martes, 9 diciembre, 2025
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Monseñor Conejero Gallego desglosó el Misterio de la Inmaculada Concepción

La Solemnidad de la Inmaculada Concepción se convirtió en el epicentro de la vida diocesana de Formosa. Con la Catedral desbordada de fieles, la Misa Central, presidida por Monseñor Conejero Gallego, fue una cátedra de teología mariana y un enérgico llamado a la conversión, marcando el fin del Año Jubilar y el inicio de la preparación para el 2026. La homilía, densa en contenido espiritual y social, culminó con el anuncio del lema «Jesucristo el Señor nos amó y se entregó por nosotros agradecidos permanezcamos siempre en su amor.»


La Inmaculada Concepción: Una Obra Maestra de la Gracia Preventiva

El Obispo Conejero inició su mensaje con una emotiva salutación a la Madre de Dios, estableciendo de inmediato el fundamento de la fiesta: la predestinación de María.

«Salve María, llena eres de gracia y el Señor está contigo. ¿Cuánto nos alegramos, queridos hermanos, de honrar y venerar a la Madre de Nuestro Redentor, del Hijo de Dios, nuestro Salvador? Antes de la creación del mundo, Dios eligió y predestinó a María para ser la madre de su Hijo Unigénito, razón por la cual era lógico y natural y de sentido común que debía preparar una morada digna para que en esas purísimas entrañas pudiera ser concebido y tomar la carne el Verbo de Dios, la Palabra de Dios. Porque cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios nos envió a su Hijo, nacido de una mujer, y esta mujer María.»

Monseñor Gallego fue preciso al diferenciar el honor tributado a María: ella es una criatura, sí, pero su dignidad la eleva por encima de todos los seres creados, pues fue concebida en la anticipación de los méritos de Cristo. «ella es una criatura, no es Dios, pero está por encima de todas las criaturas celestiales y terrestres y humanas.» Esta pureza inicial fue reconocida por la Iglesia primitiva, al comprender la profundidad del saludo angélico: «llena de gracia, el Señor está contigo.»


Raíces Bíblicas y Patrísticas: La Victoria de la «Mujer»

El prelado profundizó en las Sagradas Escrituras, destacando cómo el misterio de la Inmaculada se insinúa desde el umbral de la historia de la salvación. En la primera lectura, el relato del Génesis se transforma en una promesa mesiánica, donde Dios condena a la serpiente, símbolo de Satanás y del Mal.

«Cuando reprende severamente a la serpiente, símbolo de Satanás, del maligno y del mal, de la descendencia de la mujer, nacerá Aquel que será el vencedor del pecado y de la muerte, haciendo ya alusión a Jesucristo el Señor, sin duda alguna.»

Citando a los Santos Padres de la Iglesia, Monseñor Conejero estableció el paralelismo fundamental entre Eva y María, una doctrina que cimentó la fe popular antes de la definición dogmática. La redención se invierte: «así como por una mujer, Eva, entró el pecado en el mundo, porque se dejó tentar por el mal, por Satanás, por otra mujer vendrá la salvación y la victoria, sobre el pecado y sobre la muerte, y esa mujer es María, sin duda alguna.» A esto se suma la profecía de Isaías, donde el nacimiento del Emmanuel de una virgen se lee, desde la fe cristiana, como la inequívoca alusión a la Madre de Jesús.


La Definición Dogmática: La Consagración de la Fe del Pueblo

Tras siglos de reflexión teológica, que el Obispo reconoció como periodos de «discusiones teológicas» entre académicos, la fe inquebrantable del pueblo de Dios encontró su voz solemne.

«Así como hemos elevado la oración al Señor, quería preparar una digna morada y como Dios, para quien nada es imposible, podía y convenía, así lo realizó. Y nosotros felices y contentos de honrar y venerar a aquella que es orgullo de nuestra raza, a esta mujer.»

Recordó que fue el Papa Pío IX, en un 8 de diciembre de 1854, quien «proclamó, definió solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepción. Es decir, que María fue preservada de toda mancha, de todo pecado, desde el primer instante de su concepción.» Este dogma, que se extiende a la vida de la Iglesia, explica por qué María es invocada como patrona inmaculada de «naciones, y de instituciones también, hasta de militares.»


Entre el Jubileo y el Sínodo: La Iglesia en Movimiento

La homilía se ubicó en la encrucijada del tiempo litúrgico y pastoral. La diócesis se encuentra clausurando el «año santo jubilar como peregrinos de esperanza,» una etapa de gracia que culmina a fines de diciembre, exigiendo de los fieles una conversión activa. Simultáneamente, Formosa, como la Iglesia universal, avanza en la «tercera fase de la implementación de la iglesia sinodal» iniciada en 2021.

«Estamos también en un contexto de iglesia sinodal que dio inicio en el 2021 y ahora nos encontramos en la tercera fase de la implementación de la iglesia sinodal para acrecentar la comunión, la participación responsable de las diversas vocaciones, carismas y estados de vida en orden a la misión para evangelizar y llevar la buena noticia de la salvación al mundo entero.»

El pedido central, por intercesión de la Inmaculada, es «progresar en la santidad para evangelizar a todos los pueblos de la tierra,» fusionando el llamado a la santidad personal con la misión evangelizadora sinodal.


