En el actual contexto económico, marcado por una inflación persistente y fuertes ajustes en distintos sectores, el aguinaldo de diciembre dejó de ser un ingreso extra destinado al ahorro o al consumo y pasó a convertirse, para una porción creciente de la población, en una herramienta clave para cubrir deudas acumuladas. Así lo advirtió el Defensor del Pueblo de la Provincia de Formosa, Dr. José Leonardo Gialluca, al analizar la evolución reciente del endeudamiento de los hogares.
Según los datos relevados, el porcentaje del aguinaldo destinado al pago de deudas saltó del 13% en 2024 al 29% en 2025, lo que evidencia un marcado deterioro de la situación económica de las familias. En términos concretos, casi uno de cada tres trabajadores utiliza hoy el medio aguinaldo para saldar compromisos financieros, una señal clara de que los salarios resultan insuficientes para cubrir los gastos básicos del mes.
“El medio aguinaldo de diciembre, que durante años permitió ahorrar o afrontar gastos extraordinarios, hoy se transforma en un recurso para no hundirse en más deudas”, señaló Gialluca. La situación alcanza a empleados públicos y privados, estatales y trabajadores de casas particulares, un universo que supera los 10 millones de personas, según datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA). Mes tras mes, los ingresos se licúan frente al aumento sostenido de los precios de alimentos, servicios y obligaciones habituales.
El Defensor del Pueblo remarcó que el crecimiento del endeudamiento refleja una realidad cada vez más extendida: millones de hogares financian lo indispensable con tarjetas de crédito o préstamos personales. En ese marco, el salario dejó de garantizar llegar a fin de mes, empujando a las familias a recurrir al crédito incluso para cubrir gastos básicos, como alimentación o servicios esenciales.
Gialluca también advirtió que este escenario se agrava con las políticas de “modernización” laboral que impulsa el Gobierno nacional. “Bajo ese discurso se promueven reformas que, en la práctica, implican rebajar derechos, facilitar despidos, flexibilizar jornadas, debilitar sindicatos y reducir indemnizaciones”, afirmó. Según sostuvo, estas medidas no apuntan a proteger a quienes están en la informalidad, sino a precarizar aún más a quienes conservan algún grado de estabilidad laboral, profundizando la pérdida del poder adquisitivo.
El aumento del uso del aguinaldo para cancelar deudas se vincula además con el crecimiento de la morosidad. En las últimas semanas se registró un incremento en los saldos impagos de tarjetas de crédito y en la cantidad de cheques rechazados. Frente a este panorama, muchas familias optan por destinar el aguinaldo a ordenar sus finanzas, reducir compromisos y evitar atrasos. “El aguinaldo ya no es un plus para consumir o viajar, sino un salvavidas para frenar el endeudamiento”, explicó el funcionario.
Los datos macroeconómicos refuerzan esta lectura. La inflación acumulada en el año alcanza el 27,4%, con una aceleración en noviembre que llevó el ritmo mensual al 2,5%. Este proceso no impacta de manera homogénea: los ingresos fijos —salarios, jubilaciones y rentas de la clase media— son los más castigados, especialmente por aumentos concentrados en rubros sensibles como servicios públicos, transporte, salud y medicamentos.
En este contexto, el deterioro de las jubilaciones aparece como uno de los aspectos más críticos. En noviembre de 2025, la jubilación mínima se ubicó en 333.085 pesos, lo que representa una caída real del 9,3% respecto del promedio de 2023. La situación es aún más grave para quienes perciben el haber mínimo con bono: al mantenerse congelado el refuerzo extraordinario en términos nominales desde el inicio de la actual gestión, el ingreso total sufrió una pérdida real del 15,5% en comparación con dos años atrás.
Esta pérdida de poder adquisitivo coloca a los adultos mayores en una situación de extrema vulnerabilidad, agravada por el peso creciente del gasto en medicamentos, un componente esencial del consumo que no admite postergaciones. “Cuando el ingreso no alcanza ni siquiera para cubrir necesidades básicas, el endeudamiento deja de ser una elección y se convierte en una imposición”, concluyó Gialluca, al advertir sobre el impacto social de un modelo económico que profundiza las desigualdades y deteriora las condiciones de vida de amplios sectores de la población.
