El arte de balancear el deber y el placer es un talento que Ama Amoedo cultiva con pasión, compromiso y una gran sonrisa, como cada uno de los emprendimientos que encara. La nieta de Amalita Lacroze de Fortabat sabe que, para participar en los comités de arte que integra (el Museo Fortabat/Colección Amalita, el MoMa de Nueva York, el Pompidou de París y el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, entre otros), llevar adelante la Fundación Ama Amoedo y dedicarle tiempo a su propia obra (pinta y escribe poesía, entre otras disciplinas), debe estar fortalecida en alma, y también en cuerpo.
Ama, quien en 2024 fue distinguida como Personalidad Destacada de la Cultura por la Legislatura porteña y premiada con el galardón arteba al Coleccionismo, ha confesado que sus días “tienen bastante de rutina”. “Soy una persona muy enfocada en mis responsabilidades, pero también soy cada vez más flexible: combino reuniones, entrenamiento físico y, siempre, un espacio para mi mundo íntimo”, ha contado ella. Además de refugiarse en sus amores –sus hijas, Isabella y Angelina; su nieto, Valentino; su familia y sus amigos–, desde hace un tiempo sigue las pautas de su amigo el médico especialista en nutrición Martín Viñuales. Se hace masajes y se protege con piedras. A lo largo de la semana, medita, practica yoga Nidra, kick boxing y se ejercita con las máquinas que tiene en su casa, entrenamientos que, muchas veces, comparte en su cuenta de Instagram… siempre mostrando obras de arte detrás.
Días después de “su vuelta al sol” (el 30 de diciembre cumplió 48 años), el 8 de enero y después del brunch que ofreció tras el cierre de la 11a edición de Este Arte en Casa Neptuna –la sede que su fundación tiene en José Ignacio, Uruguay– hizo un break en la playa. En los médanos de la Mansa y acompañada por la artista Paola Vega, Ama lució su sonrisa, su espléndida figura renovada… y algunos de sus tattoos: realizados por artistas tatuadores de renombre, tiene una estrella en el cuello y, en la muñeca, una línea roja a modo de las cintas de protección; una tira de corazones en el mismo tobillo en el que también tiene a Xuxa con un corazón (un dibujo del artista Marcelo Pombo) y, en el muslo, una sirena, ese ser mitológico que representa la belleza femenina y que sale al rescate cuando te estás ahogando. Ama sabe que el arte se lleva en la piel y en el corazón. La sirena de José Ignacio últimamente mantiene su propio corazón en privado.
LA NACION
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