El Contraste del Mundo Herido y el Llamado Urgente a la Conversión

Monseñor Conejero realizó un diagnóstico social sin concesiones. El mundo actual, en marcado contraste con la pureza de María, se muestra:

«herido, confrontado, lleno de mentiras, de corrupciones están a la orden del día, esa es la realidad, no nos podemos engañar porque se experimentan esas desigualdades iniguas que ya el Concilio Vaticano II mencionaba y se van creando estructuras que están en contradicción con el proyecto y el designio de Dios.»

Ante esta realidad estructural de pecado, el Adviento resuena con el grito de Juan el Bautista: «conviértanse que el reino de Dios está cerca.» La diferencia teológica es clave: mientras que María no tuvo que convertirse porque «estaba limpia de toda mancha de inclinación incluso del pecado original,» el ser humano nace inclinado al mal. Aunque el bautismo borra la culpa, «queda en nosotros la inclinación al mal,» por lo que el sacramento de la Confirmación es esencial, pues el Espíritu Santo confiere la «sabiduría el entendimiento, el consejo, la fortaleza… para alejar de nosotros el mal.»


Balance de Gracias: Los Signos de Vitalidad Eclesial

El Obispo dedicó un espacio para contrarrestar la negatividad con un alentador balance de las gracias diocesanas. Si bien existen males, hay una creciente «conciencia de solidaridad» y preocupación por el cuidado del planeta. En el ámbito eclesial, Monseñor constató:

  • La participación masiva en las celebraciones jubilares.
  • El significativo número de jóvenes confirmados este año, superando los «tres mil este año en Formosa,» un verdadero «don y una gracia.»
  • El auge de la Adoración Eucarística, una consecuencia directa de la Misa. Relató con alegría que en la capilla del Obispado «no se cabía había gente fuera para hacer la hora de gracia y de adoración,» acudiendo «familias, niños, personas de toda condición social.»

Esta vitalidad confirma la exhortación de Jesús a «oren sin cesar.» Incluso el problema vocacional se aborda desde la fe, comenzando con la súplica: «rueguen al dueño de la mies para que envíe trabajadores a su cosecha.»


Memorias de la Iglesia: El Concilio y la Asunción

La jornada mariana se enlazó con dos aniversarios monumentales: el 75 aniversario de la Asunción de María y, especialmente, el 60 aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II (8 de diciembre de 1965), una «efusión del Espíritu Santo.»

«todo este tema de la iglesia sinodal encuentra su fuente en la constitución dogmática sobre la iglesia lumen gentium el pueblo de Dios guiado y conducido por el Espíritu Santo… donde el sacramento del bautismo nos hace a todos iguales hijos adoptivos de Dios miembros del cuerpo de Cristo que es la iglesia.»

El prelado confesó haber estudiado el capítulo octavo de la Lumen Gentium, dedicado a la Virgen, confirmando que la Iglesia reconoce en ella un «signo de esperanza cierta y de consuelo para el pueblo peregrinante de Dios.» María, invocada como «auxilio de los cristianos» y «causa de nuestra alegría,» es el canal que percibe la necesidad humana e intercede ante Jesús, como en Caná, donde su mandato «hagan todo lo que Él les diga» se tradujo en milagro.


El Lema 2026: Corresponder al Amor de Cristo con Permanencia Agradecida

La conclusión de la Misa se centró en la hoja de ruta para el próximo año. El plan pastoral se articula en torno a la conversión, la oración (sacramental y eucarística) y el testimonio, pues «una fe sin obras como dice el apóstol Santiago es una fe muerta.»

Ante la mirada expectante de la asamblea, se reveló el lema pastoral 2026, preparado por la parroquia San Francisco de Asís:

«Jesucristo el Señor nos amó y se entregó por nosotros agradecidos permanezcamos siempre en su amor.»

El Obispo explicó que el lema es una paráfrasis de San Pablo, puesto en plural («nos amó y se entregó por nosotros»), pero que exige una respuesta activa: «tenemos por supuesto que corresponderle porque el amor el amor tiene que ser correspondido para que haya amor tiene que haber vínculo recíproco si no no es amor.» La segunda parte, «agradecidos permanezcamos siempre en su amor,» es una cita explícita del Evangelio de Juan (15,9), que será la brújula espiritual para Formosa.

La Misa cerró con la repetición unánime del lema por parte de los fieles, pidiendo la intercesión de María en sus cuatro títulos dogmáticos, como modelo de santidad y entrega.


Gran Afluencia: El Salón Alegría Habilitado con Pantalla Gigante

Debido a la incesante lluvia que obligó a trasladar la celebración del Anfiteatro de la Juventud a la Catedral, la afluencia de peregrinos superó la capacidad del templo principal. Para asegurar que todos los presentes pudieran participar plenamente en la Eucaristía y seguir cada detalle de la homilía de Monseñor Conejero Gallego, la organización dispuso la habilitación inmediata del Salón Alegría.

«A causa de la gran concurrencia y para que nadie quedara excluido, se habilitó con pantalla gigante el Salón Alegría, permitiendo a cientos de fieles adicionales seguir la Misa Central en un ambiente cómodo y resguardado. Esta medida reflejó el espíritu de comunión y la fe inquebrantable de la comunidad formoseña, que no se dejó amedrentar por las condiciones climáticas para honrar a su patrona y recibir el mensaje episcopal.»

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