jueves, 30 enero, 2025
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Claudio Fantini: «Está empezando a insinuarse un ‘ya está bien, Milei'»

Para el politólogo Claudio Fantini, los liderazgos autoritarios prosperan en sociedades anestesiadas que permiten que los discursos extremos “reescriban” la realidad. Milei, inspirado en modelos como Trump, encuentra las primeras grietas para avanzar en esa permisividad que se expresó también durante el kirchnerismo. “La Argentina sigue hundida en la ciénaga de la grieta, pero el lodo ahora es de otro color”, expresó en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3)..

Claudio Fantini es politólogo, analista internacional, periodista, columnista de la revista Noticias de Editorial Perfil y del diario El País de Montevideo. Sus artículos aparecen también en el periódico La Vanguardia del Partido Socialista de Argentina y del diario cordobés La Voz del Interior. Actualmente, es profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Siglo XXI y autor de varios libros, entre ellos Crónicas de fin de siglo, Dioses de la guerra, Infalible y absoluto, La sombra del fanatismo, El componente monárquico y La gravedad del silencio.

Hace unos días usted escribió en X: “Empiezan a aparecer señales de que decir cosas absurdas y proclamar cosas espantosas ya no le será gratuito a Javier Milei”. ¿Esto tiene que ver con lo que pasó en Davos? ¿Tiene que ver con lo que, en su momento, pasó con la universidad pública? Es decir, ¿hay algunos temas donde empiezan a demostrar que el escudo de la luna de miel de Milei con la sociedad empieza a ser horadada?

Esto no les gusta a los autoritarios

El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

Yo creo que sí. Hay momentos en la historia en los que las sociedades quedan anestesiadas por distintas circunstancias y permiten que, en las “grietas” que se forman en la sociedad, se incuben liderazgos con rasgos patológicos. Y esos liderazgos patológicos tienen un tiempo de libre actuación, de “juguemos en el bosque”, de poder hacer cualquier cosa, sentirse dueños totales de los escenarios, porque se expresan de manera brutal, incursionan en la dimensión del absurdo sin encontrar las reacciones y las resistencias que tales palabras y posiciones deberían generar. Bueno, pero en determinado momento empiezan a aparecer señales.

A mí me da la impresión de que está empezando en la sociedad a insinuarse un “bueno, ya está bien”. Los pronunciamientos horribles son eso: pronunciamientos horribles. Y el gobernante de una democracia no tiene el derecho a pronunciarse de esa manera. Es solo un humilde mandatario que tiene que cumplir un mandato de su mandante, que es la sociedad. Toda la sociedad, no el sector que expresa de manera más exacerbada la ideología que el presidente —en este caso, Milei— abraza con fanatismo.

Artemio López: «El deseo de igualdad es producto de las políticas de equidad distributiva, no al revés» | Perfil

Reflexionamos hace media hora en este mismo programa con Artemio López. Él hablaba de la paradoja de Tocqueville. Decía que Tocqueville recorría los Estados Unidos en el siglo XIX —para ponerlo en contexto— y le sorprendía la enorme diferencia en la distribución de la renta: cómo había ricos muy ricos y pobres muy pobres, y no había ninguna conciencia de que eso tenía que ser cambiado, no había conciencia de igualdad. Planteaba que la paradoja que cuanto mayor es la desigualdad, menor aspiración de igualdad hay. Lo que sucede mucho en los países latinoamericanos, donde vemos que la pobreza estructural, en lugar de generar rebeldía, lo que genera es aceptación y resignación. Y Artemio López planteaba, en una columna de Perfil este fin de semana, que es eso lo que indica que la verdadera oposición a Milei no va a venir de la clase baja, que está —podríamos decir— disciplinada, no solamente por las amenazas de Bullrich, sino por 10 años de empobrecimiento continuo; los últimos 10 años, en los que ya está doblegada y cuya única aspiración es sobrevivir. La verdadera oposición, decía López, va a venir de la clase media. Hablando con un cordobés como usted, ponía de ejemplo el Cordobazo o, en el 2001, cuando la clase media reaccionó al corralito de sus ahorros. ¿Le parece plausible esta hipótesis?

Yo creo que tiene mucha lógica. Creo que lo más lógico, o el sector que debiera reaccionar más fuertemente no es el sector socialmente más abrumado por esta situación. Están en situaciones de ahogo en las cuales no se les puede exigir. Pero en las clases medias, en las clases medias-altas, en los sectores que se autoperciben liberales, debiera haber una reacción. Porque nada está más a contramano del pensamiento liberal —el que expresó Karl Popper, el que expresó Isaiah Berlin— que el liderazgo que se apodera de la realidad y empieza a deformarla. Para mí, la alteración de la realidad, cuando el liderazgo empieza a reinventar la realidad y no encuentra resistencia, solo avanza.

