Mientras la depresión económica confirmó esta semana -con números de consumo y actividad- que llegó para quedarse, el escenario político y el contexto del poder económico están enrarecidos y sumergidos en un mar de negociados y operaciones para sacar rédito propio. Muchos de esos movimientos tienen como eje el posicionamiento de Mauricio Macri, decidido a intervenir el Gobierno de Javier Milei, una postura que bancan los empresarios vieja escuela y resisten los libertarios NYC. En paralelo, Paolo Rocca y Marcos Galperín los dos hombres de negocios más grandes del país, apuestan un pleno a la occidentalización de la economía vía discurso y acciones geopolíticas directas, con un triunfo de Trump, un bloque “anti China” y una economía que pone en el altar de los ejemplos al dueño de Tesla y X, Elon Musk,
En este contexto, para entender la reacción maquiavélica de Macri de la última semana, hay que hablar de sus deseos de un desembarco fuerte en la gestión. Por esto, explican en su entorno, el ex presidente viene hablando de falta de equipos y de lugares estratégicos. En la cena de milanesas y ensalada que tuvieron el miércoles último en Olivos Milei y Macri, hablaron de las votaciones del PRO contra los dineros de la SIDE y a favor de la nueva fórmula jubilatoria, dos presiones del ingeniero a su pupilo. Pero por fuera de lo formal, Macri le planteó cuál es su esquema de poder de aquí en adelante, qué es lo que sigue después de los aprietes. Sin eufemismos, le expresó que precisa tener un superministerio que maneje Transporte, cuestiones vinculadas al agro, pero, sobre todo, la Hidrovía. Este último punto es un encono del líder PRO con Santiago Caputo, quien maneja la vía navegable con dos hombres de su confianza. El ex Presidente le blanqueó a Milei que quiere que la hidrovía la maneje su ex ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, que ya tiene un plan para el asunto y debería entrar al Gobierno con un superministerio que abarque eso y el resto de las área “dormidas”.
Cuentan que el presidente tiene un problema en sus mitines con Macri: no le cree como antes, y ve que la obsesión del líder PRO con el asesor Caputo oculta, en realidad, la idea de retomar negocios del Estado y, desde adentro, reposicionar al partido amarillo de cara a las elecciones del 2025. La que mejor lee esa jugada es Karina Milei, que le advierte a su hermano sobre las hábiles artes de Macri para enredarle la serpiente. Sobre todo, le menciona una obviedad que, en la vorágine diaria, el Presidente parece no ver: que Macri quiere que las listas de la alianza legistativa del 25 tengan a uno de los suyos de cabeza. Particularmente, no quiere que José Luis Espert vaya en la boleta bonaerense.
Ni lerdo ni perezoso, el ex presidente también le sugirió a Milei que la ex Gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, sería “un buen cuadro para el Gabinete”. Entiende Macri que el actual jefe de ministros está atrapado sin salida en las arenas movedizas de la mesa ratona del poder libertario. En este contexto, Macri parece saber dónde embarrarse las botas y dónde esquivar los charcos. “Toto tiene que seguir en Economía, la economía está en riesgo extremo”, le comentó al mandatario. Mauricio prometió no meterse con el Caputo de Hacienda, primero porque no tiene reemplazos que aportar, segundo porque entiende que la economía es la que tiene a raya a Milei, y ese grillete es el que el PRO precisa sostener para reconstruirse.
Caputo, entre la paranoia y la miseria
Mientras tanto, la crisis económica se profundiza y Caputo aprovecha los escándalos de Alberto Fernández y las internas liber-PRO para hacerse invisible. Esta semana se encargó casi obsesivamente de saber por qué una periodista del diario La Nación tenía información de que el Fondo Monetario (FMI) está decidido a no poner plata en el gobierno de Milei. Llamó a Washington para saber quién filtra data. Finalmente, en una gaffe involuntaria, fue él mismo quien admitió en su cuenta de X que ni siquiera se sentaron a hablar con el FMI. Un mes atrás, había dicho lo contrario.
Para colmo de males, el FMI la ve cada vez menos. No cayó nada bien en los Estados Unidos la derrota doble de Milei en el Parlamento, pero sobre todo generó dudas sobre la estabilidad política oficial loa sanción de la fórmula jubilatoria. Es que Milei tiene atado el órden de las cuentas públicas a una vida menos digna de los pasivos. En Wall Street y entre los inversionistas, además, la vuelta en el aire del PRO es observada como una pata renga de una alianza de gobierno. Sólo Milei cree, hoy, que sigue sentado en 15 millones de votos. En las últimas horas, una encuesta de la consultora Synopsis preguntó a quién votaría en las legislativas del 2015. En agosto, el 30,9 dijo que a La Libertad Avanza, un problema, porque en junio ese número era 39,8 y en julio del 42,2. ¿Dónde se fueron los que abandonarían a Milei?, una parte al PRO, que sigue con números que no tocan ni 10 puntos; y al PJ K y no K, que juntos ya reúnen 38 puntos.
