lunes, 4 agosto, 2025
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Una madre clama justicia en Clorinda: No soy un expediente, soy una mamá que lucha por su hijo

Una madre de Clorinda denuncia haber sido silenciada por el sistema judicial y clama por justicia en una batalla por la tenencia de su hijo. Su testimonio pone en evidencia la falta de escucha activa hacia mujeres que enfrentan procesos judiciales atravesados por violencia simbólica, manipulación y desigualdad estructural.*

“Necesito que esta historia se escuche. Por mí, por mi hijo, por todas las madres que están siendo silenciadas por el miedo, la injusticia y el poder mal usado”. Con estas palabras, Nahiara Villalba, una joven madre oriunda de Clorinda, provincia de Formosa, abrió un conmovedor testimonio público que se viralizó en redes sociales y enciende una alerta sobre el tratamiento judicial de los casos de tenencia en contextos de vulnerabilidad.

Hace tres años, Nahiara se separó del padre de su hijo, hoy de cinco años. Durante la mayor parte de su vida, el niño residió en Clorinda, rodeado del entorno afectivo de su madre y su familia. Sin embargo, por amenazas, manipulaciones y la falta de recursos económicos para afrontar una disputa judicial, Nahiara tomó la difícil decisión de regresar sola a Corrientes —provincia donde nació el menor— junto a una bebé recién nacida y sin red de apoyo.

“El papá de mi hijo siempre me manipuló diciéndome que me iba a sacar al nene porque yo no tengo casa ni trabajo formal. Él tampoco tiene un trabajo estable, pero sí una casa”, relató. Con la esperanza de evitar un conflicto mayor, se apartó del entorno familiar y laboral que había construido en Clorinda.

En junio de este año, en una audiencia ante una jueza de Corrientes, Nahiara expuso su situación con la promesa previa del padre de que no disputaría la tenencia. “Era mentira”, lamenta. Según su denuncia, no se le permitió hablar con libertad ni se valoraron aspectos fundamentales como la crianza compartida con la hermana menor del niño y el impacto emocional del desplazamiento. A pesar de sus argumentos, la justicia falló a favor del padre, otorgándole la tenencia provisoria.

Pero lo más doloroso, afirma, fue el modo en que se ejecutó esa decisión: “Él vino a buscar a mi hijo de madrugada, de forma amenazante, con el aval de una jueza que claramente solo escucha a una parte”. Nahiara denuncia que ni la jueza de Clorinda ni las autoridades del Juzgado de Menores ni la Oficina de Violencia Intrafamiliar (OVI) atendieron su historia con la responsabilidad y la empatía necesarias.

Con el respaldo de sus abogados, presentó un escrito detallando su situación, incluyendo denuncias por amenazas y manipulaciones. Sin embargo, asegura que fue ignorado: “Parece que ese papel quedó en un cajón”.

La joven madre señala además el trato desigual y la desventaja en la que muchas mujeres se encuentran frente al aparato judicial. “Lo más indignante es ver cómo un abogado que ni siquiera es de acá, viene, levanta la voz, y de golpe todos lo escuchan. A él sí. A nosotras no”.

La publicación de Nahiara se ha convertido en un grito desesperado que interpela directamente a las juezas de Corrientes y Clorinda: “No soy un expediente. No soy un papel olvidado en un cajón. Les pido que me miren. Que escuchen mi historia. Que evalúen con sensibilidad qué clase de madre tienen delante. No les pido privilegios. Les pido justicia”.

Su reclamo también incluye una firme defensa del vínculo materno y del derecho del niño a una crianza amorosa y estable. “Mi hijo no es un objeto que se entrega de un lado al otro. Es un niño que merece afecto, cuidado y verdad”, expresa con una determinación que condensa años de lucha en soledad.

El caso de Nahiara Villalba pone sobre la mesa una problemática que atraviesa a muchas mujeres en Argentina: madres que, enfrentadas a situaciones de manipulación, violencia simbólica y desigualdad económica, se ven desprotegidas y silenciadas por un sistema judicial que —en sus palabras— no las escucha.

«Voy a luchar hasta el final. Por él. Por mí. Por todas», concluye. Su historia, lejos de ser un hecho aislado, refleja la urgencia de una reforma judicial con perspectiva de género y una escucha real a quienes claman por justicia desde la vulnerabilidad.

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