Por ejemplo, cuando Néstor Kirchner se proclamó el primero en defender los derechos humanos al bajar el cuadro de Videla, y no encontró reacción, siguió avanzando. Avanzó varios casilleros hasta llegar a ese punto demencial en el cual le sacó el prólogo del Nunca Más a Ernesto Sábato.

Cuando la sociedad no reaccionó ante semejante estropicio, cuando permitió que un líder reinventara la realidad, abrió las compuertas para que esas veleidades, para que esa megalomanía de los líderes forjados en culturas autoritarias, siguieran adelante.

Ahora está ocurriendo lo mismo. La Argentina, que por permitir la reinvención de la historia a Néstor Kirchner y, después, a Cristina, terminó hundida en la ciénaga de la grieta. Ahora sigue hundida en esa ciénaga, pero el lodo es de otro color.

Javier Milei posteó un fuerte descargo por las críticas que recibió su discurso en Davos: «No se pongan en nuestro camino»

Esa ciénaga supura odio político y que da carta libre a un gobernante para que actúe como prócer viviente y proclame cosas absurdas, como que “es el ajuste más grande de la historia de la humanidad”. Poder decir esas barbaridades sin encontrar reacción lo envalentona cada vez más.

A mí, Jorge, me da la impresión de que empiezan a aparecer esas reacciones. Y, como usted señalaba, y señalaba en palabras de Artemio López, es lógico que primero vengan de los sectores de la clase media, donde se supone que hay alarmas culturales y políticas que debieran sonar un poco más a tiempo, ¿no?

Claudio, aprovecho también su especialidad en política internacional. Parte de las barbaridades que dice Milei, y que empiezan a parecer tener un costo político para él, ¿son el resultado de la inspiración o la imitación de lo que hace Trump en Estados Unidos? ¿Cuál es la relación que usted ve entre el discurso de Milei y el de Trump, sabiendo que son distintos en materia económica?

Sí, yo creo, Jorge, que claramente Trump es una expresión agigantada de lo que Milei representa. Y claramente líderes como Milei o Jair Bolsonaro se inspiran en un liderazgo escénico como el de Donald Trump, ¿no? Y es un ejemplo también que visibiliza la capacidad que tienen los populismos, los liderazgos personalistas de matriz populista y de matriz en la cultura autoritaria, de derecha o de izquierda, que los lleva a plantear y a actuar de modo increíble frente a sociedades anestesiadas.

Woke | Perfil

Ejemplo: que Trump se refiera a millones de personas, como son los inmigrantes ilegales, como violadores, asesinos y ladrones. Que descargue semejante acusación sobre una masa humana en la que, en todo caso, habrá, como en toda masa humana, delincuentes. Pero lo que está a la vista es que están movidos por la desesperación de la pobreza y buscan entrar, como sea, a un lugar donde suponen que van a encontrar posibilidades de subsistir. Si entran por la puerta oficial, mejor, pero si no, la cuestión es la subsistencia. Eso es el instinto de vida. Que se refiera a ellos como delincuentes, como asesinos, violadores y ladrones, refiriéndose a una masa de millones de personas… siendo el único presidente en la historia de los Estados Unidos que es un convicto. Ha sido declarado culpable en un juicio que atravesó todas las instancias institucionales de un Estado de derecho. Ha sido hallado culpable de un delito. Que la sentencia no haya implicado cárcel es otra cosa, pero no le resta que es culpable de un delito, un probado delincuente, el primero en toda la historia de los Estados Unidos. Y qué hace como primer acto de gobierno Indultar masivamente a 1.500 tipos que asaltaron, ante los ojos del mundo, que lo seguía por televisión, violentamente el Capitolio, con el afán golpista de evitar la certificación del resultado de una elección que Trump había perdido. Una que dejó nueve muertos: cinco en las trifulcas violentas y cuatro policías que después se suicidaron por los hechos que habían vivido.

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El presidente que culpa a millones de personas de ser asesinos y violadores les da, al otro día, un indulto masivo a evidentes y probados delincuentes golpistas. Delinquieron contra la democracia, contra el orden público, ¿no? Esa gigantesca contradicción, esa oscurísima paradoja, no encuentra resistencia en la sociedad. Eso muestra cómo las sociedades quedan adormecidas. Y esto envalentona al líder personalista de matriz cultural autoritaria. Lo envalentona a seguir hacia adelante en eso de “inventar la realidad”, que creo que es uno de los rasgos más característicos y peligrosos de la cultura autoritaria.

FM

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