Las negociaciones políticas suelen ser subterráneas, pero la del pliego de Ariel Lijo para la Corte Suprema de Justicia asoma con un grado de reserva inédito. Ni siquiera entre compañeros de una misma bancada se muestran las cartas.
Esta semana, por ejemplo, y cuando el dictamen de la comisión de Acuerdos del Senado estaba a punto de hacerse público, la tucumana Beatriz Ávila blanqueó con sus pares del PRO: “Quiero contarles que firmé el despacho”, les dijo. En realidad, había estampado su firma hace más de dos meses.
Algo similar ocurrió con el correntino Eduardo Vischi, jefe del bloque radical. Frente a los fuertes rumores que corrían el año pasado en el Senado, les había dado su palabra a otros miembros de su bancada que no había acompañado el dictamen y que tampoco lo haría.
Este miércoles se descubrió la verdad. El dictamen finalmente ingreso por Mesa de Entradas del Senado y entre las 9 rúbricas que tiene está la de Vischi.
Los apoyos que cosechó el pliego del juez Federal son transversales a todos los espacios políticos: además de Ávila y Vischi, acompañaron el libertario Ezequiel Atauche, los aliados Juan Carlos Romero y Carlos Espínola -muy involucrado en las negociaciones, fue el encargado de hacer circular el pliego-, el provincial misionero Carlos Arce y tres integrantes de Unión por la Patria: Lucía Corpacci, Claudia Ledesma de Zamora y Sergio Uñac.
Aunque se lo exhibió como un triunfo de la Casa Rosada, en el Senado aseguran que el que consiguió las 9 firmas del pliego fue el propio Lijo, con la estrecha colaboración del juez Ricardo Lorenzetti.
El manejo del pliego fue tan reservado que en la Presidencia del Senado se enteraron de la oficialización del dictamen cuando se hizo público. “Nos tomó por sorpresa”, admiten. Se sabe que Victoria Villarruel está en contra de la designación del juez en la Corte.
Circula en el Senado que Lijo hace correr que ya tiene los votos asegurados para alcanzar un asiento en el máximo tribunal. ¿Será?
Hay muchas dudas de que sea así, pero un aliado del oficialismo conjetura: “Puede ser una jugada de Lijo. Dice que tiene los votos para forzar a otros a votarlo. Es posible que algunos lo terminen votando si ven que va a ser designado. ¿Quién querría votarle en contra si después va a ser juez de la Corte?”.
Para ser nombrado en el máximo tribunal, necesita el apoyo de dos tercios de los senadores presentes en la sesión. De nuevo: de los presentes. Si están todos, son 48 votos.
Ante esto, se especula que la Casa Rosada podría darle una mano. Hablar con aliados y con gobernadores de diferentes espacios para que senadores que estén en contra de Lijo, en vez de rechazar su pliego, se ausenten de esa sesión.
En la actualidad hay 71 senadores. De haber faltazo de, pongamos, cinco, los dos tercios se consiguen con 44. Habrá que ver, eso sí, quiénes se prestan a la jugada. Luis Juez, aliado de Javier Milei y férreo crítico de Lijo, ya avisó que él no.
Sea el número que sea, de la única manera que se podrían alcanzar los dos tercios es con el apoyo de varios senadores de la UCR -no está claro aún a cambio de qué el radicalismo aportaría sus votos- y con fugas en la bancada de Unión por la Patria.
La vía del decreto
En la conducción del bloque aseguran que no las habrá, que puertas adentro hay un acuerdo de que solo acompañarán al pliego de Lijo si el Poder Ejecutivo retira el de su otro candidato, Manuel García-Mansilla, y ellos pueden proponer a una jurista para ese lugar. Igual perdura la duda de que realmente estén tan abroquelados.
Se especula que el oficialismo podría internar meter el pliego ya en la próxima sesión, el jueves 20, donde se tratará la suspensión de las PASO. El ex libertario Francisco Paoltroni alertó que si fuerzan ese día el tratamiento de Lijo, él no dará quórum. Con números justos, el Gobierno necesitaría ahí la ayuda de algún peronista para poder arrancar la sesión.
La Casa Rosada sí parece haber aceptado que los pliegos de Lijo y García-Mansilla deben tratarse por caminos separados. El juez no acepta ser nombrado por decreto y estaría dispuesto a ir a un todo o nada en el recinto.
En el medio, el Gobierno amenaza con designar a García-Mansilla por decreto. Un nombramiento por esa vía clausuraría cualquier negociación futura con el peronismo. De quedar ese asiento vacío, las conversaciones podrían retomarse más adelante.
«Y por ahora nadie podría acusar a Milei y a Cristina de que están negociando algo”, observa un senador que suele votar con el oficialismo.