Caputo, en ese marco, no quiere ni mirar qué es lo que pasa en la economía real. Más allá de que la industria parece haber tocado piso en julio, nadie se explica cómo el consumo sigue cayendo al pozo. Es el indicador más visible de la crisis: este diario contó que, en la primera semana de agosto, según datos de Scentia, el consumo masivo cayó casi 19 puntos, 3 más que en todo mayo. Pero la cosa empeora seriamente, porque en la segunda semana de agosto, la que va del 12 al 18, el gasto de los hogares bajó 27,6 por ciento y en la siguiente parece ir a tocar los 30 puntos de pérdida. Si bien es real que ya compara con meses buenos del 2023, cuando Massa inyectó dinero en la calle para apalancar su campaña política, a este ritmo, el desplome del consumo masivo del mes va camino a una baja de 23 puntos. Datos nunca vistos en la historia.
En la calle se percibe el golpe. Hace unos días, Oscar Ojea, el jefe de la Conferencia Episcopal, les dijo a allegados que los comedores están recurriendo a los privados para sostenerse, ante la ausencia del aporte estatal. Y que los locales de Cáritas están colapsados. No sólo los católicos lo observan. El teólogo Néstor Miguez, dirigente de la Federación de Iglesias Evangélicas e integrante de APDH, hombre que supo ganarse el aprecio del Papa Francisco, recorre los barrios y describe el desamparo. Usa el religioso una frase que, por su claridad, resume el contexto: “cuando los religiosos hablamos de números y el Gobierno de fe, es que algo anda mal”, advierte.
Los empresarios cuidan la de ellos
En el chat de Whatsapp Nuestra Voz hay silencio de radio como pocas veces se ha visto. El otrora think tank telefónico de Macri, luego mutado a la banca de Milei, desborda de cautela. Eduardo Bastitta, de Plaza Logística y quien le armó el conteo de votos bonaerenses al Presidente, está intentando generarle a Milei un Coloquio de IDEA lo más receptivo posible. Se sumó a la mesa de armado de la reunión marplatense de octubre, donde planean darle una inyección de respaldo empresario a los libertarios.
Pero el poder económico está desarmado. Los fierreros de la UIA siguen anestesiados, mientras los Unicornios y Rocca se garantizan aval geopolítico de Milei a sus intereses. Martín Migoya, de Globant, una empresa que en 2007 no existía y que, gracias a los subsidios estatales a la economía de conocimiento se transformó en una mega firma, es el más fanático de la línea Milei, con la simbología puesta en Elon Musk. Hace unos días, posteó en su cuenta de X una foto del dueño de Tesla con la siguiente leyenda: “hay un solo camino para el Estado, el mismo que usas en tu casa o que usamos en cualquier empresa sana. Ser sostenible y eficiente en el largo y corto plazo. El mundo se empieza a dar cuenta.., por suerte ya empezamos ese camino”. Arrobó en el texto a Milei, Federico Sturzenegger y el ministro Caputo. En la foto que posteó, Musk está de traje, en lo que parece ser una imagen de I.A. con una bandera estadounidense de fondo y hablando en un atril que reza “Departamento de Gobierno Eficiente”. En esa misma está Galperín. Ambos hablan directamente con el Presidente y lo incentivan a seguir con el ajuste y la liberación económica. Son los que le dicen que Argentina se tiene que olvidar de la industria convencional y transformarse en un polo tecnológico.
Algo más elaborado, aunque similar, esboza Rocca, de Techint. Esta semana charló con Caputo e intercambió mensajes con el entorno del Presidente. Paolo tiene claro que está ante una oportunidad única: un primer mandatario que lee la geopolítica con los esquemas básicos de la post Guerra Fría, a casi 80 años de los hechos. Y que, por si fuera poco, simplifica las complejidades de aliarse con el eje Occidental, a la vez que niega a China. Hace unos días, Rocca habló ante 700 empresarios en San Pablo, en un congreso del acero de ACO Brasil. Allí, pidió armar un polo anti China y alianza con Estados Unidos y Japón, con el fin de proteger su negocio del rival oriental que le hace sombra.
«China no es una democracia, es un país con un sistema de gobierno autoritario y centralizado, que tiene la capacidad de asignar recursos a diferentes sectores de la economía en base a decisiones de conveniencia táctica y estratégica», dijo Rocca. Y marcó la línea que pretende Milei no abandone, aún cuando lo aprieta la crisis. «Hay un avance sistemático del peso del Estado -explicó ante los presentes-; la reducción del espacio disponible para el sector privado; la alta y distorsionada presión impositiva; además de la multiplicación de subsidios en busca de estabilidad y gobernabilidad a corto plazo, son factores que, en su conjunto, crearon distorsiones sectoriales, desalentaron las inversiones y promovieron el avance de la informalidad en la economía, generando inseguridad para la sociedad en su conjunto».
Concluyó Rocca colando su idea final: «hay una oportunidad extraordinaria para nuestros países que tienen las condiciones para aumentar su nivel de integración con grandes bloques económicos con los que hay afinidad política y valores compartidos –el TMEC, Europa, Australia o Japón– y con quienes podemos competir en igualdad de condiciones».