Precedida por la polémica y un sorpresivo éxito de taquilla, se estrena Sonido de libertad, la película basada en hechos de la vida real de Tim Ballard, ex agente del Departamento de Seguridad Nacional que se dedicó a luchar contra el tráfico sexual de niños, protagonizada por Jim Caviezel (La pasión de Cristo) y dirigida por el realizador mexicano Alejandro Monteverde.
En Honduras, un padre demasiado confiado, Roberto (José Zúñiga), a instancias de la seductora Katy-Gisselle (Yessica Borroto Perryman), acepta que sus hijos Rocío (Cristal Aparicio) de 11 años, y Miguel (Lucas Ávila) de 7, se postulen a un certamen de música.
Como esa mujer es muy convincente, deja a los niños a su cuidado en un departamento, junto a otros pequeños, donde harán la prueba definitiva para el concurso. Horas más tarde, al regresar al lugar para buscarlos, descubre que no hay nadie y se da cuenta que lo han engañado.
Tiempo después Ballard (Caviezel), en un operativo, atrapa a un consumidor y distribuidor de pornografía infantil. Una vez detenido, lo manipula hasta ganarse su confianza, haciéndole creer que él también disfruta de las aberrantes prácticas pedófilas.
Así, logra inmiscuirse en la red y comienza una nueva maniobra en la que detienen, en la frontera con México, al desagradable Earl (Gary Basabara, de El irlandés), que lleva en su camioneta a Miguel, con documentación falsa, diciendo que es su sobrino.
«Sonido de libertad» está basada en hechos reales, pero no deja de ser una ficción.Liberado el niño, Ballard se obsesiona con encontrar y liberar a la hermana. De alguna forma siente que alguno de sus seis hijos podría llegar a caer en un engaño similar. Con la comprensión de su esposa Katherine (Mira Sorvino, ganadora del Oscar por Poderosa Afrodita) y el apoyo de su jefe, viaja a Colombia, prácticamente sin el respaldo de la fuerza de seguridad a la que pertenece, porque debe desplegarse en territorio extranjero.
Allí contacta a Vampiro (Bill Camp, de 12 años de esclavitud y Joker), un estadounidense expatriado que solía ayudar a “lavar” dinero del narcotráfico a miembros de los cárteles. Con la ayuda del millonario Paul (Eduardo Verástegui, uno de los productores de la cinta) y el oficial de policía Jorge (Javier Godino, el asesino de El secreto de sus ojos), imaginan un engaño que aquí no contaremos, para atraer la atención de los miembros de la red de trata.
Un giro en la trama
A partir de aquí, la trama gira hasta casi transformarse en una secuencia de Apocalypse Now, ambientada en plena selva, para enfrentar al rebelde Alacrán (Gerardo Taracena, de Apocalypto y la serie Narcos: México) que mantiene a Rocío como una esclava sexual en un campamento donde se produce cocaína.
Sonido de libertad es una ficción y como tal, hace honor a la necesidad de atrapar a los espectadores, más allá de entrar en detalles de si todo lo que cuenta es real o está magnificado para lograr más dramatismo. Lo concreto es que, las actuaciones son convincentes, está dirigida con ritmo, pero se vuelve un poco inverosímil creer que el protagonista pudo sumergirse en semejante misión suicida y salir airoso.
«Sonido de libertad» es un thriller sobre un tema que el cine no toca mucho: el tráfico de niños.En esa representación del rescate, termina cayendo en el énfasis del héroe, algo ya bastante visto en el cine de Hollywood.
A pesar de esto, el guion de Monteverde y Rod Barr, arroja luz sobre uno de los horrores más acuciantes de nuestro tiempo. Hay cientos de películas y series referidas al narcotráfico, pero pocas se han detenido en esta pesadilla que ha crecido de forma alarmante a nivel mundial. En definitiva, importa mucho más el mensaje como llamado de atención que el resultado final.
Ficha
Sonido de libertad
Calificación: Buena
Trhiller, biopic. México, 2023. 2h 11’, SAM 13. Dirección: John Andreas Andersen. Con: Jim Caviezel, Mira Sorvino, Bill Camp, José Zúñiga, Eduardo Verástegui y Javier Godino. Salas: Cinepolis Recoleta y Houssay, Cinemark Palermo, Hoyts Abasto, Dot y Unicenter, Atlas Caballito y Patio Bullrich, Mutiplex Lavalle y Belgrano, Showcase Belgrano.
WD