lunes, 3 noviembre, 2025
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Una fe que se fortalece en la esperanza: Homilía en la conmemoración de los Fieles Difuntos

La Iglesia Catedral de Formosa fue el escenario de una emotiva y profunda reflexión del Monseñor Vicente Conejero Gallego, Obispo de la Diócesis, durante la misa de las 8:00 hs. en la conmemoración de los Fieles Difuntos. El mensaje central se centró en la esperanza de la resurrección a la luz de Cristo, la comunión de los santos y el sentido de la vida terrenal como peregrinación hacia la eternidad.


Reflexión sobre la Solemnidad de Todos los Santos y el Sacrificio de la Confirmación

Monseñor Conejero Gallego inició su homilía recordando la Solemnidad de Todos los Santos celebrada el día anterior, un «día de gozo y alegría» que pone de manifiesto que «somos peregrinos, anhelando la tierra prometida».

El Obispo compartió la «gracia y la alegría» de haber participado en las confirmaciones de 268 jóvenes y adultos en la parroquia de San Juan Bautista de Clorinda, incluyendo su jurisdicción rural. Destacó el impacto transformador de estos nuevos «testigos de Jesús en medio del mundo»«Yo les decía que si los apóstoles eran 12 el día de Pentecostés, 260 más de 250, fíjense, como testigos de Jesús en medio del mundo, lo que pueden renovar ellos, sus propias familias y todo lo que les rodea, como también nosotros acá, confirmados y bautizados en el Señor». Subrayó la excelente preparación de los confirmandos, lo que representa una fuerte renovación para la Iglesia local.


Un Aniversario Mariano y el Misterio de la Iglesia

El prelado hizo una pausa para recordar otra importante efeméride: el 75º aniversario de la proclamación y definición solemne del dogma mariano de la Asunción de la Santísima Virgen María en cuerpo y alma a los cielos, realizado por el Papa Pío XII en 1950. Enfatizó la importancia de María como «modelo, intercesora, auxilio de quienes peregrinamos» y destacó que este misterio es recordado en el cuarto misterio de gloria del Rosario.

Luego, el Monseñor abordó la conmemoración de los fieles difuntos«Y hoy conmemoramos a los fieles difuntos, hermanos y hermanas nuestras que ya partieron y que, según la fe de la Iglesia, pues se están aguardando participar plenamente de la gloria de Dios». Con la fe en el purgatorio, instó a la oración: «Puede ser que algunos estén en el purgatorio, como creemos, ¿verdad? Por eso rezamos también, a veces aplicamos la misa, por las almas del purgatorio que aguardan participar con todos los santos que interceden por nosotros». El Obispo recordó que «la Iglesia es una familia», que participa de la Iglesia celestial y de la que «peregrina».


La Resurrección de Cristo: El Sentido de la Vida y la Muerte

Citando al Concilio Vaticano II, el Monseñor Conejero Gallego afirmó que «este misterio de la muerte sólo se ilumina a la luz de Jesucristo, muerto y resucitado». Advirtió que «sería muy triste el vivir sin fe, sin esperanza en la vida eterna».

La esperanza en la resurrección fue el eje central de su mensaje, citando la Primera Carta a los Corintios: «El apóstol San Pablo, en la carta primera a los Corintios, versículos que hemos proclamado en la segunda lectura, afirma que si Cristo no resucitó, tampoco nosotros resucitaremos, pero Cristo resucitó». Para el Monseñor, la resurrección de Jesús, atestiguada por las Escrituras y la Tradición, convierte a Jesús en el «primogénito en resucitar», con la promesa de que «después nosotros iremos con él».

La vida, entonces, encuentra su verdadero valor en la esperanza de la eternidad«Por eso la vida sin esperanza en la eternidad, en la vida futura, tendría poco sentido. Estaría vacía de esperanza».


La Jerusalén Celestial y la Fidelidad al Amor de Dios

La lectura del Apocalipsis, explicó el Obispo, promete la Jerusalén Celestial, un «lugar donde ya no habrá llanto, ni sufrimiento, ni dolor alguno»«Allí viviremos gozosos, contemplando, alabando y glorificando al Señor por toda la eternidad». Esta «firme y gozosa esperanza» debe impulsar a los fieles a «vivir aquí haciendo el bien» para poder pasar de la «mesa de los peregrinos, al banquete eterno del cielo».

Reflexionando sobre las pruebas de la vida, el Monseñor exhortó a no bajar «nunca los brazos de la fe», confiando en las palabras del Salmo: «Pongo mi esperanza en ti, Señor, ¿a quién temeré? Si tú eres la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?»

Concluyó con un llamado a la fidelidad inquebrantable al amor de Dios, citando la Carta a los Romanos: «¿quién nos separará, quién nos apartará del amor de Dios? Nada ni nadie, ni criatura, ni criatura humana, ni celeste, nadie podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, ni la enfermedad, ni la espada, ni la persecución, nada ni nadie nos apartará del amor de Dios».

La homilía finalizó con una doble petición: orar por los «queridos fieles difuntos para que alcancen la paz y el descanso eterno» y pedir al Señor para que «crezca nuestra fe y nuestra esperanza en la vida eterna. ¿Qué es lo que da sentido a esta vida presente que como peregrinos tenemos ahora?»

El Monseñor Conejero Gallego deseó a todos los presentes que «crezca en nosotros la fe y la esperanza en la feliz Resurrección, en la feliz vida eterna que aguardamos y esperamos».

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