de 44.000 dólares.
Tras más de dos años de investigación y desarrollo con una empresa líder de la confección de suelas en el país y unos ocho prototipos, Manchado y Peters lograron obtener el producto que deseaban. En marzo lanzaron su marca, Zapiens, a través del comercio on line. “Me traje muchos, muchos calzados de afuera, los analicé para ver qué características tenían cada uno y cuáles quería para el mío”, explicó sobre el diseño de sus productos.
Fue todo un éxito: “En un mes y medio ya habíamos vendido más de 900 zapatillas”, cuando el ingeniero había proyectado vender unos 450 pares en todo el año. “Rompí todos mis cálculos. Eso quiere decir que el mercado estaba esperando algo así”, agregó.
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Qué es el calzado barefoot o minimalista
La idea detrás del calzado minimalista, también conocido como respetuoso, es que nuestros pies están hechos para caminar descalzos y que los calzados convencionales modifican la forma natural en que el cuerpo se mueve, por lo que pueden provocar dolores de espalda y molestias en las articulaciones. Las zapatillas minimalistas buscan promover una marcha y una postura más natural, así como fortalecer los músculos de los pies y las piernas al respetar la anatomía de los pies.
“El pie es una obra de ingeniería parecida a lo que es una mano, nada más que lo tenemos subdesarrollado por el uso de calzado tradicional”, sostuvo Manchado. Y para explicar su idea, hizo una analogía: “Es como si lleváramos guantes de box en las manos todo el día, probablemente después no podríamos escribir por no haber trabajado los músculos de la mano”.
Los beneficios del uso de zapatos minimalistas incluyen la mejora del equilibrio y de la postura, el fortalecimiento muscular, la estimulación sensorial a través de una mayor conexión con el suelo, la disminución del riesgo de lesiones y la eliminación de la tensión muscular asociada con el calzado convencional. “Nosotros queremos concientizar a la gente, ayudarla a reconectar con la naturaleza, con su cuerpo”, afirmó Federico.
Para ser considerado “barefoot”, un calzado tiene que respetar tres reglas esenciales: “tiene que tener ‘zero drop’, es decir, que no tenga taco, sino la misma altura del talón a la punta de los dedos; tiene que ser una suela fina y flexible y tener una horma anatómica, más ancha, que respecte la forma del pie” y permitir los movimientos de los dedos, explicó el emprendedor.
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“Nosotros queremos fomentar la salud a través del calzado. Queremos que el mundo sepa que actualmente tiene un problema del que no está al tanto. Queremos transformar este paradigma, reconectarnos con la esencia del pie, que es ser funcional”, manifestó Manchado.
Por ahora su producción abarca unos cinco modelos de zapatillas urbanas que van del talle 36 al 44, pero esperan pronto lanzar nuevos modelos, más talles, fabricar desde zapatillas deportivas hasta ojotas y sandalias y también “hacer modelos para niños”, ya que “cuando uno está en pleno desarrollo, es cuando más tiene que hacer foco en la salud”.
Por ahora, los dos socios siguen con sus antiguos trabajos para poder reinvertir todo en la empresa. “No estamos viendo ni un peso, pero estamos felices”, concluyó Manchado.