domingo, 26 octubre, 2025
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Homilía de Monseñor Conejero: Un llamado a la Humildad, el Amor y la Paz en Tiempo de Reflexión

Homilía Monseñor Conejero, misa 8hs del 26 de octubre 2025 en la Iglesia Catedral

Un mensaje de fe, esperanza y caridad en el mes de octubre, mes del Rosario y Misionero, resonó con fuerza en la Iglesia Catedral de la mano de Monseñor Conejero, quien centró su reflexión en la parábola del fariseo y el publicano y en los pilares esenciales para la paz.


El Mes Mariano y Misionero: Refugio de Serenidad

Monseñor Conejero inició su alocución recordando a los fieles la importancia del “mes de octubre, mes del santo rosario y mes misionero.” Enfatizó que el rezo del rosario, al contemplar “los misterios principales de la vida de Jesús y de María,” es un valioso “ratito para serenarnos, que siempre nos hace falta, y contemplar los misterios dignos.”Esta invitación a la calma espiritual se entrelaza con la lectura de la Segunda Carta a Timoteo, que insta a los creyentes a “que sean fieles y esperen y aguarden con confianza su venida,” manteniéndose firmes en la fe ante los desafíos de la vida.

La Parábola del Fariseo y el Publicano: Dos Caminos Opuestos

El corazón de la homilía se posó en el Evangelio, donde Jesús propone la parábola del fariseo y el publicano. El obispo destacó las “dos actitudes diametralmente opuestas en su relación a Dios.” Por un lado, el fariseo, “satisfecho de sí mismo,” que “da gracias a Dios porque no es como los demás, ni como ese publicano que está allí rezando atrás, y enumera todas las cosas buenas que realiza y que hace, bastante sobrado en sí mismo.” Esta figura representa la soberbia y la autosuficiencia.

En contraposición, el publicano, un pecador “despreciado por el pueblo judío,” se presenta con humildad, “con los ojos, quizás, bajos, pide perdón a Dios, ten misericordia de mí, Señor, porque soy un pobre pecador.” La conclusión de Jesús es categórica y reveladora: “El primero, el templo justificado, en cambio, ese que, reconociendo su pecado, suplicó humildemente a Dios, ese sí, porque Dios es compasivo y misericordioso.”

La Misericordia y la Humildad: Preferencia de Dios

La reflexión se profundizó en la esencia de la misericordia divina, que “Ejerce su misericordia con todo aquel que se arrepiente y es humilde.” Monseñor Conejero subrayó que la humildad “Está en la preferencia de Dios,” un hecho corroborado por el “cántico de la Virgen María,” el Magníficat, donde ella reconoce que “Dios ha hecho maravillas en la humildad de su servidora.”

La Virgen María, continuó el prelado, emite un juicio claro sobre el actuar de Dios: “Dios derriba del trono a los poderosos de este mundo, y eleva a los humildes.” Esta verdad se sintetiza en la conclusión del Evangelio: “todo aquel que se enaltece, ese será humillado, y en cambio, quien se humilla, será enaltecido.”

Un Llamado a la Autointerpelación y al Amor

Ante estas enseñanzas, el obispo exhortó a la audiencia a “interpelarnos sobre nuestra actitud para con Dios y para con los demás.” Advirtió contra el peligro de creernos “buenos, no necesitados de la misericordia de Dios” y de “miramos así desde lo alto a los demás, creyéndonos mejores y superiores.”

La “humildad, que fue lo que vivió Jesús,” debe ser la guía. Jesús, “siendo el Hijo de Dios, asumió nuestra condición humana y no se mandó la parte, que pasó como un hombre cualquiera en apariencia.” Citando la frase bíblica “Dios es amor” (que bastaba, según un versículo, para comprender el misterio de la vida), el Monseñor enfatizó: “Ojalá que también nosotros caigamos en la cuenta de que lo principal es el amor, la humildad.” El mensaje de Cristo es claro: “aprendan de mí que soy humilde, paciente, de corazón.”

Paz, Fraternidad y Convivencia Ciudadana en Día de Elecciones

La homilía concluyó con una oración particular, uniendo la Eucaristía a la realidad social del día: “en este día de lecciones,” y pidiendo “también por la paz, la fraternidad, la convivencia ciudadana y fraterna entre nosotros.” El obispo lamentó las “alteraciones, confrontaciones” que a veces se dan, declarando que “lo cual está fuera de lugar.”

El respeto mutuo es un imperativo: “Tenemos que ser siempre respetuosos de los demás en su manera de pensar, cada uno es libre y debe de ser siempre respetuoso en la dignidad de los demás, erradicando de nosotros toda violencia, todo odio, esa es la vida.”

Los Cuatro Pilares de San Juan Pablo II para la Paz

Para finalizar, Monseñor Conejero trajo a colación la figura de San Juan Pablo II y las “cuatro exigencias esenciales para alcanzar la paz, la paz del corazón de uno y la paz comunitaria y social,” que fueron el tema de la novena de la comunidad. Estas exigencias son: “la verdad, la justicia, el amor, la libertad.”

“Esto nos puede ayudar también a reflexionar y a seguir caminando, buscando siempre la voluntad de Dios, hasta que un día con la ayuda de la gracia podamos alcanzar lo que Él nos promete, que así sea.”

 Con esta bendición final, el obispo concluyó su mensaje, dejando en los corazones de los fieles un llamado a la humildad, el respeto y la construcción de la paz.

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