El programa radial “Exprés En Radio” de FM VLU 88.5 del Grupo de Medios TVO (Lunes a viernes de 9 a 12hs), abordó el preocupante incremento de la informalidad laboral en Argentina. Para desglosar los datos y sus implicancias, el equipo se comunicó con la investigadora del CONICET-UBA y coordinadora del Estudio Trabajo Informal Arg, Roxana Maurizio.
EL DATO ALARMANTE: INFORMALIDAD EN MÁXIMOS DESDE 2008
El punto de partida de la entrevista fue la reciente cifra que sitúa la tasa de informalidad laboral en el segundo trimestre de este año en un 43,2%, según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). Esto implica que «cuatro de cada 10 trabajadores operan fuera del marco legal, ya sea en materia laboral, impositiva o de seguridad social».
Roxana Maurizio, co-coordinadora del informe del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP), confirmó la gravedad del panorama. La investigadora destacó que el 43,2% es el índice que abarca el total del empleo (asalariado e independiente). Al enfocarse solo en los asalariados, la cifra se reduce, pero sigue siendo un «valor altísimo» del 38%.
«Estamos en los valores más altos, salvo algún periodo en realidad la recuperación post pandemia, pero que cuando uno considera desde el 2003 en adelante estamos entre los valores más altos», explicó Maurizio, y remarcó que se está en un valor similar al de 2008. Este estancamiento, con «ciertas fluctuaciones pero un estancamiento en la tasa de informalidad de más de 17 años», evidencia un panorama estructural «muy preocupante».
INFORMALIDAD Y POBREZA: LA FIGURA DEL «TRABAJADOR POBRE»
La investigadora hizo hincapié en la correlación directa entre la informalidad y la pobreza, un fenómeno que ha dado lugar a la figura del «trabajador pobre»: «tener un trabajo, un puesto de trabajo en Argentina no es un reaseguro para no vivir en situación de pobreza».
La brecha entre trabajadores formales e informales es abrumadora:
- Alrededor del 10% de los trabajadores formales viven en la pobreza.
- Esta cifra escala al 40% entre los trabajadores informales: «cuatro de cada 10, en este caso, trabajadores informales viven en una situación de pobreza».
Maurizio atribuyó esta disparidad a lo que se denomina la «penalidad por ser trabajador informal». Un trabajador en situación de informalidad, además de las condiciones más precarias, tiene «un salario significativamente más bajo que otra trabajadora asalariada», lo que se traduce en «menos salarios y por lo tanto más productividad y vivir en la pobreza».
LA DISPERSIÓN REGIONAL Y EL FOCO EN FORMOSA
Al poner la lupa en las regiones, el informe revela una «dispersión enorme» en el país. En un extremo se encuentran aglomerados con las tasas más altas, como Gran Tucumán (cercano al 60%), Gran San Juan y Formosa, que registra un alarmante 52,2% de informalidad laboral. En el otro extremo, las provincias de la Patagonia, como Ushuaia, se ubican en torno al 20%.
Daniel Moreira Vieira señaló la particularidad de Formosa, que a pesar de tener un alto número de personas en la administración pública (un empleo mayoritariamente registrado), mantiene una de las tasas de informalidad más elevadas.
Roxana Maurizio analizó los factores que confluyen en esta disparidad:
- Aparato Productivo: «Dos tercios de la informalidad total se concentra en pequeños establecimientos de hasta cinco 10 personas». La prevalencia de empresas más pequeñas, a menudo informales, es un factor condicionante.
- Sectorial: Sectores como construcción, servicio doméstico y comercio presentan tasas de informalidad más altas que, por ejemplo, el servicio financiero.
- Nivel de Desarrollo: Se observa una correlación positiva, aunque no perfecta, entre el nivel de desarrollo de las regiones y la informalidad laboral. En general, «la informalidad laboral suele ser más alta con menor nivel de desarrollo productivo de la región que estamos analizando».
LOS MÁS VULNERABLES: MUJERES Y JÓVENES
Otro aspecto crucial que resalta el estudio es el impacto desigual de la informalidad en distintos grupos demográficos. Los jóvenes y las mujeres son los más afectados.
Los jóvenes enfrentan una tasa de informalidad que supera el 60%, separándolos notablemente de otros grupos etarios. Maurizio explicó que esto se debe a un «abanico de oportunidades más estrecho» y al hecho de que, en sus primeros pasos en el mercado, se les ofrecen puestos «más prescindibles, menos importantes en la cadena de valor» y con condiciones más desfavorables.
En el caso de las mujeres, a las dificultades de inserción se suman fenómenos de discriminación o segregación ocupacional, además de que se concentran en ocupaciones «más feminizadas y que tienen más informalidad laboral», como el servicio doméstico o los servicios de cuidado.
CONCLUSIÓN: UN PROBLEMA ESTRUCTURAL QUE REQUIERE POLÍTICAS INTEGRALES
A modo de conclusión, Roxana Maurizio enfatizó que la informalidad es un problema que lleva «más de 17 años» muy elevado, impidiendo una evolución en la calidad de vida de la población argentina.
Ante la persistencia del fenómeno, la investigadora concluyó que se requiere de un «conjunto integral y coherente de distinto tipo de políticas, no solo políticas laborales, sino políticas económicas y sobre todo políticas productivas». El foco debe estar en darle «mayor estado a la producción, mayor productividad, mayor acceso a los mercados, sobre todo a las pymes y a las micro pymes para que puedan primero formalizar ella misma su situación empresarial y de la propia empresa y luego efectivamente que eso permita formalizar a la mano de obra».
Finalmente, Maurizio sostuvo que esta es una tarea «difícil y larga» que demanda el compromiso de «un conjunto coherente, integral de distinto tipo de políticas y a los distintos niveles de gobierno».